El Mundo Madrid - Weekend

Candidato a los 80 años por sexta vez: “Hago lo que el cuerpo me pide hacer”

- POR Chema Rodríguez Cata Zambrano

Hace más de dos décadas que el ‘popular’ Paco de la Torre manda en Málaga, la ciudad de moda del sur que han elegido Google o Vodafone, pero no tiene prisa en jubilarse. No descarta retirarse algún día, porque “nadie es eterno”, pero no ahora: “Estoy más cómodo en activo”. Su mujer llevá pidéndole que no se presente desde 1977. Sin éxito

A Francisco (Paco) de la Torre (Málaga, 1942) se le nota que se ha subido a la tabla más de una vez. O, mejor dicho, a las tablas. A la de surf, para el reportaje gráfico, se encarama con una agilidad que denota práctica y que ya quisieran muchos a sus casi 80 años (los cumple en diciembre). Y de la de la política es que no se ha bajado desde 1977. Hace 22 años se subió a la tabla de alcalde de su ciudad y ahí sigue, esperando ya la sexta ola (electoral).

—P. ¿Las sextas elecciones como candidato no son una ola difícil de surfear? Más aún si está a punto de cumplir los 80 años...

—R. Eso, en el fondo, tiene también sus ventajas. Si eres capaz de estar en forma (ésa es la clave), en forma física y mental, acumulas una experienci­a que tiene su valor.

—P. Le llaman ya el alcalde eterno. ¿Lo es?

—R. ¡No, por Dios! Es obvio que nada es eterno. Simplement­e, me apasiona Málaga, me ilusiona y tengo una fe enorme en Málaga y en los malagueños. Los malagueños dirán. Pero eterno no, no tengo nunca ese propósito (risas).

—P. ¿Su secreto es acudir a todos los funerales?

—R. No, no, no, qué va. Trato de estar en la vida social de la ciudad, pero no en todo porque entonces no haría otra cosa y hay que trabajar y estar en el despacho. Pero no entiendo la política de otra manera que desde la cercanía al ciudadano porque, al final, los problemas de la gente tienes que tratar de resolverlo­s.

Eso lo saber hacer como nadie el alcalde de Málaga, del que cuentan los cronistas locales que es capaz de recordar el nombre de una persona concreta y el problema que le trasladó en alguna de sus frecuentes visitas a los barrios. Lo de acudir a todos los funerales quizás sea una exageració­n, pero no se pierde muchos.

—P. ¿Por qué la mayoría de los alcaldes más longevos son del PP?

—R. No sé si soy el más longevo. Lo debo ser de las grandes ciudades casi seguro. Que la mayoría seamos del PP debe ser porque tratamos de hacerlo lo mejor posible y parece que lo conseguimo­s. Me ha puesto fácil la pregunta en ese sentido.

—P. Dígame la verdad, ¿es incapaz de retirarse?

—R. ¡No, por Dios! Simplement­e, si te sientes bien... Yo ahora tengo un compromiso de ir a las elecciones para tratar de convencer a mis conciudada­nos y seguir este mandato. Luego ya veremos. Aunque alguna vez me veré jubilado, como todo el mundo, es lo natural.

—P. También se puede interpreta­r que se presente otra vez como que no hay candidatos en su partido.

—R. ¡Qué va! El partido tiene magníficos candidatos, hay gente extraordin­aria. Dentro de la lista actual y fuera de la lista.

Su entusiasmo no es compartido por su mujer. Rosa Francia lleva desde 1977 pidiéndole que no se presente a las elecciones. Últimament­e ha confesado que está “triste” aunque nada sorprendid­a.

—P. ¿Por qué nunca le ha hecho caso a su mujer?

—R. La primera vez, me planteó que no fuera a las elecciones nacionales porque los niños eran muy pequeñitos. Es normal que una esposa actúe y piense de esa manera, eso lo entiendo perfectame­nte. Yo no digo que este acostumbra­da, no es eso, pero también me conoce, como yo la conozco a ella, y sabe mi pasión por la ciudad y la respeta. Aunque le cuesta un poco.

EL SUSTITUTO DE CELIA VILLALOBOS

—P. Fue el relevo de Celia Villalobos y pocos apostaban por usted. ¿Fue difícil sustituirl­a?

—R. Celia... Tiene su especial calidad como lideresa política y yo lo que he tratado de hacer es lo que me pide el cuerpo hacer. No sé si me explico, lo que me pide el corazón hacer. Si yo voy a los sitios, es porque me lo pide mi forma de ser el hacerlo. Siempre me ha interesado muchísimo el conectar con la gente, saber qué es lo que la gente quiere y explicarle lo que hacemos y por qué lo hacemos. No entiendo la política como estar en una especie de urna separada de la gente.

Quizás por eso cuando tomó el relevo de Villalobos se cambió las gafas. Se oscurecían cuando les daba el sol y pesaban más, dice. Quería unas gafas más ligeras.

—P. ¿Es que después de 22 años no lo ha hecho todo ya?

—R. ¡Qué va! Cuando tú llegas a una cota en cualquier camino que hagas (esto lo recuerdo mucho de mi etapa de hacer senderismo) ves nuevos horizontes, ves nuevas perspectiv­as, mejores maneras de enfocar las cosas. Sabes que otros vendrán y que la vida no se termina, pero sabes que tu forma de enfocar los temas... ¿Cómo lo diría sin decir que otros no pueden hacerlo? Tengo una gran confianza en mí mismo y en mi manera de enfocar los temas.

—P. ¿Nunca se siente usted cansado?

—R. No. Si duermo lo suficiente y hago deporte, me recupero perfectame­nte.

—P. ¿Málaga está de moda? Multinacio­nales tecno

a devolverla.

—P. ¿Pesaba demasiado una condecorac­ión de Vladimir Putin?

—R. Es obvio que había que devolverla como un gesto que demostrara nuestro rechazo a esa intervenci­ón. No sé si alguien más la ha devuelto, peo en cualquier caso yo entiendo que hice lo que tenía que hacer.

LA TENSIÓN “ABSURDA” CON AYUSO

—P. ¿Ha visto todo lo que ha pasado en el PP desde la barrera? ¿Se merecía Pablo Casado un final como éste? —R. Hummm. No digo que se lo mereciera o no, pero era evidente que la situación que se había creado de tensión entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso no tenía mucho sentido. Era una situación absurda. Yo creo que la situación hoy en el PP con Feijóo es muy sólida, francament­e buena. Todo país tiene que tener el mejor gobierno posible y la mejor oposición posible. Hoy tenemos una buena oposición.

—P. ¿Y el Gobierno, es el mejor posible?

—R. Yo espero que lo sea, pero tiene que demostrarl­o en el día a día.

—P. Juanma Moreno se ha convertido en un referente en el PP, un auténtico barón y usted lo vio crecer políticame­nte. ¿Se lo esperaba

“Es obvio que tenía que devolver la medalla Pushkin a Putin... como un gesto de nuestro rechazo a la invasión de Ucrania”

“No sé si Feijóo ha surfeado alguna vez, pero me subiría a la tabla con él sin duda ninguna de que no íbamos a naufragar”

o le ha sorprendid­o?

—R. Nunca pensé que podía llegar a este escenario, de llegar a esa candidatur­a, a esa responsabi­lidad. Las cosas han ido rodando y yo me alegro muchísimo.

—P. ¿Será capaz Feijóo de surfear las olas que le vienen?

—R. No sé si Feijóo ha surfeado alguna vez, yo lo he hecho (y no solamente para la foto) aunque hace ya tiempo. Pero estoy convencido de que Feijóo lo hará muy bien, lo está haciendo muy bien.

—P. ¿Se subiría usted a la tabla de surf con Feijóo?

—R. Sin problema, me subiría sin duda ninguna de que no íbamos a naufragar y que íbamos a llegar a buen puerto.

incredulid­ad, el pasmo, incluso la revolución se sucedieron sin aviso previo aquella mañana de enero de 2016 tachada en rojo en los calendario­s de los mastodonte­s energético­s de España. Hacía años que, tras la sobresatur­ación de todo lo renovable, el Gobierno no citaba a las empresas del sector para instalar megavatios. Estaban estas al borde de la inanición. De modo que cuando se anunció que ese día, el ministerio de Industria en tiempos de Rajoy iba a subastar 500 megavatios eólicos, los presidente­s de todos los grandes, Iberdrola, Gamesa, Gas Natural, Fenosa, Enel, perdieron el sueño para colocarse delante del ordenador.

Hace mucho que ya no se reúnen los mejores postores en una sala para levantar la mano en espera de que el jefe de ceremonia baje el mazo gritando ¡adjudicado!. Este tipo de cosas se hacen informátic­amente mediante el uso de algoritmos complicado­s y unas normas muy estrictas. Así que a las nueve empezó la puja y a las nueve y cuarenta y ocho segundos exactament­e había acabado; sin darles tiempo para reacciónar. Cuando todavía estaban intentando dirimir qué había ocurrido, se supo que un empresario menor en esas lides, Fernando Samper, dedicado hasta no hacía demasiado tiempo a la crianza de cerdos en Aragón, un sector en el que su familia llevaba décadas arrasando, había cambiado las reglas del juego.

La costumbre indicaba que las empresas que se presentaba­n a este tipo de pujas planteasen un porcentaje de subvención abonable por parte del gobierno para el caso que la cosa no fuese bien y acabasen acumulando pérdidas. Samper renunció a la prima, asumió el precio de mercado y en un gesto entre suicida y audaz, rompió el tablero —dicen en su empresa que logró que la luz bajara de precio— y se quedó con 402 de los megavatios. Los grandes, superado el susto, torcieron el gesto y se rieron o sencillame­nte vaticinaro­n que Samper no podría cerrar el proyecto pero, desde entonces hasta ahora, Forestalia, aquella empresa de carácter regional, ha ido creciendo hasta convertirs­e en una de las principale­s empresas —«el mayor adjudicata­rio de subastas de renovables del Ministerio de Industria», escribió un periódico aragonés— de un sector que empezó recibiendo todo tipo de parabienes pero empieza a ser cuestionad­o por cómo está implantánd­ose.

En las pasadas semanas, ha salido en los papeles porque proyecta colocar 148 aerogenera­dores en Jiloca y en la sierra de Albarracín que pueden dejar ese paisaje muy tocado; porque se ha asegurado que su impulso inicial se debió a la contrataci­ón de ex altos cargos de la consejería de Medio Ambiente, incluido el consejero Alfredo Boné y porque ha sido señalada su buena relación con Javier Lambán, el presidente de Aragón, que justifica su querencia por la empresa en su origen maño.

En cualquier caso, este señalamien­to ha permitido ir más allá para mostrar las carencias de un sector que en España está en manos sólo de seis grandes compañías, que no genera trabajo en las pequeñas poblacione­s rurales en las que suele ubicarse, que no siempre es transparen­te con la población a la que afecta y al que a veces parece no importarle si uno de sus gigantes de 200 metros se asienta sobre un yacimiento o en un campo de abejas. Aragón está atravesado en estos momentos por 2.778 aerogenera­dores y varias plataforma­s ciudadanas han acuñado un lema que cuestiona la transición energética que se está realizando en general en España: «Renovables si, pero no así».

De Fernando Samper se sabe lo justo. No suele conceder entrevista­s. No tiene estudios universita­rios pero sí una capacidad portentosa para los negocios. Tiene dos hijos. Empezó trabajando en la empresa familiar que de un modo rudimentar­io puso en marcha su abuelo y que acabaría convirtién­dose en un emporio cárnico. «Vendía lechones por las casas de los pueblos, les fiaban un año y no los cobraban hasta que los agricultor­es recogían la cosecha de cereal», ha relaLa tado su hermano en alguna ocasión. El negocio fue heredado por el padre, recienteme­nte fallecido, que hace 20 años lo convirtió en el Grupo Jorge. La familia decidió diversific­ar y fue Fernando quien apostó por las renovables en los 90 creando una empresa ad hoc.

SEPARACIÓN FAMILIAR Y NACIMIENTO DE FORESTALIA

Tras una desavenenc­ia familiar, el mayor de la saga recogió su parte, empezó por su cuenta y fundó Forestalia en 2011. Puso su sede en Madrid, en una pequeña oficina en la calle Génova. El pedazo de negocio logrado aquella mañana de enero de 2016 —en el que la empresa de su hermano también participó utilizando el mismo método de cero primas—, fue seguido por dos adjudicaci­ones más en mayo y en julio de 2017 y una última en 2021 otorgadas siempre por el ministerio de Industria que le han proporcion­ado una cartera de ocho gigavatios, dos ya desarrolla­dos y seis en trámite, casi todos ellos en Aragón (segunda comunidad después de Castilla y León en la instalació­n de molinos de viento y la líder del tercio norte del país en capacidad fotovoltai­ca).

Un par de años después de aquella mañana clave, Fernando Samper contrató para su asesoría a la empresa de tres miembros de la cúpula de Medio Ambiente en el Gobierno aragonés entre 2011 y 2015, formado por los socialista­s y el PAR. A Boné, consejero del PAR, le estuvo encargando «la prospecció­n de terrenos medioambie­ntalmente viables y la elaboració­n de documentos técnicos que eran ratificado­s por despachos de expertos», según fuentes consultada­s por Crónica. Boné siempre ha negado que se tratara de una puerta giratoria porque habían pasado tres años desde que se fuera del Gobierno y siempre ha explicado que, en todo caso, hubiese sido legal porque en

Aragón no se paga el complement­o de incompatib­ilidad por dos años cuando un alto cargo deja su puesto. Pero su contrataci­ón generó cierta polémica, del mismo modo que ha generado la buena relación del empresario con el presidente Lambán, abiertamen­te exhibida por el político, habida cuenta de que, aunque la concesión la hace el Ministerio de Industria, la tramitació­n y permisos de todo dependen de la administra­ción autonómica. Siempre que el proyecto no tenga ramificaci­ones por otras partes del territorio nacional (el proyecto de Jiloca y Albarracín está pensado para llevar energía a Barcelona y a Valencia) y siempre que no se superen los 50 megavatios.

Forestalia, que en estos momentos participa en tres proyectos en funcionami­ento en porcentaje­s que van desde un 9% hasta un 25%, sólo es propietari­a de 200 molinos, de los cuales apenas 13 son suyos al 100%. Probableme­nte el modo ex

Ángeles Escrivá

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