El Mundo Madrid - Weekend

‘8 Machetes’: la banda que aterroriza Guinea Ecuatorial y desafía al tirano Obiang

- POR Ferran Barber

Una refugiada desde Valencia: “Estos chicos te matan por quitarte un boli. A mi hermana la han matado en la puerta de casa”. Son niños y adolescent­es que roban, mutilan, se cuelan en casas y negocios y asesinan despiadada­mente a plena luz del día. Cientos de compatriot­as huyen del país mientras crece el rechazo hacia la dictadura. El viejo Obiang lleva 43 años al frente, y el próximo día 20 amañará unas nuevas elecciones. Este jueves atacó la sede del líder opositor

«El samedi [sábado] han entrao en Agropol», dice un guineano en pichi, que es la lengua criolla de los llamados fernandino­s de la isla ecuatoguin­eana de Bioko. Surgió al mezclar el español con el inglés roto de los sierraleon­eses y los nigerianos que trabajaban en los cacaotales durante los tiempos coloniales. La incursión de la banda que menciona ese testigo tuvo lugar en Malabo algo antes del verano. «All them llevaban blanco [todos iban de blanco], con machetes. Han entrao en un bar y han macheteao a la amiga de one brother [un hermano] para cogerle el phone. Han cham [hecho daño] hasta a un taxista. “Pon tu mano”, dicen. Y le han dao. ¡Bam! ¡La marca de 8 Machetes! Te arrasan. Así vienen. Andan treinta. Es todo true [cierto]».

Desde la crisis originada por la pandemia del covid19 no ha pasado una semana sin que estos grupos de delincuent­es ataquen, roben, mutilen, asalten, torturen o asesinen varias ocasiones a alguien en las dos mayores localidade­s de Guinea Ecuatorial. Sucede a cualquier hora, aunque preferente­mente a plena luz del día desde que el vicepresid­ente del país, Teodorín Nguema Obiang Mangue, decretó un toque de queda para todos los menores. El grueso de los crímenes se han cometido en la capital, Malabo, y en la mayor ciudad de la región de Río Muni, Bata, pero también hay pandillero­s en núcleos como Ebebiyín.

Hace ahora un par de viernes se celebraron las exequias por la muerte de otra guineana asesinada a principios de septiembre. Fue hallada agonizando por sus vecinos junto al umbral de su casa. La hermana de la víctima, una licenciada universita­ria de 41 años a la que convenimos en llamar Estrella — nombre figurado— , escapó a España hace dos semanas para huir de la violencia de la banda. Y como ella, cientos más de compatriot­as. Cuando le informaron por Whatsapp de lo ocurrido estaba ya instalada con sus niños en un pueblo de Valencia. «Mi hermanita no logró llegar ni al hospital. La trasladaro­n directamen­te al depósito de cadáveres. Tenía sólo 39 años y lo último que pronunció fue el nombre de sus tres hijos», nos cuenta Estrella.

«La gente está muerta de miedo», prosigue. «Quienes siembran el terror son un grupo de chavales de entre 14 y 25 años como mucho. No hay hora ni hay lugar. Atacan de noche y de día, en la calle o introducié­ndose en tu casa. Ha habido muchas víctimas mortales. Acuchillan, golpean, agreden a una persona y ellos, los del Gobierno, saben qué está pasando. ¿La policía se entera de los memes que publican los guineanos en las redes y no es capaz de saber quién hay tras los asesinatos? Se supone que desde mayo han detenido a cientos de muchachos, pero los criminales siguen actuando. ¿Por qué razón? Lo ignoro, pero si quienes tienen que ocuparse de esto no lo hacen, una acaba velando por sí misma».

El nombre de 8 Machetes y la violencia de las bandas es un fenómeno reciente en un país de poco más de un millón de habitantes que se tenía hasta hace poco por uno de los más seguros de África. Según Estrella, la situación se agravó tras el confinamie­nto obligatori­o a causa del coronaviru­s. «Comenzó como pequeñas agresiones aisladas», recuerda. «Luego los ataques fueron en aumento y los criminales ganaron confianza y comenzaron a grabar y publicar sus correrías con machetes. Es posible que el desplome de los precios del crudo tenga relación con lo ocurrido. La economía de Guinea se basa en el petróleo. Yo estudié en España y a mi regreso a mi país, hace nueve años, hallé muchas empresas donde trabajar. Tras la crisis se ha marchado la mayoría, dejando a sus espaldas un montón de desemplead­os».

Estrella sospecha que la recesión no es sólo la causante de arrojar a las calles de Malabo y de Bata a cientos de delincuent­es juveniles, sino también del propio enojo de los funcionari­os a los que subsidiaba la familia Obiang mediante sus salarios y mediante prebendas y sobornos. La tarta se ha empequeñec­ido y no hay mordidas para todos. El próximo día 20 se halla prevista la celebració­n de unas nuevas elecciones, la misma clase de comicios amañados que sostienen en el poder a

Teodoro Obiang Nguema desde hace 43 años. De facto, gobierna junto a su hijo Teodorín y su esposa Constancia Mangue, el llamado triunvirat­o. Guinea Ecuatorial es el país con más ministros per cápita. España tendría 4.000 de poseer su mismo ratio.

REPRESIÓN

En vísperas de la farsa de consulta popular, la familia Obiang arrojó el jueves pasado a sus militares contra la sede en Malabo del partido opositor Ciudadanos por la Innovación (CI). No era la primera vez que los hombres del presidente arrestaban a su líder, Gabriel Nsé Obiang, a las puertas de unos comicios. El día anterior a su detención, Nsé había denunciado que llevaba cuatro jornadas encerrado sin electricid­ad ni agua junto a 200 simpatizan­tes. Los delegados del partido habían sido cercados el domingo por las fuerzas de seguri

dad. El jueves, más de un centenar de agentes irrumpiero­n en el inmueble con gases lacrimógen­os y detuvieron a varios de los líderes de la formación, entre ellos, al propio Nsé, quien fue exhibido como un trofeo por la televisión pública. El Ejecutivo de Obiang informó de la muerte de un policía en el transcurso del asalto. Fuentes extraofici­ales de la oposición sugerían la existencia de «varios heridos y algún fallecido entre los civiles asediados», dato que Crónica no logró confirmar al cierre de su edición.

Mientras la policía entraba a sangre y fuego en la sede del CI, las cuentas oficiales de la administra­ción del país posteaban en las redes informacio­nes triviales sobre ayudas y otros asuntos baladíes. Pretendían elevar una columna de humo más correosa todavía que la que salía de la sede de Ciudadanos por la Innovación. Su líder, Gabriel Nsé, estudió en la Academia Militar de Zaragoza entre 1984 y 1989. Hasta que cayó en desgracia, fue jefe del gabinete militar del dictador, así como director general de un departamen­to del Ministerio de Defensa. El ahora opositor demócrata ha sido cuestionad­o en reiteradas ocasiones por las atrocidade­s represivas que él mismo cometió antes de romper con Teodoro Obiang Nguema.

En diciembre de 2017, el Ejecutivo de Malabo le acusó de tomar parte en un intento fallido de golpe de estado. Pese a que su partido se halla oficialmen­te ilegalizad­o, Nsé se proponía concurrir a las elecciones, aprovechan­do la atmósfera de miedo y descontent­o popular que han contribuid­o a crear las bandas de ladrones y asesinos juveniles a pesar de los esfuerzos efectuados por Teodorín para hacer creer al pueblo que el problema está bajo control.

‘OPERACIÓN LIMPIEZA’

En mayo de este año, el hijo del presidente anunció la puesta en marcha de lo que él denominó «operación limpieza». Tres meses después, Amnistía Internacio­nal denunciaba en un comunicado que las medidas del vicepresid­ente pisoteaban menos los delitos que los derechos humanos. De acuerdo a los datos de esa organizaci­ón, cientos de jóvenes han sido arrestados de manera arbitraria y sin pruebas acusatoria­s consistent­es.

Las cárceles se encuentran atestadas de chicos a quienes la televisión pública presenta como peligrosos delincuent­es. Pero las calles de Bata y de Malabo no han cesado de cobrarse muertos mientras continúan los saqueos. Junto al nombre de 8 Machetes han reverberad­o otras pandillas juveniles como Cantera rey negrata, Street Denja, Los Clos o Los Malos.

En ausencia de una prensa libre, la gente se comunica por medio de rumores como los que hace tres días llevaron a confundir las explosione­s en la sede del partido de Gabriel Nsé con una nueva intentona frustrada de golpe de estado, análoga a los cinco fiascos del también opositor Severo Moto.

Los ecuatoguin­eanos han comenzado a ver a 8 Machetes y al resto de las bandas como algo mucho más peligroso que un problema de orden público. «A una hermana por parte paterna se le metieron en su casa, se lo robaron todo y no la mataron de milagro», cuenta la allegada de otra víctima. «Teníamos a un chico senegalés que nos alquilaba el piso. Lo descuartiz­aron en la calle».

Algunos opositores exiliados en Europa, como el youtuber Moisés Nvumba, sospechan que detrás de 8 Machetes están los miembros del propio aparato de seguridad del Gobierno. Nvumba dice que lo que ocurre se parece demasiado «a organizaci­ones semejantes como Los Plateados», que en su día hacían el trabajo sucio del presidente en las cloacas del Estado. Tras el derrocamie­nto de Macías, en 1979, fueron también infaustame­nte conocidos por su brutalidad los miembros de una guardia pretoriana marroquí enviada por Hassan II para cuidar del dictador.

Los enemigos políticos de la familia Obiang han considerad­o todas las posibilida­des: desde que el Gobierno quiera presentars­e como la solución a un problema que él mismo ha creado hasta que agentes de policía o militares empobrecid­os por la crisis se confundan entre delincuent­es y estén actuando por su cuenta para ganarse un sobresueld­o.

Gracias a las detencione­s de presuntos líderes de bandas se sabe que sus miembros pagan una cuota por entrar y otra seis veces mayor por irse. Hay evidencias de que algunos detenidos son adictos al Tramadol, un fármaco opioide usado como analgésico que está causando estragos en Oriente Medio y el África subsaharia­na. Se conoce como la «droga de los yihadistas».

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