Garriga busca encaje a todas las corrientes y no descarta cambios
El nuevo secretario general de Vox no aclara el papel de Ortega ni si cuenta con Fernández
Pasado el shock inicial, Ignacio Garriga está listo para «arremangarse» por Vox. Tiene por delante muy poco tiempo –un puñado de meses, hasta final de año– para devolver la estabilidad al partido y dejar atrás la tormenta por el caso Olona y la insatisfacción de los territorios. Quizá tenga que resolver en estas semanas el sudoku más difícil de su vida política: dar cabida y voz a las diferentes sensibilidades que componen el partido, y que con su vuelta a Madrid han quedado descompensadas en la cúpula. Una tarea para la que el nuevo secretario general del partido no descarta hacer nuevos nombramientos.
El desembarco del líder de Vox en Cataluña en la sala de máquinas del partido refuerza el ala dura de la formación, personificada en el vicepresidente y eurodiputado Jorge Buxadé. De la máxima confianza de Santiago Abascal, ahora Garriga y Buxadé blindan además a la vertiente catalana de Vox en la sede de la calle Bambú.
El perfil católico de la marca ha vencido con ambos al sector más moderado y de corte liberal de Vox, representado entre otros por Víctor González, que fue defenestrado de la vicepresidencia económica con el movimiento de Javier Ortega Smith y se ha convertido en la víctima colateral de esta reestructuración orgánica. Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio –únicos altos cargos, junto con Patricia Rueda, presentes en la rueda de prensa de ayer de Garriga en Madrid–, sin plaza en la Ejecutiva del partido, quedan también en tierra de nadie desde el punto de vista orgánico.
De hecho, el baile de sillas ejecutado por sorpresa este jueves –y de manera acelerada a través de una reunión convocada por el Comité Ejecutivo Nacional de Vox en el mismo Congreso de los Diputados– se ha llevado por delante los apellidos de cada una de las tres vicepresidencias del partido. En un principio, el organigrama de Vox llegó a mostrar que Ortega Smith asumiría el área económica, mientras Buxadé seguiría al frente de la política y Reyes Romero de la social. Rápidamente se actualizó la página web del partido y se recortó el cargo de cada uno a meras vicepresidencias, sin más detalle.
Garriga no ha confirmado por el momento cuál será el cometido de cada uno de los vicepresidentes orgánicos. Tampoco si prevé hacer más cambios en la estructura que compone la cúspide de Vox, a pesar de que fuentes de muy alto nivel interno confirmaron a este diario el jueves que no habría más movimientos y que la entrada del catalán en Bambú sería la única novedad en este ámbito.
Ayer, pese a ser preguntado por ello hasta en tres ocasiones, Garriga evitó descartar más salidas o entradas en el esquema de Vox. Echó balones fuera sobre si seguirá manteniendo a Tomás Fernández,
mano derecha de Ortega Smith –y señalado por sectores críticos como parte de la causa del malestar territorial–, en la Ejecutiva de la formación. Fuentes de Vox destacan en cualquier caso la buena relación existente entre Fernández y Garriga, que compartieron grupo parlamentario en el Congreso, pero no aclaran si el nuevo secretario general sopesa ejecutar cambios en su equipo más cercano.
En cualquier caso, Garriga quiere dejar pasar la gran cita de Vox este fin de semana –su macroevento Viva 22– para tomar decisiones de calado en el mando del partido. Allí podrá conocer de primera mano a los cuadros del partido y a dirigentes territoriales con los que todavía no ha podido conversar.
Lo que no hará Garriga será dejar su misión en el Parlament de Cataluña, una decisión que choca con la incompatibilidad mostrada por Ortega Smith, que dijo «renunciar» a la secretaría general para poder centrarse exclusivamente en su carrera hacia el Ayuntamiento de Madrid. «Los grandes perjudicados son mi mujer y mis hijos», señala Garriga, que pone en valor a su equipo y el «listón tan alto» que deja Ortega Smith, con quien habló el jueves.
Garriga, que debutó ayer en rueda de prensa en la sede central del partido, acusó a los medios de comunicación de diseñar «intrigas palaciegas» acerca del proceso de relevo en la secretaría general de la formación. Señaló que existe una «campaña orquestada» por la prensa para «minar» el prestigio de Vox, que está «más unido y más fuerte que nunca».
«Se está dedicando mucho tiempo y mucha tinta a teclear cosas raras», lanzó ayer Garriga en relación a las tensiones existentes en el núcleo duro del partido. Unas rencillas que estallaron con la crisis por la abrupta salida de Macarena Olona, que achacó directamente a Ortega Smith de la «falta de democracia interna» que también denuncian los territorios. Los mismos dirigentes regionales que ven con buenos ojos el paso de testigo y confían en que Ignacio Garriga, procedente de la delegación catalana del partido, tenga la sensibilidad necesaria para articular un proyecto capaz de remontar el estancamiento que refleja la media de encuestas desde hace meses.
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