Àlex, el trasplante número 1.000
El hospital Vall D’Hebron es el segundo centro de referencia por volumen de órganos implantados a niños, tras La Paz de Madrid Suma 1.007 intervenciones desde 1981: 442 renales, 412 hepáticos, 85 pulmonares y 68 cardíacos
Àlex Sánchez Camargo pasó el jueves su primera revisión en el Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron de Barcelona. Hace justo una semana, el 28 de septiembre, fue dado de alta con un corazón nuevo funcionando a la perfección. Aún no está recuperado al 100%, pero eso no le impide compartir con el equipo multidisciplinar que le ha atendido durante los últimos tres meses la alegría por un hito histórico al que ha contribuido como paciente: ser uno de los mil trasplantes pediátricos del Vall d’Hebron. Detrás de cada una de esas intervenciones de todo tipo y más o menos innovadoras hay un niño o un adolescente, una familia y un gran equipo multidisciplinar del que, a lo largo de décadas, han formado parte muchos profesionales.
La situación de Àlex, un menor de 13 años sin hasta entonces problemas de salud, comenzó como muchos de esos casos: una noche se despertó con dolor en el pecho y ahogó, tras pasar varios días vomitando. Sus padres, Paco y Mari Ángeles, lo llevaron al centro de atención primaria donde, de entrada, diagnosticaron que era «algo vírico». El niño iba a peor y volvió al centro de atención primaria semanas después con 198 pulsaciones, cuando lo normal a esa edad son 90. Pero, de nuevo, lo enviaron a casa.
La familia, no conforme, lo llevó a Cardiología del Hospital Parc Taulí de Sabadell, donde con medicación no lograron controlar la taquicardia. De ahí, lo derivaron al Hospital Materno-Infantil de Sant Joan de Déu, de Esplugues de Llobregat, en Barcelona, donde fue ingresado en UCI y le operaron dos veces para tratar de solucionar la arritmia.
El niño estaba ya entrando en fallo multiorgánico (afectación de riñones y pulmón...), por lo que el 17 de julio ingresó en el Vall d’Hebron, directamente en la UCI y con asistencia ECMO. Esto es, dependiente de una máquina que realizara la oxigenación por membrana extracorpórea, una técnica extracorpórea que proporciona soporte cardíaco y respiratorio prolongado a pacientes cuyos pulmones y corazón son incapaces de funcionar con normalidad.
Entró en lista de espera para trasplante el 12 de agosto y tuvo mucha suerte porque en menos de un mes, el 10 de septiembre, sonó la campana: había un corazón compatible para él. Explica la felicidad que esa noticia causó a sus padres, su hermano y demás familia, y a todo el equipo del hospital. Pero él, asegura, se mantuvo sereno porque, salvo en una ocasión (al principio de la ECMO, cuando vomitaba mucho y estaba muy muy cansado), siempre confió en que lograría salir del hospital con vida. Ese mismo día el nuevo órgano llegó al centro, a las 19h en punto, y la 1h del día siguiente, el joven de 13 años ya llevaba su nuevo corazón.
«Durante la ECMO me sentía normal y después del trasplante, también, solo que sin tubos», explica a este diario. Su cardióloga, Paola Dolader, destaca de este joven paciente lo positivo y fuerte emocionalmente que ha sido durante todo el proceso; algo que, sin duda, ha contribuido a que todo vaya rodado.
Raúl Abella, jefe de Cirugía Cardíaca Pediátrica, subraya la importancia de la terapia ECMO para mantener a los menores con vida y en buen estado físico hasta que logran encontrar un donante compatible, que puede llegar a tardar unos tres meses. En estos momentos hay cuatro niños en esa situación en el centro. Abellas recuerda que Àlex sufrió un arritmia que deterioró sus células cardiacas y afectó a la función miocárdica. Abellas es cirujano, pero destaca especialmente el trabajo de sus compañeros de la UCI, «que fueron capaces de mantener a Àlex con vida» hasta el momento del trasplante. «Este es un hospital especializado en terapia ECMO y en asistencia ventricular postrasplante», añade.
Carme Vallès, enfermera supervisora de coordinación de trasplantes del Hospital Vall d’Hebron, señala la mayor dificultad que tienen actualmente para encontrar donantes. El perfil, según indica, ha cambiado: ahora la mayoría son personas que han fallecido por patologías neuromusculares y por accidentes de tráfico (que no motoristas, gracias al uso obligatorio del casco).
En el momento del alta, Àlex y su familia se pasean por el hospital saludando a todo el mundo. Los profesionales que les han atendido son muchos y de diferentes disciplinas y turnos, pero el joven paciente se sabe el nombre de todos. Atrás quedan muchos días de espera, tensión y angustia, y también de risas: el niño llegó incluso a bailar «estando conectado a la ECMO», cuenta. Àlex le quedan aún unos seis meses de recuperación por delante. María José Muñoz, la enfermera de práctica avanzada que le acompaña dentro y fuera del hospital, apunta que «ahora le toca a él cuidar de sí mismo, sin depender de nadie».
Hoy, en este hospital hay cuatro niños con terapia ECMO a la espera de un órgano