EL POSO DE UCEDA COMO CONSUELO DE LA MALDICIÓN DE MORANTE
Ante la suerte negada del genio de La Puebla en los sorteos, el veterano acaricia el triunfo con el toro más destacado de la peor corrida de El Puerto en 2022
Cumplía Morante de la Puebla su corrida 95 de esta temporada planteada con aspiraciones gallistas y hollada con cumbres belmontistas y fue nefanda. Las tres líneas que presentían la gloria fueron escritas olvidando el gafe bíblico de un torero de época. Ya quedan. El Puerto de San Lorenzo, que ha echado un año extraordinario, lidió la peor corrida de 2022, concentrado el bajío en el infumable lote de MdlP. Y quedó entonces el consuelo del poso de Uceda Leal, una vez anulado el gran protagonista de la cita.
A las 18.13 Morante desataba un rugido de oles, sin dar apenas tiempo a asentar la ilusión ni la sospecha de la desilusión: un quite a la verónica, acompasado con todo el empaque del mundo, envenenaba el toreo. Uceda Leal, que había toreado espléndidamente por el mismo palo de salida, replicó por apretadas chicuelinas, a compás abierto, con majeza también en la media. No había sido la única con tañido de clasicismo. Tres por parte de Uceda, una en la cuenta de Morante. Otro vuelo, otra cosa. En todas las intervenciones, el toro de El Puerto, bajo, bien hecho, suelto de carnes, flexible y con generoso cuello, había humillado con notable y mejor son por el pitón derecho. Que sería la mano. Siempre a falta de un punto de empuje, ese aire sueltecito y berreón con que se movía en el límite, siendo buen toro. De hecho sería, años luz, el más óptimo del dispar y decepcionante sexteto.
La faena se quien fue uno de los toreros puntales de la generación del 98 desprendió el poso de la veteranía. Desde que se lo sacó a los medios andándole por la cara al cierre rodilla en tierra pleno de sabor. Entre prólogo y epílogo, las series diestras cimentaron la obra, sobre la clase y el gusto. Es cierto que con una intensidad atenuada por cuanto la embestida se dormía, abortando la rotundidad presentida por su estilo, por el caro inicio del muletazo. El torero fue acortando las series hasta dar con la medida exacta. De la faena también. Media estocada bastó. Y desató una pañolada sobrada que no convenció al presidente. La vuelta al ruedo desprendió la misma torería de siempre.
Los partidarios de Morante se quedarían con la intervención de las 18.13 como recuerdo. Un toro feo, un bloque negro, salió barbeando tablas, husmeando querencias, pregonando su mansedumbre. No quiso darse nunca, y en su negación se defendió con vio