MÁS LUZ PARA CUBA
EN ESA Cuba asolada por los apagones, aparece de pronto la Luz (Escobar), Premio Internacional de Periodismo de este diario. Como de todo disidente, lo que más te impacta es la fuerza interior que transmite, pero lo que más te intriga es de dónde saca esa fuerza. ¿Qué te lleva a aceptar vivir en una inmensa prisión a cielo abierto sin haber cometido ningún delito? ¿Cómo sobrellevas salir al extranjero como un preso al que le han dado un permiso? ¿Y cómo vuelves a tu cárcel para seguir siendo prisionera de un régimen incapaz de decirte cuándo y con qué argumentos te declaró persona «regulada» (una categoría legalmente inexistente) para poder así hacerte la vida imposible con constantes arrestos domiciliarios, sanciones y presiones? ¿Qué pasa cuando por las noches, en el silencio previo al sueño, te preguntas si tus dos preciosas hijas estarán condenadas a vivir toda su vida bajo una tiranía anacrónica?
Luz y el medio en el que trabaja, 14yMedio, no aspiran siquiera a hacer información política: además de estar prohibido, no hay proceso político que contar ni nadie del gobierno va a hablar con ellos ni darles nada que no calque la versión oficial. Su misión es contar hechos: el apagón, el socavón, la falta de guantes en los hospitales, las colas, la ausencia de transporte. Pero como en toda dictadura, la verdad, por pequeña e insignificante que parezca, es subversiva. Son regímenes con miles de policías, soldados y un inmenso aparato de seguridad que no parecen resistir el embate de una mujer armada con un bolígrafo y un cuaderno.
En Rusia, patria del otro premiado, Alexei Kovalev, el Kremlin está acorralado no por la información independiente de su medio (Meduza), que está censurada o bloqueada, sino por un error de cálculo del Kremlin: dejar la televisión en manos de los más duros y brutales partidarios del régimen. Grave error: cuando las cosas en Ucrania han ido bien para Moscú han celebrado y jaleado el bombardeo y asesinato de civiles y ciudades ucranianas. Pero ahora que van mal, se han convertido en los más feroces críticos de la incompetencia militar (que en realidad es de Putin). Como recordaba Kovalev, gracias a los hooligans de Putin en los platós, los rusos saben perfectamente que están perdiendo la guerra. Por una fracción de lo que los fanáticos cuentan en la tele rusa («es una guerra y la estamos perdiendo») él estaría en la cárcel, pero eligió el exilio para documentar los crímenes de sus compatriotas. Duro oficio.