El Mundo Madrid - Weekend

‘‘YO NO ME HE JUBILADO: NO SÉ CUÁNDO NI DÓNDE, PERO VOLVERÉ”

- POR IÑAKO DÍAZ-GUERRA

AUNQUE SU FAMILIA QUERÍA QUITARLE “LA IDEA DEL PERIODISMO A HOSTIAS”, ÉL SABÍA QUE AHÍ ESTABA SU

FUTURO. Y LO ESTABA. SU FUTURO Y NUESTRO PASADO, AQUELLAS NOCHES PEGADOS A LA RADIO CUANDO

‘EL LARGUERO’ Y ‘SUPERGARCÍ­A’ DIVIDÍAN ESPAÑA. TAL VEZ NO FUERA EJEMPLAR, PERO FUE HISTÓRICO

José Ramón de la Morena dejó la radio el 30 de junio de 2021. Quince meses dan para mucho y quien fuera durante tanto tiempo rey del deporte y de la noche, inventor y líder de aquel fenómeno que fue El Larguero en los años 90, es un padrazo de 65 años que te cita a las 9.30 de la mañana. Las vidas cambian. Pocas lo hacen de un modo tan bestia.

Pregunta.– No son horas, José Ramón.

Respuesta.– No te quejes que te podría haber dicho a las 7.30, que es cuando me despierto para llevar al niño al colegio.

P.– ¿Añora la adrenalina? R.– He encontrado otras maneras de tenerla. Mi Fundación me lleva mucho tiempo, sigo organizand­o los torneos de niños en Maspalomas y, además, estoy cumpliendo mi objetivo fundamenta­l: ser un padre presente. No sé qué pensará mi hijo ahora que tiene año y medio y ya me reconoce de verdad, jugamos, vamos con la bici… Me gustaría que guardase un recuerdo de su infancia con su padre, ya mayorcito, metido en estos líos. Ha nacido con la simpatía que no tiene el padre y te hace ver la vida de otro color.

De la Morena, que ya tenía tres hijos que crecieron cuando él vivía por y para la radio, decidió hacerlo diferente esta vez. Colgó el micrófono y se fue a casa. Sólo me pide dos cosas. Primero, que ponga una foto con el pequeño. Le cuesta elegir una, se le cae la baba. Lo segundo sorprende más: “No me dejes muchos tacos. Soy una ametrallad­ora y me da rabia, porque ahora la gente joven cada vez habla peor y he contribuid­o a eso. No quiero parecer Castelar, pero púleme un poco”. Pactamos un 10%. Por cuestión de estilo he dejado más bien el 30%. Espero que no se enfade pues, como pueden atestiguar de José María García a Javier Clemente, el afable señor de Brunete es duro enemigo.

P.– Tanto taco no gustaría en los Escolapios de Getafe, a los que hizo célebres.

R.– Estuve interno siete años. Me dijo Valdano que todos los que estamos internos somos luego unos reprimidos y, en mi caso, llevaba razón. Me marcó muchísimo, pero no me dañó. Tengo amigos que cogieron un odio ancestral a la sotana, pero yo guardo buenos recuerdos de algunos curas. Sobre todo del padre Isidro, que me inculcó la fe del Atleti y me llevó por primera vez al Manzanares a ver al Cagliari de Gigi Riva.

P.– ¿Es del Atleti en serio? Hay quien duda…

R.– La gente que dude lo que quiera, pero lo soy desde los 9 años. Luego, a los 10, empecé a fumar como un descosido, aquellos paquetes de Antillana y Bisonte. Estábamos todo el santo día yendo al baño a darle, hasta que con 13 vi a un amigo con una tos escandalos­a y pensé que aquello tenía mala pinta, así que no volví a fumar en mi vida. Ni un puro en una boda. En los Escolapios fumábamos por frío, el cigarro calentaba las manos.

P.– Allí empieza con el periodismo.

R.– Escribo mis primeras crónicas de fútbol, de la liga del colegio. Lo mío era vocación pura, nada de mi entorno me empujaba hacia el periodismo. Mi abuelo, mi padre y mi tío eran secretario­s del Ayuntamien­to y yo estaba predestina­do, según ellos, a ser juez. El periodismo era denigrante para ellos, mi abuelo le decía a mi padre que me tenía que quitar esa idea a hostias. Y, si eso no funcionaba, quería meterme en la Guardia Civil. Fue una cosa jodida. Mi padre me obligó a estudiar Derecho, pero, a escondidas, me matriculé en Ciencias de la Informació­n.

P.– ¿Cuál era el camino a la radio en aquellos días?

R.– Puerta a puerta. Iba a las redaccione­s y me ofrecía. Fui a todas menos a la SER, porque eso era el Madrid o el Barça y me venía enorme. Luego, Luis Sanjurjo me llevó a la COPE, que aún era Radio Popular, y entrevisté varias veces a [José María] García. En una de esas me pidió mi teléfono, que igual me llamaba para la SER. Así fue y me cogieron de becario. Al irse García se quedaron en cuadro y me hicieron un contrato. Cuando PRISA compró la SER, nos dieron a Paquito González, a Chus Galán y a mí el programa de mediodía, que no lo quería hacer nadie porque preferían irse de comida.

P.– El célebre periodismo de asador.

R.– Exacto, así que nos lo quedamos los pringaos. Pensé que a las tres de la tarde nuestro público era distinto, muchas más mujeres, y que teníamos que hacer un periodismo diferente con un lenguaje más descodific­ado para llegar al público femenino, que entonces aún no era tan futbolero como ahora. Hacíamos un programa más desenfadad­o y, segurament­e, también bastante agresivo, pero funcionó. Ahí tuve mi primer enfrentami­ento con Clemente.

P.– Pronto empezamos porque esto era 1989, aún no era selecciona­dor.

R.– No, entrenaba al Atleti. Clemente se había portado muy bien conmigo cuando estaba en el Athletic. El día que quedan campeones en Las Palmas, Ramos Marcos me dijo que si me veía en el césped me echaba del estadio, pero me dejó Cedrún un chándal y me senté en su banquillo. Clemente se portó de cojones, pero llega al Atleti justo cuando yo acabo de coger El Larguero. Un día, entra en antena y me suelta: “¿Tú qué pintas aquí, chaval? Este país por la noche sólo escucha a José María García”. Yo le respondí a la altura del comentario y salimos a hostias. Ahí empezó la guerra.

P.– ¿Es la única en la que no ha firmado la paz?

R.– Sí. Fue a peor y a peor hasta llegar a un punto sin retorno. Ninguno fuimos un gran ejemplo y con la selección se desmadró. Es una historia vergonzosa.

P.– Él no ha olvidado.

R.– Ni yo tampoco, aunque en algún momento hubiera aceptado acabar con un conflicto que no hacía bien a nadie. [Manolo] Lama y Paco [González] nunca le perdonaron por la agresión a [Jesús] Gallego en Chicago. A mí aquello me pareció un acto de cobardía, porque a un tío que va con las manos ocupadas no puedes ir a

“VALDANO ME DIJO QUE TODOS LOS QUE ESTUVIMOS

INTERNOS SOMOS UNOS REPRIMIDOS, CONMIGO ACERTÓ”.

EL MUNDO. DOMINGO 23 DE OCTUBRE DE 2022 darle una leche, pero hubiera sido capaz de perdonar si él hubiera mostrado algún tipo de arrepentim­iento. Hizo lo contrario: fue a más.

P.– ¿De verdad se insultaban al cruzarse?

R.– Sí. Tras el Mundial 94, hablamos y decidimos parar, incluso le entrevisté en un tono civilizado. Entonces, un día me pasan una revista de relojes y allí estaba Clemente dándome otra vez: que si soy mala persona, que si tal, que si cual. Pensé “este tío es idiota”, y le metí otro viaje bastante desagradab­le en antena. Ahí se acabó la tregua hasta desembocar en el peor episodio de todos.

P.– ¿Cuál?

R.– En la víspera del día de los Santos, estoy poniendo flores en la tumba de mi padre y recibo el siguiente mensaje: “Cabrón, ¿por que no te metes con tu puto padre?”. Tuvo mala suerte de pillarme justo allí y le llamé: “Mira, hijo de la gran puta, dime dónde estás que voy a arrancarte la cabeza”. Fíjate qué nivel, me da vergüenza contarlo.

P.– ¿Y qué le dijo?

R.– Que estaba en Libia [risas]. Y yo: “Pues eso te salva, porque si estás cerca te reviento”. Él me ha hecho todo el daño que ha podido y yo todo el que he podido a él.

P.– Antes de liarnos con Clemente, hablábamos de cómo llegó a El Larguero.

R.– Hacía ese programa de mediodía, Alfredo [Relaño] vio que a su novia le encantaba el estilo y se lo propuso a Augusto Delkáder. Me voy al Tour de Perico [Delgado], el del 88, me mato a trabajar y tengo la suerte de estar en su habitación cuando entran a decirle que puede seguir corriendo pese al célebre probenecid. Di la noticia, me felicitó Augusto y, al volver, es cuando me proponen hacer El Larguero. Ahí empezó todo.

P.– ¿Era consciente de la revolución que lideraba?

R.– Para nada. Era consciente de que trabajaba con gente muy buena. Tenía al lado a Paquito, a Lama, a Pepe Domingo Castaño y a [Carlos] Bustillo, que siempre ha sido mi Pepito Grillo. Sabía que hacíamos buena radio, pero no sentía que liderase nada.

Sin embargo, fue así. En esa España de los 90, sobre todo a raíz de la guerra con Supergarcí­a, El Larguero representa­ba la modernidad, era casi una religión entre los jóvenes, había cola cada noche en Gran Vía para ver el programa y cuando salían de gira por España llenaban los mismos recintos que estrellas del pop. En su cénit, llegó a tener 1,6 millones de oyentes cada noche. Para ponerlo en perspectiv­a, El partidazo lidera ahora esa franja con 767.000. Ante la solemnidad y cierto olor a naftalina que desprendía García, Joserra apostó por un estilo cercano, gamberro y costumbris­ta, desde el “Ra, ra, ra” de la sintonía hasta el tono de sus entrevista­s.

P.– ¿Por qué decidió hacerse pasar por el paletillo de Brunete que no es?

R.– Os creéis que lo digo de cachondeo, pero es lo que soy: un paletillo de Brunete. Antes de que me lo digan otros como insulto, que me lo han dicho, prefiero reconocerl­o yo con orgullo. Paletos somos los de pueblo y a mucha honra.

P.– Suena a broma que su descubrido­r fuera García.

R.– Pues así fue, aunque luego no me hizo ni puto caso [risas]. De hecho, él ni se acordaba. Hace poco me preguntó: “Oye, ¿es cierto eso de que tú y yo empezamos juntos?”.

P.– ¿De verdad creía que la competenci­a sería pacífica?

R.– Te lo juro, pero él abrió las hostilidad­es, segurament­e sin necesidad, y yo no me iba a arrugar. Escuché Saludos cordiales [el podcast de Pablo Juanarena en Radio Marca sobre la guerra entre ambos] y está muy bien, pero hay cosas que vuelvo a escuchar y me avergüenzo. No voy a repetirlas. No fue el mejor ejemplo del periodismo, pero fue una revolución. Es curioso que algo que estuvo objetivame­nte mal tuviera semejante impacto y marcase tanto a la sociedad.

P.– La mayoría les veía como los buenos.

R.– Yo tenía claro que éramos los buenos, que llevábamos razón, que yo no chantajeab­a ni amenazaba a nadie. En ese sentido sí sentíamos una superiorid­ad moral y, creo, mucha gente vio que éramos una nueva manera de hacer las cosas, una más civilizada. Aunque luego el comportami­ento de todos estuvo lejos de serlo. Cuando él se acercó a hacer las paces me dijo: “Hemos sido gilipollas”. Y le respondí: “Tú más”. Porque él era el fuerte, si no me ataca, mucha gente no se hubiera enterado de que existía, aunque creo que hacíamos muy buena radio y hubiéramos encontrado nuestro sitio incluso sin esa guerra.

P.– ¿Habla con García de vez en cuando?

R.– Ahora hace bastante tiempo que no, pero estamos en paz.

P.– ¿Qué sintió cuando ganó la guerra y se convirtió en líder en 1995?

R.– En aquella España desbancar a García parecía un imposible, pero yo nunca me creí nadie especial. Seguir viviendo en Brunete me salvó de las gilipollec­es del ego. El día que salió el EGM, me dio una alegría, pero, lo siguiente que hice fue irme a comprar un columpio de jardín para las niñas y mirando la pela, que yo no cobraba los mil millones que ganaba García.

P.– Hombre, de sueldos no se puede quejar.

R.– No, no. Lo que pasa es que a García le cabreaba este tema. Aún me echa en cara que me metía mucho en antena con lo que él ganaba. Me dice: “Bueno, si a ti te pagaban menos, jódete, haber negociado mejor”. Y tiene razón [risas].

P.– El fin de los años de gloria de los Deportes de la SER llega en 2010, con el despido de Paco González.

R.– Así fue, eso lo partió todo por la mitad. No sé cómo sería la SER ahora con todos nosotros, pero me hubiera encantado saberlo. Fue una pena muy grande. Lo que sucedió entre la SER y Paco se podía y se debía haber arreglado.

P.– ¿Se resintió su amistad con Paco, Lama, Pepe

Domingo y los demás que se marcharon?

R.– Sí, porque un tipo vino a hacerme una entrevista y, cuando habíamos acabado ya, me preguntó si creía que se hubieran ido de todas maneras. Le dije que sí, que tenían una oferta mejor, y al día siguiente tituló: “No se fueron porque les echaran, se fueron porque tenían una oferta mejor”. Eso a Paco le cabreó mucho, con razón, pero yo jamás lo hubiera dicho públicamen­te en aquel momento, aunque era verdad. Paco estaba hasta las narices porque querían ganar más y les salió muy bien. Ya está, la vida es así.

P.– En 2016 es usted el que se va. ¿Por qué?

R.– Fundamenta­lmente, por dinero. No solamente para mí, porque al final la SER me intentó igualar la oferta de Onda Cero, sino para mi equipo. Tenía redactores que pasaban de ganar 30.000 a 150.000, les cambiaba la vida.

P.– ¿Cómo llevó dejar de ser el rey?

R.– Lo tenía asumido, sabía que con El transistor no iba a ser ni número 1 ni número 2. Hay unos límites a lo que un presentado­r puede mover en la radio. La emisora es lo que manda.

P.– ¿Sintió que se le perdía el respeto en esos últimos años?

R.– Un poco. Me sentí abandonado sobre todo por la publicidad, que muchos prometiero­n y al año desapareci­eron, pero no voy a culpar a nadie del fracaso, que se le puede llamar así. El responsabl­e soy yo.

P.– ¿Cuál fue su momento más feliz haciendo radio?

R.– Mi momento cumbre fue el programa en la mina con Fernando Alonso y Víctor Manuel cantando La planta 14 a 600 metros de profundida­d, con los mineros con los ojos empañados.

P.– ¿Y el peor?

R.– Algunas noches, con García o con Clemente, al acabar me subía en el coche para volver a casa y sentía que iba pringoso, sucio, manchado de basura.

P.– Bueno, en cualquier caso, no ha estado mal para un paletillo de Brunete.

R.– [Risas] Ha estado muy bien y me ha permitido acabar en el lugar más cómodo, que es donde estoy ahora mismo, disfrutand­o de mi hijo. Pero, una cosa, yo no me he jubilado. Sigo siendo periodista y volveré a hacer algo. No sé cuándo ni dónde, pero volveré.

“CON CLEMENTE Y GARCÍA, HABÍA NOCHES QUE AL ACABAR

ME SENTÍA PRINGOSO Y SUCIO”. “LLAMÉ A CLEMENTE Y LE

DIJE: ‘¿DÓNDE ESTÁS? VOY A ARRANCARTE LA CABEZA’”

“EN LA GUERRA ÉRAMOS LOS BUENOS: YO NI CHANTAJEAB­A

NI AMENAZABA”. “SOY UN PALETILLO DE BRUNETE Y SEGUIR

VIVIENDO ALLÍ ME SALVÓ DE LAS GILIPOLLEC­ES DEL EGO”

HORÓSCOPO

ARIES (21 marzo - 20 abril)

Procura no darle demasiadas vueltas a los posibles errores que hayas cometido y mira hacia adelante, ya que torturarte no servirá de nada.

TAURO (21 abril - 20 mayo)

Puede que pases un día bastante agobiado, pues te va a parecer que todo lo que realizas no tiene resultado. Debes tener más paciencia.

GÉMINIS (21 mayo - 21 junio)

La distancia en la relación amorosa está provocando que lo veas todo mucho más oscuro y complicado, cuando no es así en realidad.

CÁNCER (22 junio - 22 julio)

Alguien tendrá un detalle contigo. En el trabajo debes continuar esforzándo­te por conseguir los objetivos, conseguirá­s una gran recompensa.

LEO (23 julio - 22 agosto)

Será un día de confesione­s y alguien te explicará algo que se estaba guardando, lo que te hará ver un tema desde un punto de vista diferente.

VIRGO (23 agosto - 21 septiembre)

Crees que puedes mantener la relación, pero al mismo tiempo te preguntas cuánto tiempo podréis estar así. Mejor meditar otras opciones.

LIBRA (22 septiembre - 22 octubre)

La asimilació­n de la realidad es imprescind­ible para vivir el presente, no puedes esconderte de lo acontecido y hacer como que no existe.

ESCORPIO (23 octubre - 21 noviembre)

Confía en las capacidade­s de los demás y no quieras hacerlo todo tú solo, eso hará que te agobies con tantas tareas y que no acabes ninguna.

SAGITARIO (22 noviembre - 22 diciembre)

Alguien te repetirá constantem­ente que estará a tu lado para escucharte y acompañart­e. Deja que te ayuden, pues todo lo verás diferente.

CAPRICORNI­O (23 diciembre - 21 enero)

En la búsqueda del equilibrio que anhelas podría ayudarte un profesiona­l en temas psicológic­os con quien te relacionas laboralmen­te.

ACUARIO (22 enero - 21 febrero)

La paciencia es la madre de la ciencia. Aunque a veces nos parezca exagerado, debes esperar porque la precipitac­ión te llevará al fracaso.

PISCIS (22 febrero - 20 marzo)

Quizá tengas que buscar un momento de acercamien­to con la familia, una buena idea sería hacer un viaje que os haga pasar tiempo juntos.

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