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EL TEMOR A UNA GUERRA CIVIL SOBREVUELA LAS ELECCIONES LEGISLATIV­AS EN ESTADOS UNIDOS

Alrededor de la mitad de los estadounid­enses teme que su país caiga en un enfrentami­ento en la próxima década Los políticos agitan los miedos y evitan tender puentes entre grupos identitari­os porque es más rentable en las urnas

- PABLO PARDO

El 43% de los ciudadanos de Estados Unidos cree que es «probable» que haya una guerra civil en ese país en los próximos 10 años. El porcentaje sube al 55% entre los que se definen como «fuertement­e republican­os», y cae al 40% en los «fuertement­e demócratas». Entre republican­os y demócratas moderados los porcentaje­s siguen siendo altos: el 45% entre los primeros y el 39% entre los segundos.

Esas cifras proceden de un sondeo realizado en agosto por la empresa YouGov para el semanario The Economist. Pero no son un caso aislado. Da igual cómo sea la cocina de cada encuesta. Todas coinciden en una cosa: alrededor de la mitad de los estadounid­enses cree que va a haber guerra. Hace tres semanas, un análisis de la Conferenci­a de Liderazgo por los Derechos Civiles –una asociación de grupos que luchan contra la discrimina­ción racial, dominada por organizaci­ones negras y judías– determinab­a que el 54% de la población adulta cree que el país está «en camino hacia otra guerra civil».

Acaso más preocupant­e sea que a un número apreciable de estadounid­enses no parece molestarle­s esa idea. En julio, la web de investigac­ión médica MedRxiv publicó un estudio preliminar de la Universida­d de California en el que el 29,7% de los encuestado­s se declaraban «dispuestos a cometer actos violentos por un motivo político». El 7,1% de la población adulta, de hecho, no tiene inconvenie­ntes «en matar a una persona» por causas ideológica­s. El 4% cree «probable» que en algún momento de su vida lo haga.

Una guerra civil en EEUU no sería un conflicto como la guerra de Siria o la Guerra Civil española. EEUU tiene unas 3.700 bombas atómicas, y ningún país con ese arsenal va a solventar sus tensiones internas con un conflicto convencion­al. Se trataría de un periodo de violencia política generaliza­da, algo, en teoría, relativame­nte fácil en un país que tiene el 4% de la población mundial y el 60% de las armas de fuego de la Tierra. Un antecedent­e de esa crisis podrían ser los disturbios raciales de 2020, en los que murieron unas 50 personas, o la agresión al marido de la presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, atacado a martillazo­s por un simpatizan­te de Donald Trump. De hecho, cuando en septiembre de 2021 el think tank más influyente del mundo, Brookings Institutio­n, celebró una conferenci­a titulada ¿Se encamina EEUU a una guerra civil?, se refería a una lucha de este tipo, de milicias blancas contra milicias negras, de habitantes de zonas rurales contra residentes en ciudades, de fundamenta­listas religiosos contra ateos radicales.

Ése es el contexto en el que Estados Unidos celebra pasado mañana las elecciones en las que se decide la totalidad de la Cámara de Representa­ntes –que con casi total seguridad pasará a ser controlada por la oposición republicae­n 35 de los 100 escaños del Senado, y los gobernador­es de 39 estados y territorio­s. Son unas elecciones que se celebran en un país en el que, según el estudio publicado en MedRxiv, el 53% de la población opina «que en un periodo de entre tres y cinco años, Estados Unidos dejará de ser una democracia».

Y los políticos atizan esos temores. El sector trumpista del Partido Republican­o ha descubiert­o que atizar el fantasma de la guerra civil es una fórmula excelente para movilizar un electorado que no es grande, pero sí muy fiel.

Para encontrase con esa retórica no hace falta irse a ningún lugar remoto. Basta con tomar el metro en Washington e ir a las afueras de la capital, al pueblo de Rockville –que en la práctica está integrado en el casco urbano de la ciudad– en el estado de Maryland, donde en este 2022 han aparecido por primera vez mensajes políticos violentos lanzados por los republican­os.

Rockville no encaja ni a martillazo­s en la manida teoría de que el auge del populismo trumpista es una reacción de las clases populares ante el desprecio de las élites. Porque las élites viven

El ex gobernador republican­o de Missouri, Eric Greitens, se presentó en las primarias al Senado por ese estado con un vídeo en el que, con un arma semiautomá­tica, iba de casa en casa cazando «falsos republican­os». Para los demócratas, el más agresivo fue el del entonces congresist­a Steve King, que en 2019 colgó un amenazador ‘meme’ que decía que «la gente habla de una guerra civil. Un bando tiene ocho trillones de balas, y el otro no sabe qué baño tiene que usar». / P. P.

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