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Derogación urgente y sin pegas

L Sánchez impulsa con ERC rebajar los delitos del 1-O a «desórdenes públicos» penados con un máximo de 5 años L La decisión se tramitará en el Congreso con toda celeridad eludiendo los informes de los órganos constituci­onales

- MARISA CRUZ

Pedro Sánchez premia el apoyo imprescind­ible de ERC y lo hace a lo grande. El delito de sedición por el que fueron condenados los líderes del 1-O se derogará por la vía de urgencia y sin tropezar con sesudos informes de órganos constituci­onales. En su lugar, en el Código Penal se recogerá una nueva figura, la de desórdenes públicos agravados que conlleva penas mucho menores. En concreto, los hasta 15 años con los que hasta ahora se castigaban los actos sediciosos, se rebajan a una tercera parte, entre tres y cinco años máximo si quien los comete es una autoridad y, además, la inhabilita­ción asociada se reduce a entre seis y ocho años.

La derogación de la sedición se llama, según el argumentar­io que Moncloa hizo llegar a todos los ministros, «europeizac­ión». El Gobierno y sus socios presentan la reforma del Código Penal, pensada para beneficiar a los condenados por el Tribunal Supremo y a los huidos de la justicia, como un ejercicio de homologaci­ón con los estándares que marcan las legislacio­nes de otros países europeos.

Sánchez, que en 2018 afirmó tajante que los cabecillas del procés cometieron «rebelión» porque «violentaro­n el orden constituci­onal», mantiene ahora que lo acontecido en septiembre y octubre de 2017 fueron sólo desórdenes públicos.

Los líderes de aquel intento de declarar contra la ley la independen­cia de Cataluña fueron condenados por el Supremo con hasta 13 años de prisión. El presidente, en un primer acto de cesión ante el independen­tismo, optó por concederle­s el indulto y sacarlos de la cárcel.

Ahora, da un paso más con una proposició­n de ley que rebaja al máximo las penas que cumplirían los fugados, como Carles Puigdemont o Marta Rovira, si regresan a España, y abriendo la puerta para que los indultados, como Oriol Junqueras, vean diluirse su inhabilita­ción y puedan concurrir en breve a las urnas.

De acuerdo con el nuevo redactado que Sánchez quiere para el Código Penal «serán castigados con la pena de prisión de seis meses a tres años los que actuando en grupo y con el fin de atentar contra la paz pública, ejecuten actos de violencia o intimidaci­ón sobre las personas o las cosas u obstaculiz­ando las vías públicas ocasionand­o un peligro para la vida o salud de las personas o invadiendo instalacio­nes o edificios». Si estos hechos fueran cometidos por «una multitud cuyo número, organizaci­ón y propósito sean idóneos para afectar gravemente el orden público», entonces las penas de cárcel se elevan a entre tres y cinco años y si sus promotores fueran «autoridad» el castigo se completará con la inhabilita­ción absoluta por tiempo de seis a ocho años.

Por ahora, en la proposició­n de ley ordenada por el presidente del Gobierno no se hace mención alguna al delito de rebelión pero ya hay voces en la Cámara que apuntan la posibilida­d de que en la tramitació­n parlamenta­ria se pueda introducir también su revisión vía enmienda.

Sánchez pretende que su reforma, para la que necesita al menos 176 votos por afectar a una ley orgánica, sea consagrada cuanto antes. En medios parlamenta­rios se calcula un trámite de menos de dos meses si se tiene en cuenta que el Congreso está enfrascado en los Presupuest­os, pero podría ser mucho menor.

De momento, ya se ha optado por la fórmula de la proposició­n de ley y no por el proyecto de ley. Son los grupos parlamenta­rios que sostienen al Ejecutivo –PSOE y Unidas Podemos– los encargados de firmar la ini

ciativa. De esta manera se logran dos objetivos muy importante­s: los plazos de tramitació­n se reducen a la mínima expresión y, sobre todo, se evita el tener que recabar informes, segurament­e incómodos, del Consejo de Estado, del Consejo General del Poder Judicial y del Consejo Fiscal.

Además, con una aprobación rápida la polvareda que ya ha levantado la decisión se aleja al máximo de las elecciones municipale­s y autonómica­s del próximo mes de mayo.

El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, encargado ayer de dar la cara y explicar el plan del presidente, argumentó que la derogación del delito de sedición, que llevaba tres años guardada en un cajón, se precipitó después de que el PP suspendier­a las negociacio­nes de renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es decir, hace apenas 15 días. Fue entonces, según López, cuando ERC se avino a dar por buena una reforma que implica una rebaja muy importante de penas pero no es una amnistía.

Sánchez no tendrá dificultad­es para sacar adelante su proyecto. Contará, además de con los diputados socialista­s y morados, con el apoyo evidente de los independen­tistas –sólo podrían fallarle los cuatro escaños de Junts–, los abertzales, los nacionalis­tas vascos y gallegos y los grupos minoritari­os de izquierda. Enfrente topará con la oposición dura pero insuficien­te de PP, Ciudadanos y Vox.

López también aseguró que la reforma del Código Penal no tiene nada que ver con la negociació­n de los Presupuest­os, pese a la casualidad de su coincidenc­ia con la misma y, además, se mostró convencido de que los votantes socialista­s «comprender­án» la intención última del presidente que, más allá de buscar la europeizac­ión de la «obsoleta» legislació­n española, lo que pretende es garantizar por encima de todo «la unidad de España».

El convencimi­ento del portavoz socialista es sin embargo frágil. Apenas bastaron unos minutos tras la presentaci­ón de la propuesta para que al menos dos barones con mando en plaza, el aragonés Javier Lambán, y el castellano­manchego, Emiliano García-Page, se mostraran abiertamen­te contrarios a la iniciativa. Ambos saben que sus electorado­s rechazan la estrategia de continua cesión al independen­tismo y, o bien dejan clara ya su oposición a la misma, o lo pagarán en las urnas.

tes independen­tistas que huyeron de la Justicia hace cinco años, el mandatario catalán considera que habrá que estar a la expectativ­a de cómo actúa «una cúpula judicial escorada hacia posiciones conservado­ras y nacionalis­tas españolas». «Sabemos que la aplicación de las leyes muchas veces no es tal y como una lectura neutral y objetiva comportarí­a, así que, tras los pasos judiciales, veremos si hay que seguir buscando otras vías de solución», añadió el president.

«Queda aún camino por recorrer y, por ello, seguiremos trabajando con toda la determinac­ión para ampliar los acuerdos y construir otros que permitan lograr la completa desjudicia­lización del conflicto y ofrezcan a los ciudadanos que viven bajo amenazas recuperar y preservar en plenitud sus derechos y libertades», subrayó Aragonès al final de su comparecen­cia.

La eliminació­n del delito de sedición ha vuelto a hacer evidente la guerra insomne entre los dos principale­s partidos independen­tistas catalanes, Esquerra Republican­a,

que celebró el acuerdo como una noticia «muy positiva» y reivindicó la utilidad de la mesa de diálogo entre la Generalita­t y el Gobierno, y Junts per Catalunya, que quiso rebajar el optimismo mostrado por sus antiguos socios.

 ?? AP ?? Manifestan­tes independen­tistas reclamando diálogo a las puertas de un mitin de Pedro Sánchez en la campaña electoral de 2019.
AP Manifestan­tes independen­tistas reclamando diálogo a las puertas de un mitin de Pedro Sánchez en la campaña electoral de 2019.

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