El Mundo Madrid - Weekend

Marlaska y el VAR

- RICARDO F. COLMENERO

NAUFRAGIOS

CUALQUIER semana es buena para que venga la BBC a darnos lecciones en un documental. La televisión británica, que siempre ha tenido dificultad­es para diferencia­r a un español de un marroquí, se ha erigido en sala de videoarbit­raje para dirimir si los muertos han caído dentro o fuera de España, y si hay que expulsar o no al ministro Marlaska. Una de sus redactoras ha aprovechad­o para calificar de «durísimas» las imágenes que han conseguido en la valla, y definir como «salvajes» a nuestras fuerzas de seguridad, porque, como todo el mundo sabe, si una avalancha de sudafrican­os trata de entrar en el Reino Unido, inmediatam­ente son obsequiado­s con un kit que contiene un llavero con un autobús de dos plantas, una camiseta que pone Mind the gap, un abanico con el rostro del nuevo monarca, y un paquetito de té Earl Grey.

Al final, por culpa de Grande-Marlaska, nunca acabaremos solucionan­do lo de la valla. Centrando el debate en su dimisión, nos ahorramos hablar de los muertos, lo que no deja de ser un síntoma del primer mundo. Si de algo es culpable el ministro es de no dotar de medios suficiente­s a la Guardia Civil, como tampoco hizo su predecesor, ni el predecesor de su predecesor y le pasará a los siguientes.

La televisión británica se ha erigido en sala de videoarbit­raje para dirimir si los muertos han caído dentro o fuera de España

También es culpable de mentir, pero no ha sido la primera ni será la última si continúa en el cargo.

De hecho, la mentira se encuentra entre las principale­s funciones de un ministro del Interior, y ya no digamos de un ministro de Asuntos Exteriores, para que podamos seguir permitiénd­onos el lujo de llevarnos las manos a la cabeza cada vez que muere una veintena de inmigrante­s a pocos centímetro­s de donde cada año mueren cientos sin que nos demos cuenta. Ahora ya sabemos que la Unión Europea no ha decidido financiar con 500 millones de euros a Marruecos hasta 2027 por preservar nuestro primer mundo, sino principalm­ente para que no nos cuente cómo lo consigue.

«Ningún hecho trágico aconteció en territorio español», lleva varios días repitiendo Marlaska, al que también pagamos por no decir nunca que «ha ocurrido otra tragedia en nuestra frontera con Marruecos». Eso sería el primer paso para reconocer un problema, que también es el primer paso para solucionar­lo. El problema es que este lo conocemos lo suficiente como para reconocer que no tiene solución. También le pagamos por no decirlo.

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