Marlaska y el VAR
NAUFRAGIOS
CUALQUIER semana es buena para que venga la BBC a darnos lecciones en un documental. La televisión británica, que siempre ha tenido dificultades para diferenciar a un español de un marroquí, se ha erigido en sala de videoarbitraje para dirimir si los muertos han caído dentro o fuera de España, y si hay que expulsar o no al ministro Marlaska. Una de sus redactoras ha aprovechado para calificar de «durísimas» las imágenes que han conseguido en la valla, y definir como «salvajes» a nuestras fuerzas de seguridad, porque, como todo el mundo sabe, si una avalancha de sudafricanos trata de entrar en el Reino Unido, inmediatamente son obsequiados con un kit que contiene un llavero con un autobús de dos plantas, una camiseta que pone Mind the gap, un abanico con el rostro del nuevo monarca, y un paquetito de té Earl Grey.
Al final, por culpa de Grande-Marlaska, nunca acabaremos solucionando lo de la valla. Centrando el debate en su dimisión, nos ahorramos hablar de los muertos, lo que no deja de ser un síntoma del primer mundo. Si de algo es culpable el ministro es de no dotar de medios suficientes a la Guardia Civil, como tampoco hizo su predecesor, ni el predecesor de su predecesor y le pasará a los siguientes.
La televisión británica se ha erigido en sala de videoarbitraje para dirimir si los muertos han caído dentro o fuera de España
También es culpable de mentir, pero no ha sido la primera ni será la última si continúa en el cargo.
De hecho, la mentira se encuentra entre las principales funciones de un ministro del Interior, y ya no digamos de un ministro de Asuntos Exteriores, para que podamos seguir permitiéndonos el lujo de llevarnos las manos a la cabeza cada vez que muere una veintena de inmigrantes a pocos centímetros de donde cada año mueren cientos sin que nos demos cuenta. Ahora ya sabemos que la Unión Europea no ha decidido financiar con 500 millones de euros a Marruecos hasta 2027 por preservar nuestro primer mundo, sino principalmente para que no nos cuente cómo lo consigue.
«Ningún hecho trágico aconteció en territorio español», lleva varios días repitiendo Marlaska, al que también pagamos por no decir nunca que «ha ocurrido otra tragedia en nuestra frontera con Marruecos». Eso sería el primer paso para reconocer un problema, que también es el primer paso para solucionarlo. El problema es que este lo conocemos lo suficiente como para reconocer que no tiene solución. También le pagamos por no decirlo.