Meloni critica la «agresividad» del presidente galo
La acogida del barco Ocean Viking por Francia abre una crisis entre París y Roma
Después de tres semanas de espera en el Mediterráneo, el barco humanitario Ocean Viking, de la ONG SOS Méditerranée, llegó ayer al puerto francés de Toulon. París accedió a recibir el buque tras la constante negativa de Italia a hacerlo. Hasta en 43 ocasiones pidió el barco ayuda a las autoridades marítimas italianas, sin respuesta. Es un «deber de humanidad», dijo ayer el ministro de Interior, Gérald Darmanin, quien confirmó que Francia se haría cargo de manera «excepcional».
Los migrantes del Ocean Viking empezaron a ser conducidos a un centro de internamiento «del que no podrán salir; por tanto, no estarán técnicamente en suelo francés», precisó Darmanin. Ese centro es un gran complejo vacacional en la cercana península de Giens (Hyieres), a unos 20 kilómetros de Toulon, que se ha declarado como «área de espera internacional». Aquí permanecerán un máximo de 20 días para el estudio de sus casos. Se les someterá a diversos controles sanitarios y la Oficina para la Protección de los Refugiados les entrevistará uno a uno.
Así, los «elegibles para el asilo», según las autoridades francesas, podrán quedarse en el territorio y los que no, deberán volver a sus países de origen. Además, varios países europeos se han ofrecido a hacerse cargo dos tercios de los migrantes.
Alemania acogerá a más de «80 personas», anunció Darmanin. Croacia, Rumania, Bulgaria, Lituania, Malta, Portugal, Luxemburgo e Irlanda también harán lo propio.
Francia trata de aplacar la tensión política por este episodio. La extrema derecha liderada por Marine Le Pen ha sido muy crítica con el Gobierno, al que ha acusado de «laxismo». Del lado contrario, la izquierda y los ecologistas aplauden una «decisión digna».
La noticia de que finalmente Francia iba a acoger a los migrantes fue recibida con una mezcla de enfado y alivio. «El desembarco casi tres semanas después del rescate [frente a las costas de Libia], tan lejos del área de operación en el Mediterráneo central, es el resultado de un fracaso dramático por parte de todos los estados europeos, que se han burlado de la ley marítima de una manera sin precedentes» , dijo ayer Sophie Beau, cofundadora y directora general de SOS Méditerranée.
Francia anunció que suspendería con Italia el acuerdo europeo de recolocación de inmigrantes, lo que se traduciría en la suspensión del traslado de 3.500 migrantes desde Italia a Francia previsto para el próximo verano. Además, 500 policías galos se han desplegado en la frontera italiana para «controlar mejor la frontera francesa».
La reacción de Italia no se hizo esperar. La primera ministra ultraderechista Giorgia Meloni calificó ayer de «agresiva» e «injustificada» la reacción de París al tomar esas represalias y afirmó que hay que buscar «una solución europea». Meloni subrayó que, el mismo día que Francia aceptó recibir el barco, Italia admitió a 600 migrantes, la mayoría a bordo de pequeñas embarcaciones, con lo que su país acumula casi 90.000 personas llegadas a sus costas este año.
La ONG francesa del Ocean Viking fue ayer también crítica con la decisión de París: «Es ilegal que Italia no permita el desembargo en sus costas pero eso no le da derecho a Francia a salir del mecanismo de solidaridad europea», lamentaron fuentes de la organización.
El pasado junio se puso en marcha un sistema europeo de reubicación de solicitantes de asilo estipula que una decena de estados miembros de la UE –entre los que está Francia– acojan a 8.000 migrantes que lleguen a los países mediterráneos. Pero sólo un centenar de refugiados han sido reubicados por este sistema.