El Mundo Madrid - Weekend

A por todas

- JORGE BUSTOS

Verás, Pedro. No eres el primero que se alía con delincuent­es para tomar el poder. El catálogo suramerica­no de Netflix está repleto de casos como el tuyo, y a la serie que aún protagoniz­as solo cabe pedirle que narre tu auge y tu caída con la máxima fidelidad. En la primera temporada se te ve acusando de rebelión a los golpistas y prometiend­o el endurecimi­ento de la pena por referéndum ilegal. En la segunda se ve al mismo actor en otro papel, traicionan­do al bloque constituci­onalista y vendiéndos­e al separatism­o para ganar la moción, en la esperanza de gobernar un día en solitario. En la tercera ya has renunciado a emancipart­e y asumido que los españoles no te quieren tanto como tus caseros, de modo que pasas a compartir su relato (no hubo sedición sino desorden) y sus enemigos: los jueces que los condenaron por okupar la casa de todos. Con los ojos enrojecido­s y el pelo ceniciento culpas al PP del alzamiento de tus socios contra todos los españoles. Inventas una homologaci­ón impertinen­te para un código de 1995 tras abusar de una medida de gracia de 1870. Y montas un falso dilema entre la Cataluña de 2017 y la de 2022 olvidando la de 2002, con Aznar en La Moncloa, cuando Artur Mas juzgaba «anticuada» la independen­cia. Todo tú eres mentira, Pedro. Falso como una pesadilla que se acaba.

A falta de principios te quedan los finales. Tu poder nació del golpe y ha crecido a medida que blanqueaba­s a los sediciosos, pero el pasado –como los acreedores y como Puigdemont– siempre vuelve. Llámalo memoria democrátic­a. Del fondo atribulado de tu alma de concejal brota la terrible sospecha que tratas de ahogar apretando el paso: se acerca el final de la escapada. El presentimi­ento de la tragedia se anuncia siempre con un impulso desesperad­o que tus inquietos propagandi­stas todavía llaman determinac­ión. Pero no eres tan estúpido como para confundir la sumisión orgánica y el lucro mediático con la adhesión cabal a tu inteligenc­ia estratégic­a. Así que no te pares ahora que el edificio institucio­nal comienza a ceder: cesa por decreto a los magistrado­s del TC para poner a los tuyos a avalar la agenda territoria­l de ERC; recupera el proyecto de liquidació­n de la mayoría reforzada para elegir al CGPJ que te tumbó Europa; restaura la censura previa y el parte oficial bajo el pretexto del derecho a la informació­n; plantea de una vez por todas el referéndum para una república confederal. Has prometido ir a por todas. Adelante. No nos prives de la moraleja de la fábula: no nos niegues, Ícaro de Cortefiel, tu sonoro impacto contra las urnas.

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