«Mi madre hoy lucharía por la memoria de George Floyd»
Pregunta.– ¿Qué hizo de Josephine Baker una mujer excepcional? Respuesta.– Mostró una audacia extraordinaria para una chica de 18 años, cruzando el Atlántico hacia lo desconocido. Cuando llegó la guerra, mostró gratitud y aprecio sin reservas por Francia, su país adoptivo. Cuando la segregación alcanzó su punto álgido en Estados Unidos, salió a la luz su compromiso con la dignidad del ser humano. Y, finalmente, sus múltiples adopciones de niños revelan su creencia absoluta en una fraternidad sin prejuicios de raza y religión.
P.– ¿Por qué en Europa tuvo el éxito que no logró en EEUU?
R.– En Francia tuvo la extraordinaria oportunidad de poder revelar su personalidad escénica en un caldero artístico único en el mundo. Después de la I Guerra Mundial en Francia todas las viejas estructuras fueron abolidas y los ismos se enriquecieron con todas las extravagancias artísticas. Mientras tanto, EEUU seguía siendo prisionero de un puritanismo (a menudo hipócrita) que la habría condenado durante mucho tiempo y, como tantos otros negros como Billie Holiday, a un callejón sin salida.
P.– ¿También en Francia se enfrentó a prejuicios raciales?
R.– La Francia rural de los años 50 y 60 era tradicionalista y poco educada. Lo que podía parecer una manifestación racista (el color de la piel de mis hermanos, por ejemplo) era, muchas veces, sólo un reflejo de rechazo al extranjero, viniera de donde viniera. Era un mundo cerrado en sí mismo.
P.– ¿Cuál es la principal lección que nos ha dejado Josephine Baker?
R.– Tolerancia y respeto por los demás. P.– Josephine Baker combatió como miembro de la resistencia contra el nazismo en Francia, participó junto a Luther King en la marcha por los derechos civiles de 1963 en Washington. ¿Qué la empujó a unirse a esas luchas? R.– La II Guerra Mundial fue eminentemente racial, lo que reforzó su decisión de incorporarse a los servicios secretos franceses. Martin Luther King y mi madre estaban muy unidos en la convicción de una lucha implacable contra la segregación, pero por medios pacíficos. Tenían la misma filosofía de Gandhi o Nelson Mandela en los últimos años de su existencia.
P.– ¿Qué luchas apoyaría hoy?
R.– Black Lives Matters. Ayudó a varios presos negros condenados a muerte y hoy habría luchado por la memoria de George Floyd, como lo hizo por la de Emett Till, un niño de 14 años linchado por blancos. No olvidemos que ella, a los 11 años, asistió a los terribles disturbios raciales en Saint Louis.
P.– ¿Y qué pensaría del discurso antiinmigrantes que defienden partidos como el Frente Nacional de Marine Le Pen?
R.– Como ciudadana del mundo, mujer negra y ciudadana de Francia, la patria de los derechos humanos, se rebelaría contra que el Mediterráneo se haya convertido en una enorme y atroz tumba para una parte de la humanidad. Pero le recuerdo que Marine Le Pen asistió al entierro de mi madre en el Panteón. Aunque mi madre hubiera luchado contra ella y su partido, Marine Le Pen la admira y reconoce en ella a una gran francesa.
P.– Adoptó a doce huérfanos de distintas razas y orígenes, usted entre ellos. ¿Qué mensaje nos dejó con esa decisión?
R.– Más allá de la utopía, cierta idea de fraternidad. Esa singular experiencia existió y continúa hasta hoy. Es una referencia para los seres de buena voluntad.