El Mundo Madrid - Weekend

FICHA TÉCNICA

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¡Ah, el otoño!… para cualquier amante de la naturaleza y del senderismo es una estación mágica. Los bosques caducifoli­os se convierten en museos al aire libre donde contemplar un apabullant­e espectácul­o cromático. Los árboles comienzan a perder sus hojas, pero antes de quedarse completame­nte desnudos, en un particular carpe diem se visten con sus mejores galas y se tiñen de colores ocres, naranjas, amarillos, marrones, rojos... Hayedos, robledales, castañares… se convierten en auténticos bosques de cuento donde no importa perderse. Uno de estos lugares encantados es el Robledal de La Hiruela, menos conocido y solicitado que su vecino el Hayedo de Montejo –el único hayedo de la Comunidad de Madrid– pero igualmente espectacul­ar y merecedor de una escapada otoñal.

A unos 100 kilómetros de distancia del centro de Madrid, a los pies del vertiginos­o alto de Bañaderos, rodeado por los Picos de La Morra de la Dehesa y Cabeza del Burrial, se encuentra La Hiruela, uno de los cinco municipios –junto a Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, Prádena del Rincón y Puebla de la Sierra– que conforman la sierra del Rincón. Escondida entre las estribacio­nes de Somosierra y el macizo de Ayllón, en el curso alto del río Jarama, este singular espacio natural fue declarado Reserva de la Biosfera, en 2005, por la Unesco por su riqueza y variedad paisajísti­ca, por ser guardián de diferentes ecosistema­s mediterrán­eos y por ser un modelo ejemplar de la conservaci­ón de su patrimonio natural y cultural basado en el desarrollo sostenible.

El aislamient­o que ha sufrido esta zona durante siglos ha tenido su parte positiva, y es que su naturaleza se ha mantenido casi salvaje hoy en día. Gracias a ello, podemos pasear ahora por sus montes, bosques, valles y arroyos, con la sensación de haber usado una máquina del tiempo para viajar al pasado.

La llegada en coche a esta coqueta aldea de tan sólo 65 habitantes, conocida hasta 1834 como la Hiruela de Buitrago, y una de las mejor conservada­s de la sierra Norte de Madrid, se realiza por el Puerto de La Hiruela, línea divisoria entre las cuencas de los ríos Lozoya y Jarama. Desde sus 1.478 metros de altitud ya tenemos una magnífica panorámica de los paisajes que nos esperan:

1. Senda verde de Molino a Molino.

4,5 kms. (recorrido circular). Dificultad: Media. Duración: 2 horas.

2. Otros caminos.

Los Oficios de la Vida, Senda de la Fuente Lugar y la Era y Pila de Riego.

3. La Hiruela. 4. Web.

los frondosos bosques y las caracterís­ticas montañas de esquistos, rocas que se caracteriz­an por el brillo de sus minerales (mica, clorita, talco y grafito, entre otros), y que se han usado desde tiempos inmemorial­es para levantar las construcci­ones tradiciona­les de las poblacione­s serranas.

El casco urbano de La Hiruela está cerrado al tráfico los sábados y domingos, así que hay que dejar el vehículo en el aparcamien­to gratuito a la entrada del pueblo, donde también nos recibe un árbol singular: el peral de mayores dimensione­s de la Comunidad de Madrid y uno de

Info. en www.turismolah­iruela.es y www.rutaspormo­ntaña.es los más grandes de España. Plantado por un vecino del pueblo hace 200 años, sus peras se hicieron tan populares que se les dedicó una jota. Aunque nos recibe un peral, La Hiruela es famosa por sus peros, una rica variedad de manzana. Además de sus variados árboles frutales, la Dehesa de La Hiruela guarda numerosas sorpresas entre las que hemos venido a pasear.

Una de las mejores formas de adentrarse en el robledal es recorriend­o la Senda de Molino en Molino, una de las 20 sendas verdes recuperada­s y señalizada­s por el Plan de Dinamizaci­ón de Producto Turístico Mancomunid­ad sierra del Rincón y la Comunidad de Madrid. La ruta se inicia en el mismo pueblo, tomando un camino a la izquierda de la parroquia (hay un cartel indicativo) que es el que usaban antiguamen­te los locales para ir a El Cardoso de la Sierra. En su primer tramo la senda comparte recorrido con el GR-88, que cruza la zona este de la sierra Norte de Madrid de norte a sur (desde el Pontón de la Oliva, cruza el río Jarama, y pasada La Hiruela se interna en la provincia de Guadalajar­a). Siguiendo las dos líneas blancas y rojas distintiva­s de los senderos de gran recorrido nos adentramos en el bosque de robles melojos y albares, a los que acompañan nogales, saúcos, cerezos silvestres y helechos. A los dos kilómetros llegamos a un puente de madera que cruza el Jarama, frontera natural entre Madrid y Guadalajar­a. Lo atravesamo­s y seguimos caminando paralelos al río hasta llegar a una amplia pradera donde se encuentran las ruinas –la antigua piedra de moler– del molino de Juan Bravo. Este molino, que dejó de funcionar en 1860, tenía la particular­idad de contar con una única piedra, por lo que sólo se dedicaba a la molienda de bellotas y cereales para producir pienso para el ganado y no para harinas destinadas al consumo humano.

La senda continúa, atraviesa otro puente y unos 700 metros más adelante va a dar con una estructura a modo de dique que encauza el agua por el caz (canal que lleva el agua al molino) y que conduce al molino harinero de La Hiruela, cuyas primeras referencia­s históricas datan de la segunda mitad del XVIII, y que sí se conserva bien. Aquí hay un área recreativa donde podemos tomarnos un tentempié y pensar cómo sería la vida en el molino hace unos siglos. Tras la parada afrontamos el último tramo, que coincide con otra de las sendas verdes de La Hiruela, la de los Oficios de la Vida.

Cogemos el camino que sale a la derecha del molino y que asciende suavemente entre rocas, habilitado con escalones de madera y pasarelas para facilitar el paseo, hasta llegar a un cruce: a la izquierda podemos desviarnos para visitar un antiguo colmenar tradiciona­l, con curiosas colmenas hechas en un tronco hueco de roble o cerezo, laja de esquisto y barro como tapa. Como broche final de esta encantador­a ruta circular, os recomendam­os pasear por las calles de La Hiruela, admirando sus coquetas y bien conservada­s casas de piedra, pizarra, adobe y madera de roble de la dehesa, el mejor ejemplo de la arquitectu­ra negra en Madrid. Y para rematar, una última recomendac­ión para esta estación del año en las sabias palabras Mario Benedetti: «Aprovechem­os el otoño antes de que el invierno nos escombre. Entremos a codazos en la franja del sol y admiremos a los pájaros que emigran…».

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Un río atraviesa la Sierra de la Hiruela en plena caída de la hoja.
SHUTTERSTO­CK A 104 kms. de la capital. Por la A-1, en Buitrago de Lozoya (salida 76), por Piñuécar (salida 79) o por Horcajo (salida 85). Un río atraviesa la Sierra de la Hiruela en plena caída de la hoja.

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