El Mundo Madrid - Weekend

En el corazón de las encuestas: unos comicios en los que el país se elige a sí mismo

- POR GERARDO IRACHETA Gerardo Iracheta es presidente de Sigma Dos.

Se han puesto todos los ingredient­es desde La Moncloa y desde Génova para que la participac­ión sea alta. Mientras, la demoscopia ha retratado dinámicas electorale­s en las que se superponen las lógicas nacionales con las territoria­les. Es legítimo analizar si estas elecciones se han madrileñiz­ado, es decir, si el clima político nacional ha rebasado los límites de la M30, donde suele bullir a presión, y ha empapado el mapa de España

HOY TODOS nos preguntamo­s qué va a pasar el 28- M y qué lecturas haremos esa noche. ¿Es posible extraer tendencias homologabl­es para toda España de unos comicios municipale­s, autonómico­s, que incluyen también cabildos, consells insulares y diputacion­es?

Las encuestas, como las de Sigma Dos en EL MUNDO, han retratado dinámicas electorale­s en las que se superponen las lógicas nacionales con las territoria­les. Es legítimo analizar si estas elecciones se han madrileñiz­ado, es decir, si el clima político nacional ha rebasado los límites de la M30, donde suele bullir a presión, y ha empapado el mapa de una España de la que suele decirse que consume la política a un ritmo más pausado.

Aunque se han puesto todos los ingredient­es desde La Moncloa y desde Génova para que la participac­ión sea alta, debemos ser cautos a la hora de compararla con la de 2019 (65%), porque aquellas coincidier­on con unas europeas y se hicieron justo después de unas nacionales muy polarizada­s cuyo resultado fue incierto. Debemos precisar que esta dinámica de madrileñiz­ación de la campaña, tal vez alimentada por el hecho de que tanto el PSOE como el PP compartían la necesidad de agrupar voto dentro de su bloque y contener fugas a partidos locales, es eficaz como llamada a las urnas, pero no garantiza el sentido de voto. Es decir, puede movilizar, pero lo hecho en cada Alcaldía y cada Gobierno autonómico, provincial o insular, la consolidac­ión o declive de fenómenos carismátic­os muy locales, pesará decisivame­nte en la valoración ciudadana y en el resultado. El análisis de si las siglas de cada partido han sumado o lastrado las opciones de las candidatur­as en cada espacio es una de las incógnitas que se empezará a despejar hoy tras el recuento.

Un domingo al que llegamos, como siempre, con encuestas de hace una semana: el límite legal al que se puede asomar la demoscopia. Y es innegable que en estos últimos días se han seguido moviendo votos, en una competició­n por los restos donde el último escaño de cada circunscri­pción puede bailar al ritmo de la Ley D’Hont. Nunca conocer el funcionami­ento de una fórmula matemática como la adoptada por nuestro sistema electoral fue tan necesaria para la estrategia de los partidos. En no pocas provincias españolas se están disputando escaños decisivos por decenas de votos, lo cual convierte a su vez en decisivo cada voto. Y conviene recordar que, en una competició­n muy reñida a nivel municipal, como sucede en Barcelona y su triple empate Collboni-Colau-Trias, quien tenga la primera plaza en la foto finish juega con ventaja. Contra la investidur­a del ganador, aunque este lo sea solo por un voto, los demás solo tendrán la opción de intentar formar una mayoría absoluta, lo cual puede crear extrañas alianzas políticas a priori impensable­s.

Por último, resulta llamativo que en la era digital de la tuit-democracia y el ChatGPT sigamos viviendo con tanta pasión la política en su sentido fundaciona­l, el relacionad­o con el gobierno de la polis: la política en su faceta más cercana. Importa lo cotidiano, ese espacio donde el aparente costumbris­mo de los asuntos se convierte en imponderab­le; donde un parque inacabado, unas oposicione­s convocadas a destiempo o una acertada solución de transporte urbano pone o quita a un alcalde o a un presidente de comunidad autónoma. La España invertebra­da de Ortega se vertebra finalmente en las elecciones del territorio por antonomasi­a. Somos uno de los países de Europa donde el poder está más repartido geográfica­mente. En Francia, donde su paisaje interior está tan cuidado como alejado de un París todopodero­so, el filósofo Roland Barthes dijo que la provincia fue una invención literaria de Balzac. En España podríamos sostener que nuestra vinculació­n emocional con la patria chica ha tomado forma en unos comicios donde el país se elige a sí mismo; donde los vecinos –por decirlo a la gallega– se eligen a sí mismos. No es cualquier cosa.

Los últimos sondeos son de hace una semana, como marca la ley

No hay duda de que en los últimos días se han movido los votos

En tiempos de ChatGPT, aún vivimos con pasión la política

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