El millón de votos que puede decidir gobiernos desde el extranjero
Las papeletas de los expatriados cobran un nuevo valor tras el fin del voto rogado
Susana Martínez reside en Washington DC desde hace tres décadas. Es investigadora biomédica para el Gobierno estadounidense y tiene 63 años. Su origen madrileño le ha permitido votar en los comicios autonómicos de 2023. Desde que está en suelo americano ha bregado con la dificultad para participar en la mayoría de elecciones, incluyendo las generales. Sobre todo en la época en la que convivió con el voto rogado, entre 2011 y 2022. Un período de incógnitas en el que unas veces pudo ejercer su derecho y otras no: «Si el correo funcionaba bien y tenías suerte, las papeletas te llegaban a tiempo». Para reflejar aquella patente desorganización pone como ejemplo las últimas elecciones: «Las papeletas me llegaron una semana después».
De los presentes comicios Susana destaca que es muy consciente del papel electoral de los españoles en el extranjero, ya que también forma parte del Consejo de Residentes Españoles: «Tenemos la esperanza de que si ahora conseguimos votar, los políticos nos pueden escuchar».
9.000 kilómetros al sur de EEUU se erige otro importante lugar de emigración nacional, Argentina. Ahí se encuentra Bernardo Hortal, asturiano de nacimiento y residente en Buenos Aires, quien lleva afincado en el país sudamericano algo más de siete décadas. Ahora jubilado y con 84 años de edad, asegura haber votado en todas las elecciones, incluso con voto rogado, que considera «muy poco práctico para los votantes y candidatos» debido a que «la gente no lo ejercía». Los comicios de hoy no serán para menos, pues confirma, con un deje jubiloso en su tono de voz, que ha vuelto a votar.
Las de Susana y Bernardo son dos de las más de un millón de voces que han tomado la palabra únicamente en las elecciones autonómicas, pues debían entregar su voto el pasado jueves. Según el INE, son 1.057.276. Un 5,7% de las personas que podrán votar el 28-M, cuyo total se eleva hasta las 18.328.360.
De ellos, más del 12% lo harán en Asturias, un 9,1% en las Islas Canarias, un 8% en Cantabria y un 7,2% en Madrid. Son los lugares donde los expatriados contarán con un mayor poder de elección. Por el contrario, donde menor es la cifra es en Extremadura y Castilla La-Mancha, las cuales reflejan un 3,2 y un 2,3% respectivamente del voto extranjero.
Los expatriados con posibilidad para decidir residen, de manera mayoritaria, en países de América, con Argentina a la cabeza. De hecho, es ahí donde algo más de un 11%, 117.240 en cifras totales, podrían determinar el futuro de una región pese a estar separados por una masiva distancia. En este continente también prevalecen como territorios preferentes Estados Unidos, Cuba o México, lugares donde los expatriados oscilan entre el 9 y 7% del total.
No tan distanciada de España, y siendo el país de Europa que más compatriotas acoge, se sitúa Francia.
Allí viven el 9,9% de los españoles que ya han votado desde el extranjero. En Europa le sigue el Reino Unido, que acoge a un 6,4% de los votantes expatriados, y Alemania, con un 5,7% y más de 60.000 electores con poder de decisión.
A ello se le añade un factor de relevancia. Tal y como reflejan los datos del INE, muchos de los españoles residentes en el extranjero no han nacido en España. Aunque no hay un dato que concrete cuántos podrán votar, uno que se acerca refleja que casi 7 de cada 10 inscritos en el PERE (Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero) han nacido en otro país.
Uno de ellos es Gustavo Acosta, argentino de primera generación que defiende el rol de su voto ante los que lo puedan discriminar: «En Canarias todavía tengo a cinco de mis seis tíos y 26 primos hermanos», dice. En línea con su argumentación, añade: «Nos sentimos parte del despegue y de la España del presente. Los emigrantes, nuestros padres, durante décadas enviaron fortunas cuando no se podía ni comer». El argumento que emplea para validar su conexión electoral con el país se lo elabora el corazón: «Cuando hablamos de España, hablamos de la madre patria, y así lo sentimos».
La eliminación del voto rogado el pasado 3 de octubre ha descubierto un nuevo nicho para los candidatos autonómicos. Aquellos que se lanzan a gobernar las regiones donde los expatriados tendrán un mayor poder están movilizándose los que más. Valga como ejemplo la reciente visita a Argentina, México y Chile del aspirante popular a la presidencia de Asturias, Diego Canga, quien viajó el pasado abril con la intención de captar votos en el primer, segundo y séptimo país donde más emigrantes asturianos hay censados respectivamente.
La actual presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, la socialista María Chivite, también se desplazó a Argentina. Porque estos periplos electorales se entienden teniendo en cuenta los sondeos. En ambas autonomías se vislumbran escenarios donde unos pocos votos podrían decidir los gobiernos. Este voto del extranjero tiene significativos precedentes: en las elecciones asturianas de 2012, el PSOE liderado por Javier Fernández le arrebató un escaño al Foro Asturias de Francisco ÁlvarezCascos, el cual permitió investir a Fernández como presidente regional. En 2019, el voto exterior también le permitió al cántabro Miguel Ángel Revilla mantener su escaño 15.