El Mundo Madrid

Boquitas pintadas que dicen ‘señoro’

- ARCADI ESPADA

NO HAY un excepciona­lismo español en lo ideológico. Mujeres como Irene Montero, Yolanda Díaz, Ione Belarra o Pilar Llop existen en cualquier país. Pero desde el punto de vista cognitivo ya no estoy tan seguro. El problema particular de la democracia española no es el de qué extremo ideológico se sienta en el Consejo de Ministros sino qué inteligenc­ias. Además de hacer leyes con su tiro en la culata inserto reaccionan como crías escocidas cuando la realidad se toma su habitual venganza. Ante los graves efectos colaterale­s de la ley sí o sí, se han dado ahora al insulto desbocado contra los jueces. Usando mucho este particular de señoro, proferido también por el portavoz Echenique –otra inteligenc­ia extrema– y cuyo tiro y culata me hipnotizan. La palabra no tiene padre conocido y su mejor glosa la hizo la filóloga Lola Pons, hace años, en un suplemento digital de El País. La filóloga hacía lo que podía para asegurar el tiro y sostenía que señoro era una especie de doble masculino: como si a señor se le hubiera añadido otra taza para ejemplific­ar el machismo. Es una explicació­n recreativa, pero flojea por su base: para las dos tazas de señor ya están señorón ¡e incluso señorona! Lo realmente ofensivo de señoro lanzado sobre uno como yo es que connota de inmediato, y lógicament­e, con señora. Y lo hace con la misma estrategia peyorativa, citada a continuaci­ón por la filóloga, que usó Pablo Neruda cuando llamó poetiso a Octavio Paz y feminizánd­ole lo degradó. Que a un señor lo insulten llamándole subreptici­amente señora puede que preocupe a algunos machós, pero debería preocupar sobre todo a las señoras que insultan por la culata. Señoro tiene un relativo sinónimo lavapiés que es pollavieja, aplicado también por la masa cabría a los jueces. Como llegado a este punto de inrritació­n han perdido ya el decoro se les ve hasta el culo. Tampoco dudo que se trate en este caso de otro grave y hasta gravísimo insulto para cualquier hombre entero. Pero su declinació­n en estas boquitas pintadas me resulta francament­e pasmosa. ¿Cómo es posible que semejantes apólogas de la flacidez y hasta de la castración física y química insulten a un hombre reprochánd­ole que no cumpla con lo que de él se espera? ¿Porque qué es acaso un pollavieja sino el que ya solo tiene pene o, para decirlo con la adorable pija del chiste, eso que es como una polla, pero sin hueso?

Se ponen a insultar y enseguida les sale el macho que quieren dentro. Como para hacer leyes.

Ante los graves efectos colaterale­s de la ley sí o sí, se han dado ahora al insulto desbocado contra los jueces

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