El Mundo Madrid

SABINA & VARONA: DEPRESIÓN, CELOS, DESLEALTAD­ES Y HOSPITALES

- POR LUIS ALEMANY

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2020, en vísperas del covid, Joaquín Sabina cayó desde el escenario del Wizink Center de Madrid por un foso de un metro y medio de altura. Sufrió un derrame cerebral y acabó en la UCI del Ruber. Pancho Varona quiso visitarle esos días, pero Sabina no quiso verle; a la salida del hospital, el guitarrist­a habló con los medios reunidos en la puerta, una comparecen­cia que terminó de romper la ya deteriorad­a relación de ambos.

Cuarenta años de fraternida­d y 20 de frialdad estaban sintetizad­os en aquel desencuent­ro. Desde entonces, Varona ha reivindica­do la memoria de los años perdidos de amistad y música, como un reproche sordo al amigo ingrato. La respuesta de Sabina ha sido expulsarlo de su próxima gira, quizá la última de su historia. En ella aún caben los músicos clásicos de la banda, hoy alejados de Varona, quien estos días gira por México junto a Los Secretos y su mánager, Nira Morena.

¿Cómo llegaron Sabina y Varona hasta aquí? Quienes han intimado con el cantante dicen de él que es

Eun amigo generoso pero que puede perder de súbito el interés por las personas. Que es encantador pero que tiene una alarma que detecta los presagios del aburrimien­to. Y que cuando eso ocurre, puede ser frío y colérico. Que su equipaje intelectua­l es verdadero, hecho con música y literatura que casi nadie en su generación conocía y que sus juicios sobre su obra son severos. Que sabe lo que tiene de bueno y de malo su personaje de poeta popular, pícaro y sentimenta­l, ripioso y deslumbran­te.

Ese retrato esquivo es el marco de la ruptura con Varona, un antiguo fan de Javier Krahe que se presentó voluntario a guitarrist­a suplente de Sabina en 1982 y acabó por componer de la música de muchas de sus canciones y por producir 15 de sus discos. Su caída en desgracia lo dejará fuera de Contra todo pronóstico, la gira de 42 conciertos que Sabina dará entre marzo y diciembre de 2023. La gira que quizá sea el final feliz de una carrera que estuvo a punto de acabar en tragedia varias veces.

La primera hipótesis para la ruptura tiene que ver con las complejida­des del carácter de Sabina: Sabina, el genio inseguro y caprichoso, habría abandonado a su compañero por una mezcla de hastío vital y celos. ¿Por qué? Según se narra en el libro Sabina. Sol y sombra, de Julio Valdeón, la sociedad Sabina-Varona fue siempre Sabina-VaronaGarc­ía de Diego. Antonio García de Diego, el otro compositor y guitarrist­a de Sabina, aportaba el rigor musical. Sabina ponía la genialidad verbal y la personalid­ad encantador­a. Y Varona, según la sabinologí­a clásica, era «el amigo del chico» que lo rescataba de sus momentos de melancolía, el benjamín que aprendía el oficio y que, poco a poco, aportaba melodías. La del pirata cojo,

Con la frente marchita y Conductor suicida llevan su firma. No es poco.

En el libro de Valdeón, Varona explica que, en la segunda mitad de los 90, esa amistad se resquebraj­ó por la presión del trabajo. Varona también atribuye allí a Sabina un carácter depresivo que estalló tras su ictus de agosto de 2001. Cuando salió del hospital, Sabina se encontró con «la nube negra» y Varona lo acompañó en su duelo. Su ayuda sólo servía a medias. Sabina, en su crisis, había empezado a refutar su vida y su música entera. Y Varona era parte de aquello con lo que quería romper.

La otra versión dice que Sabina tenía derecho a emancipar su música de los criterios de Pancho Varona y que este nunca lo aceptó. Por eso se ha dedicado a reivindica­rse ante el público y a vender la memoria del dúo Sabina/ Varona como una especie de Lennon/ McCartney en lengua española. Un dúo en relaciones de igualdad.

La ruptura con Sabina, según esa teoría, empieza en 1999, el año de 19 días y 500 noches, el disco más ambicioso de Sabina. Varona tuvo entonces un papel secundario como músico de sesión porque Sabina eligió a Alejo Stivel como pareja creativa. Juntos crearon un sonido más áspero y menos nítido para el cantautor. Aquella decisión refutaba en parte la obra anterior de Sabina.

Después, los esfuerzos por reparar la sociedad Sabina-Varona fueron insuficien­tes. Su periplo pasó por el trauma del ictus y la depresión y por los esfuerzos, frustrante­s, por reiniciar una carrera de la que Sabina parecía aburrido. Varona, junto a Antonio García Diego, tuvo permiso para explotar su cancionero con el espectácul­o Noches Sabineras. Mientras, Sabina se convirtió en el primer poeta best seller de España gracias a sus sonetos. Hubo series de televisión, musicales y discos y giras exitosas que no añadieron

El artista de Úbeda y su colaborado­r más cercano empezaron a alejarse hace más de dos décadas, cuando el cantante quiso cambiar el rumbo de su música y cuando el ictus y la depresión lo volvieron más crítico con su obra

EN 19 DÍAS Y 500 NOCHES, ALEJO STIVEL PUSO UN SONIDO SUCIO QUE REFUTABA LA OBRA PREVIA

gran cosa... En 2017, Sabina grabó Lo niego todo y eligió a Leiva, como productor del disco. El ex de Pereza también pensó que Sabina necesitaba textura y más ruido en sus canciones. A Varona le quedó el ingrato papel del despecho.

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REDFERNS Joaquín Sabina y Pancho Varona, en La Coruña, en 2017.
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