VUELVE EL GOLPISTA TRUMP... ¿Y SUS ALIADOS MEDIÁTICOS?
los datos más significativos de las elecciones en Estados Unidos, que no han producido el tsunami ultraconservador y trumpista que algunos sondeos predecían, ha sido que el grupo de comunicación –de origen australiano: cosas de la mundialización– de Rupert Murdoch ha dado la espalda al ex presidente Donald Trump y le ha dicho bien claro que no cuenten con ellos para respaldar su nueva candidatura a la presidencia.
No conocemos muchos casos recientes, en el mundo occidental, en los que un grupo de comunicación haya influido tan decisivamente en la carrera de un político como en la de este Trump que se dio a conocer como personaje de reality shows en televisión después de haberse labrado una polémica carrera como magnate de la vivienda y del inmobiliario. El grupo Murdoch –que controla periódicos también en Gran Bretaña, como The Times y The Sun, y en Australia– convirtió a Trump en lo que ha sido: un icono del conservadurismo aun cuando sus actos de gobierno se fueron integrando más en el derechismo extremo, cercano a las viejas autocracias cercanas al fascismo.
Lo sucedido desde su derrota electoral en 2020, y sobre todo la asonada de enero de 2021 en la que miles de partidarios ocuparon el Congreso de Washington –prácticamente indefenso por la incuria de las autoridades en aquel momento de transición– ha hecho evidentemente mella en el respaldo del grupo Murdoch, hoy dirigido esencialmente por Lachlan, hijo del patriarca. El populista The New York Post y la potente cadena televisiva Fox News eran los grandes soportes, por encima de cualquier avatar temporal, de Trump; The Wall Street Journal, que mantiene su prestigio en periodismo económico, era más discreto. Pero ya es significativo que sólo la demostración por las urnas de que Trump ya no basta para unir a los conservadores haya podido romper aquel apoyo sin fallas de los seis últimos años.
Habrá que seguir con interés los dos próximos años de la política estadounidense con este cambio mediático en profundidad… empezando por la confirmación de que el cambio se ha producido. A la vez, habrá que ver sí un grupo de medios que se ha volcado tan radicalmente a favor de un político extremista mantiene su credibilidad o su prestigio en Estados Unidos, o si definitivamente hemos caído en una nueva cultura en la que la comunión ideológica cuenta más que la profesionalidad informativa. Los Murdoch –que ya lo habían hecho en Gran Bretaña– han dejado malparada la credibilidad de una prensa que se decía independiente. Queda claro ahora que el respaldo sin reparos de unas políticas evidentemente sectarias es un pecado mortal para la prensa que se quiere independiente.