La ilustre alumna habló con claridad museística
LEYRE IGLESIAS
LA intervención que nos ha regalado la mejor alumna de su promoción en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense (nota: 9,28) debe quedar por escrito, para que en el futuro nuestros nietos sepan si Elisa fue categoría o anécdota, o por si llega a vicepresidenta y alguno de sus soldados elimina el vídeo de la Red.
«Lo primero: he hecho una carrera porque adoro el cine. Creo que la gente debería ver más cine, pero tenemos que tener claro que se tiene que hacer cine político y se tiene que hacer cine políticamente, ¿vale? Pero políticamente de verdad. [Prometedor]. ¿Sabéis por qué? Porque yo ya estoy harta de que esto se valore con notas, con votos, con títulos, con dinero. (...). Porque sí, o sea, ¿yo soy la mejor de la promoción? Vale. No estoy de acuerdo. [Es probable que tenga razón]. ¿Alguien se sabía mi nombre? Yo creo que no, ¿verdad? [¿No habíamos quedado en que las notas no importan?]. Pero el de Ayuso sí. ¿Está haciendo algo por nosotros, señora Ayuso? Yo creo que no, ¿vale? [Vale]».
«Hoy es un día muy triste, chicos, porque cuando digo ‘Ayuso’ oigo aplausos. [¿En qué cabeza cabe aplaudir al enemigo?]. Hoy es un día de luto, ¿vale? Porque nos han tirado por tierra. Y le [sic] doy la enhorabuena a los profesores que han venido aquí con un par [elipsis de 9,28], cuando no querían. Y yo no quería venir y he venido [anotamos el sacrificio] para aprovechar mi discurso de verdad, ¿vale? (...) Coged el teléfono, meteros [sic] en Twitter y leed la mierda de comentarios que están poniendo de vuestra presidenta [también es suya: primero de carrera], ¿vale? Y no rompo esto porque yo creo que es ilegal, que si no lo rompo, ¿vale? [¡Vale!]». «Y yo doy gracias a mi madre (...); ella es ilustre porque yo no he tenido una figura paterna, porque los padres... en fin, hay de todo». Tras aplaudirse a sí misma, la alumna ilustre exclamó: «¡Ayuso, pepera, los ilustres están fuera!», culmen de la rima y de la ilustración.
El discurso es útil porque muestra con claridad museística los males que carcomen el debate público occidental: el yo expuesto hasta el sonrojo en nombre del colectivo, el rechazo a las calificaciones como medida del esfuerzo y el mérito, la maldad atribuida a los hombres y un sectarismo fanático versión Tik Tok expresado en querer derribar a quien no concuerda con tus ideas. Aunque la auténtica noticia es que la número 1 de la facultad de Información, y hay que compadecerse, cree que romper un diploma es ilegal.