El Mundo Madrid

Los Rolex de Puig y la industria de la corrupción sostenible

F. JIMÉNEZ LOSANTOS

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POR EL material inculpator­io que vamos leyendo sobre la financiaci­ón ilegal del PSOE en la Comunidad Valenciana, partido por cuya jefatura pelearon durante décadas José Luis Ábalos y Ximo Puig, con suerte alterna y el natural reparto de responsabi­lidades, cabe concluir que la única industria, en el sentido clásico y moderno, del socialismo, absolutame­nte sostenible, totalmente renovable, fijamente discontinu­a, económicam­ente circular y en continua transición energética es la corrupción. He ahí el monocultiv­o de una casta política que ha convertido el Levante feliz de antaño en el arrabal dels Països Catalans de hogaño. Cartel electoral: Corrupció: la barraca en comú.

La huerta deriva en páramo de placas solares; las sierras del interior, en bosques de molinazos eólicos –nada de molinillos– que achatarran en vivo y en directo un paisaje de pueblos muertos. Por el cambio climático se sacrifica el medio ambiente, incluyendo los informes de impacto ecológico, antes forzosos para hacer una ventana y que Teresa Ribera ha anulado para favorecer una rápida transición hacia las energías renovables, por supuesto de

En las grandes tramas de corrupción sociata, lo conmovedor es el toque austero, natural en abogados de la clase obrera

empresas compinchad­as con políticos a la valenciana, es decir, a la corrupta. Si se preocupan un poco más por la naturaleza, los ecologista­s acaban con montes y mares, por negacionis­tas.

En las grandes tramas de corrupción sociata, lo conmovedor es el toque austero, natural en abogados de la clase obrera. Así, entre los regalos del gran golfo que va del cabo de Acuamed al de Azud, destacan los Rolex y una comilona de 3.000 euros con Pepiño el de los corrutos. Resulta inconcebib­le un político neorrico sin su Rolex. También regalaban Tag Heuer, pero no es lo mismo. Lo cuentas y no se entera nadie.

Incluso en el PSOE hay clases. Mienmano Guerra tomaba cafelitos de 30 en 30, pero la ecocasta del Ministerio de Medio Ambiente de Cristina Narbona –sucesora de Chaves y Griñán al frente del PSOE– no movía una desaladora por menos de miles de millones de euros. Las desaladora­s hacían innecesari­o el Plan Hidrológic­o Nacional del PP y los trasvases de cuenca, que también se ha cargado Teresa Ribera.

Ximo va a necesitar muchos Rolex para convencer a los regantes de tan buen negocio.

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