Tercer título seguido
Nadie lo había conseguido nunca y ahí lo tienen: Dinamarca se proclamó ayer campeona del mundo por tercera vez consecutiva en una final (29-34) que dominó en todo momento. Fue otra demostración de una generación única, pues de nuevo el mejor no fue Mikkel Hansen ni tan siquiera Mathias Gidsel si no que fueron Rasmus Lauge y Simon Pytlick. Francia, con Nikola Karabatic en pista pese a sus dolores, lo intentó, pero no tuvo opción. En los próximos Juegos Olímpicos seguramente volverán a medirse, y el resultado será incierto, pero los Mundiales son cosa de Dinamarca. todo era fácil para Suecia. Cuando España se puso por delante (23-24, min. 36), se acabó el partido. Ni en superioridad se separaron del torbellino de la selección y de la inspiración de Dujshebaev.
«Hemos recuperado el partido en muy poco tiempo y eso ha generado inseguridades en Suecia, que ya no corría igual, que ya no lanzaba igual», analizaba Ribera en zona mixta con su habitual tranquilidad. La euforia iba por dentro. Antes, la organización le entregó el premio al mejor jugador del partido al extremo sueco Hampus Wanne en una decisión tan política como incomprensible. En las vitrinas de la casa de Dujshebaev –o en cualquier caso en las de Corrales, Figueras o Odriozola– quedará un vacío para siempre.
Igualmente España se fue a casa con la mejor posición posible para el próximo Preolímpico –será organizadora y tendrá a los rivales más sencillos– y lo que es más importante, con el bronce que merecía al cuello. La gesta ante Noruega en cuartos pesó ante Dinamarca en semifinales, pero en este Mundial, un torneo más, la selección demostró su resistencia. Nunca muere porque si no es así, es asá. Y si no, de otra manera.
DINAMARCA