El Mundo Madrid

La Real enfría el Bernabéu

FÚTBOL El Madrid, con momentos de buen fútbol, no materializ­a sus oportunida­des ante un ejemplar rival lastrado por las lesiones

- MIGUEL A. HERGUEDAS

Lo quiso el Madrid, con lo mejor que puede ofrecer ahora mismo, y se lo negó la Real, con su cabal resistenci­a, propia de un equipo acostumbra­do a las alturas, capaz de competir en las condicione­s más precarias. Suya fue ayer la última ocasión de una bonita noche de fútbol, en botas de Carlos Fernández. Vayan los reconocimi­entos al empuje madridista, con minutos de gran fútbol y la corajuda réplica donostiarr­a. El liderato queda ahora a cinco puntos lejos para los blancos, incapaces de concretar sus ocasiones ante Remiro. Pero siguiendo esta línea, aún queda mucha Liga por delante.

Igual que el Barcelona, que avanza y avanza aun con la baja de Lewandowsk­i, privilegia­ndo resultados por la mínima a otras alharacas estilístic­as, el Madrid también ha de sostenerse con un esfuerzo mucho mayor de lo que ofrece su juego. En la previa, enarcando las cejas, Ancelotti lo explicó con meridiana rotundidad: «No tenemos una identidad clara en otra banda, abusaría de Muñoz con otra soberana muestra de su habilidad. Los mejores minutos del Madrid desde que sus estrellas volvieron del Mundial. Un regalo para los sentidos. Aun sin la recompensa del gol, la gente de Chamartín pudo disfrutar a lo grande, con vítores personaliz­ados para Kroos.

La Real, por supuesto, no iba a dejarse amedrentar por la grandiosid­ad del escenario. Pese a sus 10 lesionados, incluidos algunos ilustres como Mikel Merino, David Silva o Ander Guevara, el equipo de Imanol Alguacil volvió a moverse con envidiable garbo competitiv­o. Ellos saben salir incluso ante una presión tan temible como la liderada por Rodrygo y Fede Valverde. O aguantar a pie firme cuando el rival lo intenta por dentro y sacar sus guantes con la presteza de los pesos pesados. Que Sorloth no llegase a ese balón de Oyarzabal envuelto en música o que el disparo de Illarramen­di se perdiese a un palmo de la madera, no exime de mérito a los txuri-urdin. El único borrón de la primera parte, atribuible a Brais Méndez, fue corregido por Remiro, con un pie salvador en el mano a mano ante Vinicius.

Desde la zona técnica, Ancelotti asentía satisfecho, únicamente atormentad­o por los achuchones de Le

Rodrygo comandó el ataque blanco, pero los guantes de Remiro salvaron a la Real

El cambio de esquema de Ancelotti se tradujo en buenos minutos de fútbol de los blancos

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