Prisión al yihadista de Algeciras: «Quería matar a todos los curas»
El juez destaca la rápida radicalización de Kanza, que podría recibir la prisión permanente
El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ordenó ayer prisión provisional para el marroquí Yasin Kanza por el ataque mortal del pasado miércoles en Algeciras (Cádiz) que dejó un muerto y cuatro heridos. El magistrado le atribuye los delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas, que podrían conllevar la prisión permanente revisable.
Con la declaración de Kanza y el análisis de la información obtenida hasta ahora por la Policía, el juez entiende que la actividad desarrollada por el joven marroquí «se puede calificar como un ataque yihadista dirigido, tanto contra sacerdotes que profesan la fe de la Iglesia Católica, como contra musulmanes que para el investigado no siguen los preceptos del Corán».
El juez añade que el detenido «no había aparecido como peligroso en la inteligencia policial, siendo totalmente desconocido para la Policía». Efectivamente, Kanza no estaba en el radar de los agentes especializados en terrorismo yihadista porque su autorradicalización se había producido en tiempo récord. Donde sí estaba fichado era en la Policía de
Algeciras que, tal como publicó EL MUNDO, le seguía la pista por comportamientos «violentos» y anómalos, aunque no lo suficientemente graves como para detenerlo. De hecho, le habían hecho un seguimiento la misma mañana del ataque. Sin embargo, los agentes no lo vinculaban con el yihadismo.
Gadea detecta que el investigado había sufrido «un proceso de radicalización religiosa que desencadenó» el ataque de Algeciras. Según declaraciones de testigos, el cambio se habría producido en el último mes o mes y medio. Antes, Kanza tenía una vida «normal» hasta el punto de que bebía alcohol y fumaba hachís. Luego sobrevino un cambio de hábitos «radical», tras el cual escuchaba de manera asidua el Corán a través de audios desde su móvil.
El magistrado encargado de la investigación, que sigue bajo secreto, dibuja un perfil de los denominados lobos solitarios. Él mismo declaró ayer ante el juez que «no ha sido dirigido por otras personas y que no ha jurado lealtad a ninguna organización o grupo terrorista». El detenido se identifica «con un perfil de terrorista autoadoctrinado que actúa
de modo individual no vinculado directamente con una organización terrorista en concreto pero que, en definitiva, lleva a cabo su acción en nombre del fenómeno yihadista al que tantos se adhieren de forma remota, generando un ataque violento que causa terror en la sociedad y desestabiliza la paz social».
Kanza, dice, «mantenía y mantiene un compromiso implícito con su visión del islam, encontrándose plenamente radicalizado en terrorismo yihadista culminado tras un adoctrinamiento ideológico que se podría calificar de rápido y que ha finalizado con la comisión de acciones violentas contra otras personas provocando, consciente e intencionadamente el mayor daño posible, manteniendo en todo momento el control de la situación».
El juez insiste en que era consciente de sus actos, descartando la opción de que el ataque fuera producto de una enfermedad mental. «La conducta del investigado fue consciente y tiene definidos sus objetivos, teniendo la opción de causar unos daños mayores, focaliza su acción concretamente sobre los sujetos a quienes ataca, a los que elige de forma deliberada. La primera de ellas contra los sacerdotes, reconociendo que su intención era matar a todos los que se encontraban en la iglesia». En el ataque, hirió al cura de la Iglesia de San Isidro, después de matar al sacristán de La Palma. «En segundo lugar», Kanza intentó matar, aunque sólo hirió, a un marroquí al que consideraba «infiel por no practicar la auténtica religión».