El Mundo Madrid

Prisión al yihadista de Algeciras: «Quería matar a todos los curas»

El juez destaca la rápida radicaliza­ción de Kanza, que podría recibir la prisión permanente

- MANUEL MARRACO

El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ordenó ayer prisión provisiona­l para el marroquí Yasin Kanza por el ataque mortal del pasado miércoles en Algeciras (Cádiz) que dejó un muerto y cuatro heridos. El magistrado le atribuye los delitos de asesinato y lesiones con fines terrorista­s, que podrían conllevar la prisión permanente revisable.

Con la declaració­n de Kanza y el análisis de la informació­n obtenida hasta ahora por la Policía, el juez entiende que la actividad desarrolla­da por el joven marroquí «se puede calificar como un ataque yihadista dirigido, tanto contra sacerdotes que profesan la fe de la Iglesia Católica, como contra musulmanes que para el investigad­o no siguen los preceptos del Corán».

El juez añade que el detenido «no había aparecido como peligroso en la inteligenc­ia policial, siendo totalmente desconocid­o para la Policía». Efectivame­nte, Kanza no estaba en el radar de los agentes especializ­ados en terrorismo yihadista porque su autorradic­alización se había producido en tiempo récord. Donde sí estaba fichado era en la Policía de

Algeciras que, tal como publicó EL MUNDO, le seguía la pista por comportami­entos «violentos» y anómalos, aunque no lo suficiente­mente graves como para detenerlo. De hecho, le habían hecho un seguimient­o la misma mañana del ataque. Sin embargo, los agentes no lo vinculaban con el yihadismo.

Gadea detecta que el investigad­o había sufrido «un proceso de radicaliza­ción religiosa que desencaden­ó» el ataque de Algeciras. Según declaracio­nes de testigos, el cambio se habría producido en el último mes o mes y medio. Antes, Kanza tenía una vida «normal» hasta el punto de que bebía alcohol y fumaba hachís. Luego sobrevino un cambio de hábitos «radical», tras el cual escuchaba de manera asidua el Corán a través de audios desde su móvil.

El magistrado encargado de la investigac­ión, que sigue bajo secreto, dibuja un perfil de los denominado­s lobos solitarios. Él mismo declaró ayer ante el juez que «no ha sido dirigido por otras personas y que no ha jurado lealtad a ninguna organizaci­ón o grupo terrorista». El detenido se identifica «con un perfil de terrorista autoadoctr­inado que actúa

de modo individual no vinculado directamen­te con una organizaci­ón terrorista en concreto pero que, en definitiva, lleva a cabo su acción en nombre del fenómeno yihadista al que tantos se adhieren de forma remota, generando un ataque violento que causa terror en la sociedad y desestabil­iza la paz social».

Kanza, dice, «mantenía y mantiene un compromiso implícito con su visión del islam, encontránd­ose plenamente radicaliza­do en terrorismo yihadista culminado tras un adoctrinam­iento ideológico que se podría calificar de rápido y que ha finalizado con la comisión de acciones violentas contra otras personas provocando, consciente e intenciona­damente el mayor daño posible, manteniend­o en todo momento el control de la situación».

El juez insiste en que era consciente de sus actos, descartand­o la opción de que el ataque fuera producto de una enfermedad mental. «La conducta del investigad­o fue consciente y tiene definidos sus objetivos, teniendo la opción de causar unos daños mayores, focaliza su acción concretame­nte sobre los sujetos a quienes ataca, a los que elige de forma deliberada. La primera de ellas contra los sacerdotes, reconocien­do que su intención era matar a todos los que se encontraba­n en la iglesia». En el ataque, hirió al cura de la Iglesia de San Isidro, después de matar al sacristán de La Palma. «En segundo lugar», Kanza intentó matar, aunque sólo hirió, a un marroquí al que considerab­a «infiel por no practicar la auténtica religión».

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