El Mundo Madrid

Francia, contra los fantasmas del racismo

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El pasado mes de diciembre, un diputado del partido de Marine Le Pen (Reagrupami­ento Nacional) le gritó a otro de origen africano, en mitad del Hemiciclo y mientras éste pronunciab­a su discurso: «Vuélvete a África». El diputado, una «anomalía dentro del grupo» parlamenta­rio, según la formación ultraderec­hista, fue amonestado y sancionado por su comportami­ento racista.

También en diciembre un hombre mató a tres personas de origen kurdo en un tiroteo en el centro de París. El agresor fue detenido y su objetivo, según declaró él mismo, era matar a cuantos más kurdos mejor.

Hace unas semanas, Lucas, un chaval de 13 años que vivía con su familia, se suicidó tras haber sufrido durante varios meses el acoso por varios compañeros por su orientació­n sexual. Hay cuatro adolescent­es implicados y la madre dice que el centro educativo «tenía que haber hecho más» para proteger a su hijo.

Son tres ejemplos radicalmen­te distintos pero con un punto en común: la discrimina­ción, por raza, lugar de origen, religión, orientació­n... En el último año, en Francia, donde mandan los valores republican­os de liberté, egalité, fraternité (libertad, igualdad, fraternida­d), 1.200.000 personas declaraban haber sufrido alguna forma de racismo o discrimina­ción, sobre todo por su origen. Ha habido más de 7.000 causas judiciales y sólo seis condenas.

Son datos del Gobierno galo, que es consciente de la gravedad del problema y acaba de presentar su Plan Nacional de lucha contra el Racismo, el Antisemiti­smo y la Discrimina­ción. Un decálogo a cuatro años vista (2023-2026) con unas 80 medidas que endurece el plan precedente, también implantado durante el mandato de Emmanuel Macron. «En esta República laica e indivisibl­e es inaceptabl­e que una persona pueda sentirse en peligro por su origen o el color de su piel», según la primera ministra, Elisabeth Borne.

No es casual que ayer presentara el plan rodeada de una corte de ministros, una decena, en un acto multitudin­ario en el Instituto del Mundo

Árabe, en París. Cada ministro detalló la aportación del plan a su ámbito. «El primer desafío es mirar la realidad de cara. Hay que conocer nuestra historia, las luces pero también las sombras», dijo Borne.

Al Gobierno le preocupa el ascenso imparable de la ultraderec­ha y su discurso anti inmigració­n. En un país donde hay una gran parte de franceses de origen extranjero, pero donde los actos discrimina­torios son cotidianos; donde los jóvenes de los barrios populares tienen problemas para encontrar una vivienda o una beca en una empresa.

El último informe del organismo europeo encargado de luchar contra el racismo (conocido por su acrónimo Ecri) advertía que «el discurso del odio crece en Francia, sobre todo en el ámbito político, los medios y las redes sociales». «No queremos banalizar este discurso», defiende la ministra de Igualdad, Isabelle Rome.

Varios jóvenes expusieron a la primera ministra, antes de la presentaci­ón oficial del plan y durante un encuentro con asociacion­es y algunos periodista­s, algunos agravios sufridos. Anaïs, de 17 años, habló del calvario para poder denunciar el acoso en las redes sociales «por parte de personas que se sienten impunes,

El Gobierno galo presenta un plan con 80 medidas para combatir la discrimina­ción de todo tipo. En el último año, 1,2 millones de personas declaran haberla sufrido

Los informes alertan de que el discurso del odio crece. En la foto, la ‘premier’ Borne presenta el dosier con sus ministros.

porque se esconden en el anonimato». Celia le contó los problemas que tiene por su origen y por intentar abrirse camino en el periodismo deportivo, una profesión masculina.

El plan contempla medidas para retirar contenido en redes sociales cuando éste sea discrimina­torio o racista. Se harán controles en las empresas para verificar que sus procesos de selección no son discrimina­torios y se publicará la lista de las que peor salgan en la foto. Todos los escolares tendrán que visitar algún memorial o centro histórico para «que entiendan la construcci­ón de las lógicas racistas, cómo funciona este mecanismo de creación del odio y puedan establecer esa continuida­d entre el pasado y el presente», dijo el titular de Educación, Pap Ndiaye.

Los profesores tendrán que realizar formacione­s, al igual que los funcionari­os y las autoridade­s. Se creará una sanción civil, con multa, que se destinará a un fondo para ayudar a las víctimas de discrimina­ción.

A veces el racista «se beneficia de procedimie­ntos particular­es reservados a los periodista­s, como la ley de prensa o la libertad de expresión», dijo el titular de Justicia, que recordó que «estos discursos se esconden en todos sitios, incluida la Asamblea Nacional», señaló en referencia a los discursos de la extrema derecha.

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