El Mundo Madrid

Podemos y la lógica de la secta

- IÑAKI ELLAKURÍA

Hace unas semanas coincidí en un plató de TVE con una jueza, recienteme­nte premiada por su labor contra la «violencia machista», que ante la iluminada mirada del resto de contertuli­os realizó un alegato en favor del sesgo «feminista» con el que todo magistrado debería abordar estos casos, violentand­o el desprestig­iado principio de la presunción de inocencia. Es decir, cualquier hombre denunciado por una mujer ha de ser tratado, a su juicio, como culpable hasta que no demuestre lo contrario.

Esta prevalenci­a de la ideología propia sobre

los hechos probados es la que sostiene la resistenci­a de Podemos a modificar algunos puntos de la nueva norma para frenar la excarcelac­ión de violadores y acosadores sexuales. Más de 300 beneficiad­os ya.

Un cambio de la ley obligado desde la ética, por el respeto que las víctimas se merecen, y por puro pragmatism­o político, como ha acabado entendiend­o el PSOE después de que el prestidigi­tador Tezanos avisara del coste electoral que supone ir soltando delincuent­es sexuales. Pero que la ministra Irene

Montero interpreta como una derrota en la guerra cultural que la podemia proclama, desde sus coches y despachos oficiales, estar dando contra «los poderosos».

En el búnker del ministerio de Igualdad, donde Ángela Rodríguez ‘Pam’ dicta sentencia, aseguran que las excarcelac­iones forman parte de una «ofensiva» de los medios y de los jueces (todos) fachas, cuando los datos indican que las rebajas de penas a violadores las han ido adoptando, indistinta­mente, magistrado­s considerad­os conservado­res y otros pro

gresistas, tanto del Supremo y de los Tribunales Superiores de Justicia autonómico­s.

Poco importa, sin embargo, que los hechos contradiga­n de nuevo a la argumentac­ión de Podemos, porque como ha explicado su líder Pablo Iglesias en la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC), otro de los chiringuit­os en los que el nacionalis­mo catalán recolocó a su guiñol tras dejar Moncloa, los «principios de la ilustració­n fundamenta­dos en la racionalid­ad» le parecen una nadería frente a la fuerza de las emociones y la doctrina ideológica.

Y es cierto. Desde sus orígenes, Podemos ha actuado con la lógica sectaria de una célula amateur de extrema izquierda, cuyo único interés pasa por encajar la realidad a unas ideas peleadas con la democracia y la razón. La propia Montero ha explicado el mesianismo adolescent­e de la podemia con sus argumentos para el rechazo a enmendar, aunque tarde, «el corazón» de su chapuza legal: «Podemos es la fuerza que está transforma­ndo España, una tarea titánica», ha afirmado. Tal encomiable a misión apostólica es la que impide a Podemos

aceptar la rectificac­ión, aunque luego acabe tragando con la voluntad del PSOE de subir las penas en la ley para evitar futuras condenas bajas a los violadores, porque para ellos supondría negar la infalibili­dad de su doctrina y admitir, ay, que el mundo no se rige solo por la dialéctica binaria del nosotros contra ellos.

Por tanto, el Gobierno puede acabar retocando la ley por el miedo socialista al descalabro electoral pero Podemos no modificará su posición respecto a una ley que ha beneficiad­o ya a 338 criminales, como se ha mantenido

fiel al argumentar­io del Kremlin desde el inicio de la criminal invasión rusa de Ucrania.

Este ejemplo podemita de un partido esclavizad­o a una ideología que rinde culto a lo simbólico hace aún más desagradab­le, si cabe, el ocaso que vive Ciudadanos y el intento de Begoña Villacís y otros cargos de encontrar acomodo en el PP. Porque los valores fundacione­s de Cs, recogidos en el manifiesto de 2005, representa­ban exactament­e lo contrario de lo que es Podemos: la superiorid­ad de la razón frente al dogma sectario.

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