El Mundo Madrid

La obra maestra de Sebastiana, la actriz de la cárcel de Yeserías que quiere salvar su barrio de Jerez con mucho teatro

SE ASOMÓ AL ABISMO DE LA CÁRCEL Y LA DROGA Y EL ESCENARIO LA REDIMIÓ; AHORA ELLA QUIERE RESCATAR SU BARRIADA DE SANTIAGO Un documental que se estrena el 5 de junio en su localidad natal cuenta las peripecias de su vida y enseña una lección: lo que vale la

- CHEMA RODRÍGUEZ

Sobre el escenario, un escenario rudimentar­io a ras de suelo y con cortinas negras, dos hombres, más cerca de los 60 que de los 50, dan vida al mayordomo y al secretario de don Félix, el señorito. Frente a ellos, una mujer con un cigarrillo en la mano que no enciende, está atenta a cada palabra, a cada gesto para que se respete la letra, y el espíritu, que los hermanos Álvarez Quintero volcaron en la obra de teatro que están ensayando, Cinco lobitos.

La escena —interior, día— transcurre en un local cedido por el Ayuntamien­to de Jerez de la Frontera desangelad­o y sin más mobiliario que una mesa, unas cuantas sillas y un sofá de poliéster vestigio de otras modas y otros tiempos recortado contra un fondo de cortinas negras. Los protagonis­tas, Manuel, un bombero jubilado y payaso de hospital, y Roberto, recién llegado de Cataluña a tierras gaditanas. La mujer que lleva la batuta es Sebastiana López, jerezana de pura cepa, ex reclusa de la prisión de mujeres de Yeserías de Madrid, pionera en los grupos de teatro carcelario y alma de Timba Timbero, una compañía amateur nacida hace tres años con una misión: rescatar, a base de teatro, el barrio en el que nació y creció, el barrio de Santiago, hoy degradado y olvidado.

De cómo a ella la salvó el teatro y de cómo ahora quiere salvar el barrio más flamenco de Jerez hundido desde hace años en el pozo de la marginalid­ad y la pobreza va la obra magistral de Sebastiana, que, en tres actos, cuenta la historia de una niña a la que criaron sus abuelos entre cantes y palmas, de una muchacha que entre rejas descubrió el valor de la libertad y hasta dónde podía llegar la podredumbr­e humana y de una mujer, ya madura, que quiere sembrar en otros la semilla que la redimió a ella. Empecemos por el final.

ACTO I DE BELLAS ARTES. 2024

CÍRCULO

MADRID. 6 DE MARZO DE

Sobre la pantalla del cine, un nombre, Sebastiana. Es el título del documental que, rodado por Miguel Forneiro, se estrena esta noche. La protagonis­ta, absoluta y casi única, es nuestra Sebastiana López, que relata a la cámara por qué montó, en 2021, el grupo de teatro Timba Timbero en su Jerez natal con vecinos del barrio de Santiago y de otros rincones de su ciudad como una alternativ­a al abandono, a la resignació­n y como una invitación a cambiar las cosas.

«El que valora la libertad es el que la ha perdido alguna vez». Ésa es la primera frase que sale de sus labios en la película y que rememora en una larga charla con Crónica la directora de esta heterogéne­a compañía que integran 13 personas, hombres y mujeres de su padre y de su madre, algunos

retirados, otros en paro y, los más afortunado­s, con una nómina mensual sin grandes alegrías.

Todos acudieron a la llamada de Sebastiana, que puso un anuncio en internet buscando actores para una iniciativa social, además de cultural, que cuenta con el respaldo de la Fundación Reale y la complicida­d de la plataforma Jerez por Santiago.

Cinco lobitos es su último proyecto, pendiente aún de fecha de estreno y con los ensayos, reconoce la directora, «algo retrasados». Pero en estos tres años han subido al escenario dos veces, con otras tantas obras de los mismos hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero —por los que confiesa auténtica devoción— y han recibido reconocimi­entos, como la Estrella de Navidad de la televisión autonómica andaluza.

Todo arrancó, recuerda, cuando la invitaron a participar en otro documental,

Yeses, en el que Forneiro rescató la memoria de aquel primer grupo de teatro en la cárcel de mujeres de Yeserías. «Fue un éxito» y allí conoció a su «hada madrina», una directiva de Reale que responde al nombre de Pilar Suárez y que le dio todo su apoyo y recursos para poner en marcha su taller de teatro, uno de pintura y otro de bordado de realce (el que se usa en las imágenes religiosas) en su barrio, en Santiago.

ACTO II

PRISIÓN DE MUJERES DE

MADRID. NAVIDADES DE

Sebastiana no podía dejar de pensar en su bebé de 10 meses y en su hija de cuatro años, en qué iba a ser de ellos. Y también pensaba en su abuela, la que la había criado en Jerez y que moriría dos meses más tarde «de pena». Con ellos en el pensamient­o cruzó el umbral de la cárcel de mujeres de Yeen

YESERÍAS. 1985

serías y se asomó a un abismo en el que la droga y la violencia eran la norma. «Allí había 400 mujeres», recuerda, «y más droga dentro que fuera».

La droga fue, precisamen­te, lo que la llevó a la cárcel, 650 gramos de cocaína que, cuenta, le metieron en su maleta a escondidas cuando regresaba de Colombia junto a un conocido. «La escondiero­n en los tubos» y en el aeropuerto de Barajas fue detenida. «Menos mal que no me detuvieron

Colombia», añade. La condena fue de seis años de prisión, más una lección añadida que ya nunca ha olvidado: lo que vale la libertad.

Anduvo un par de semanas perdida en Yeserías hasta que Elena Cánovas, una funcionari­a de la cárcel, se cruzó en su camino. Estaba montando un grupo de teatro con reclusas y por cada día de ensayo le perdonaban un día de condena, así que se metió de cabeza. Primero para ocuparse de la escenograf­ía —«estudié dibujo en la Escuela de Artes de Jerez»— y luego, casi por accidente, empezó a actuar. La cantante calva, una pieza del teatro del absurdo escrita por Eugène Ionesco, fue su primera obra, su gran debut.

«El teatro fue mi salvación, mi vía de escape, la libertad no de las rejas, porque no tenía la llave, pero sí de espíritu, meterme en otra piel, salir de la mía», afirma.

Tres años estuvo en Yeserías que se hicieron menos largos gracias al teatro. Consiguió el régimen abierto y luego un traslado a su tierra, a Cádiz, para estar más cerca de los suyos.

ACTO III

BARRIO SANTIAGO. JEREZ. 1958

Nació Sebastiana López en la calle Nueva del barrio de Santiago, el barrio flamenco por antonomasi­a de Jerez, el de José de Paula, el de Fernando Terremoto o el de José Mercé y eso, por fuerza, tenía que servir para algo. Y a ella le sirvió.

A Sebastiana la criaron sus abuelos en su piso de la calle Marqués de Cádiz por el que «pasaron todos los artistas». «Tengo pelos de Camarón en una urna de cristal», añade como prueba irrefutabl­e de que el flamenco le corre por las venas. «Mi padre era más gitano que los gitanos y mi madre era bailaora», así que lo del arte era casi genético.

Ya de pequeña buscaba el foco. Se llevaba a los chavales de su calle a la azotea y allí improvisab­a espectácul­os que ella dirigía.

Un día, con 16 años, se marchó de su casa, se mudó a Madrid con dos amigas para «buscarse la vida y un futuro que no encontramo­s, por cierto» y allí aprendió a vivir sola, a «depender de mí misma». Tuvo a sus hijos, a su hija con sólo 23 años, y a su hijo, con 26, trabajó de camarera, montó un bar en Pinto y se asomó al abismo para aprender, a base de teatro, lo que vale la libertad, que es lo que hoy le enseña a su nieta, Paula, de 16 años, a la que también ha metido en el cuerpo el veneno del teatro que la salvó y que, está convencida, puede salvar al mundo.

DE

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CATA ZAMBRANO Sebastiana López, rodeada de los actores de su compañía de teatro.
 ?? ?? Sebastiana, de actriz en la cárcel de Yeserías.
Sebastiana, de actriz en la cárcel de Yeserías.

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