Seguirá con mano dura
«He decido seguir con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno». Con un amenazante sermón para la regeneración de la democracia del universo, Pedro Sánchez anunció ayer que sigue en La Moncloa, animado por la movilización de su partido. «Esto no es un punto seguido, sino un punto y aparte». En un mitin electoral y de culto a su personalidad, prometió una «limpieza» que, en este caso, puede significar mano dura contra los jueces y los periodistas. Según Feijóo, ha tomado el pelo a 48 millones de españoles y ha demostrado que está en contra de la discrepancia y de los medios de comunicación. Han sido las amenazas de un presidente acorralado, aunque diga que en su decisión de reflexionar no hay cálculos electorales. Se le acusa de ser capaz de utilizar su intimidad para ganar tiempo. Según Aragonès, uno de sus socios, hemos vivido una comedia.
Rodeado de los silbidos de la calle, de los jueces en los casos de corrupción, sin presupuestos, espiado por Pegasus y apoyado por partidos anticonstitucionales, tenía, y sigue teniendo, una legislatura casi imposible. El mundo entero se ha enterado por su carta de que su esposa está acusada de tráfico de influencias. El presidente dice que su familia lleva 10 años de acoso con bulos. Parecía un político con fuerza y gran determinación, pero se ha rendido tras asustarse por los jueces y la libertad de prensa, que él considera libertad de bulos. Pero no ha hablado nada de democracia, ni de decretos-ley, ni de su desprecio a la separación de poderes, ni tampoco ha admitido que él ha participado en bulos para atacar a familiares de dirigentes de la oposición.
El que logró la impunidad de los golpistas y el responsable de la ascensión del separatismo, y del muro contra los consensos básicos, sostiene que ha necesitado el apoyo de su partido para seguir en La Moncloa. Lo de la dimisión pudo ser una amenaza para movilizar al partido. Nadie dimite voluntariamente. Se recuerdan algunos casos, como los de Lucio Cornelio Sila y Carlos V. Si no convoca elecciones con un Gobierno cada vez más frágil y apoyado por partidos contrarios a la nación, la polarización va a ser lo único que progrese. El poder tiende a hacerse peligroso cuando es débil. En España vivimos una política sin entrañas que no respeta a los novios ni a las esposas. Como casi siempre, según Ortega, la turbulencia, la pobreza de intimidad y la dureza de piel son las condiciones del político.