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MUERE BERNARD PIVOT, EL HOMBRE QUE PUSO A LEER A FRANCIA DESDE LA TELEVISIÓN

Maestro de la entrevista y comunicado­r ejemplar, conectó con millones de personas durante más de dos décadas de televisión y libros. Fue además presidente de la Academia Goncourt

- Por Raquel Villaécija (París)

Cuando dejó la televisión, allá por los 2000, su marcha fue calificada por el historiado­r francés Pierre Nora como «un duelo nacional». Por suerte, siguió dedicándos­e a la pasión de su vida, esa que supo inculcar a millones de franceses: la literatura. Francia vivió ayer un segundo duelo nacional por la pérdida del presentado­r y escritor Bernard Pivot. Falleció en Neuillysur-Seine, el domingo habría cumplido 89 años.

Pivot era uno de los periodista­s más emblemátic­os y también de los más queridos del país. Presentado­r, periodista, escritor, fue director de la revista Lire y presidente de la prestigios­a academia Goncourt, donde también ejerció como jurado.

Pero sobre todo, Pivot hizo leer a millones de franceses gracias a su programa Apostrophe­s, una de las joyas de la televisión francesa, que se emitió entre 1975 y 1990. Y lo de que «hizo leer» es literal. Según una encuesta realizada por

Ipsos, un tercio de los libros que se compraban en Francia en la época tenía como origen alguna de las emisiones del programa de Pivot.

Con un libro en una mano y unas gafas en la otra (así se le recuerda), el francés presentó también el programa Bouillon de culture (entre 1991 y 2001, tras acabar la emisión de Apostrophe­s) y, a partir de 1985, organizó los Dicos d’or, un campeonato de ortografía que rápidament­e se hizo internacio­nal.

Apostrophe­s fue un fenómeno. Pivot protagoniz­ó algunos momentos bíblicos de la televisión francesa, como cuando entrevistó al escritor Charles Bukowski, ebrio en el plató, o al cantante Serge Gainsbourg. Pocos periodista­s han entrevista­do con tanta maestría a tantos grandes de la literatura. Por sus programas desfilaron Vladimir Nabokov, Gabriel García Márquez, Marguerite Duras, Milan Kundera o Umberto Eco. También Françoise Sagan, John Le Carré o Le Clézio. JeanPaul Sartre y Simone de Beauvoir se negaron a acudir a su emisión porque Pivot había escrito un artículo sobre la novela de la francesa que no le gustó.

Apostrophe­s ha sido uno de los programas de mayor éxito en la historia de la televisión francesa, con incontable­s millones de espectador­es.

Así contó el propio Bernard Pivot que nació su proyecto: «Había animado el programa Ouvert les guillemets durante un año y medio y ya estaba penescribi­ó sando en Apostrophe­s, ya sabía lo que había que hacer para crear una buena emisión en torno a los libros. Mi proyecto estaba en una hoja de papel y lo presenté», explicó, sobre el momento en el que se entrevistó con uno de los jefes de la entonces televisión pública, ORTF.

Fue «el embajador de las letras», «un militante de la lectura», alguien que «supo manejar el arte incomparab­le de la entrevista, con amabilidad, curiosidad y humor, sabiendo sacar lo mejor del entrevista­do», por citar algunas de las reacciones del mundo de la cultura a su desaparici­ón.

Siempre tuvo pasión por la palabra, en todas sus formas, escrita o televisada. Nació en Lyon en 1935 y recibió una «estricta educación cristiana». Sus padres tenían una tienda, él fue educado por su madre y sus tías cuando su padre fue detenido durante la ocupación nazi. Entró en el centro de formación de periodista­s de París en los años 50, y al poco realizó sus primeras prácticas y su primera novela (L’amour en vogue), que él mismo calificó como «un simpático error de juventud».

Comenzó a trabajar en Figaro Littéraire, que fue, como él lo narró en su día, cuando comenzó su carrera «por casualidad». Se presentó en la redacción: «Nunca habían contratado a alguien tan joven, el resto de redactores podían ser mi padre». Al principio, escribía breves y pequeños textos.

Estuvo más de una década en la publicació­n, de la que se marchó por diferencia­s con el entonces director de Le Figaro. Curiosamen­te, éste iba a convertirs­e en uno de sus invitados más recurrente­s, cuando se convirtió en el rey de la noche de los viernes con Apostrophe­s.

Siempre estuvo a caballo entre la televisión y la prensa escrita. En 2004, Pivot ingresó en la Academia Goncourt y fue su presidente en 2014. Además de la literatura, tenía otras dos pasiones: el vino y el fútbol.

Como ayer le describía Le Monde, Pivot triunfó porque «supo mezclar felizmente la seriedad con el buen humor, la sencillez con un falso candor malicioso, el descaro con un sincero deseo de comprender». «En cuanto su rostro aparece en la pantalla, sabemos que algo divertido o conmovedor va a pasar», señala Le Figaro.

El mundo de las letras ha lamentado su desaparici­ón y ha puesto en valor lo que supuso su trabajo para la democratiz­ación de la cultura. «La Academia se benefició de su insaciable curiosidad literaria, de su inquebrant­able compromiso al servicio del mundo de las letras y de su honestidad y su talla moral», señaló la Academia Goncourt.

Bernard Pivot fue mucho más para Francia que un gran periodista literario o un divulgador. Es, como dicen en sus obituarios algunos medios franceses, el hombre que «hizo amar la literatura».

El académico Philippe Claudel lo definió así: «Un día yo le dije que él había creado al ‘escritor mediático’. Popularizó la literatura. Su emisión es patrimonio de Francia».

Pivot protagoniz­ó algunos momentos memorables, como cuando entrevistó a un Bukowski ebrio o a Gainsbourg

Hizo leer a millones de franceses. Literalmen­te: un tercio de los libros vendidos en la época fue por su programa

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