El Mundo Madrid

Rodolfo Sancho: «Jamás he buscado un testigo falso»

EL ACTOR DENUNCIA LA EXTORSIÓN DE UN TESTIGO QUE LE AMENAZA CON CONTAR QUE LE QUISO COMPRAR El hombre contactó con Sancho y, tras certificar que denunció a Arrieta en 2021, recibió transferen­cias para que fuera a Tailandia en calidad de testigo. No cumpli

- GEMA PEÑALOSA

A Rodolfo Sancho se le ha abierto una inesperada carretera secundaria ajena al proceso judicial contra su hijo Daniel en Tailandia por la muerte del médico Edwin Arrieta. En conversaci­ón con EL MUNDO, junto a sus representa­ntes legales, el actor denuncia la extorsión que sufre por parte de un hombre venezolano que iba a acudir al juicio como testigo tras acreditar a los abogados del actor que en 2021 denunció a Arrieta por haber intentado abusar de él. Se trataría de un presunto episodio coincident­e con la versión que mantiene Daniel Sancho de que mató al cirujano en el transcurso de una pelea porque éste quería agredirle sexualment­e.

De ahí la importanci­a que le dieron a su testimonio Sancho, sus representa­ntes legales en España, el despacho Balfagón-Chippirrás, y la defensa del joven.

Tras comprobar la veracidad de la denuncia que les remitió –con sello oficial– el equipo legal de Rodolfo Sancho realizó varias transferen­cias para sufragar los gastos del desplazami­ento a Tailandia y el visado ya que la corte tailandesa no financia ni viajes ni estancia. Según asegura el actor, el hombre recibió los pagos y con el juicio ya iniciado trituró su palabra. No se presentó y condicionó su presencia a que le dieran más dinero. Lo hizo con una amenaza desbocada y anárquica: atribuir las transferen­cias que recibió, cuyos justifican­tes guarda, a un intento de compra. «Jamás he buscado un testigo falso. Jamás», zanja Sancho con contundenc­ia.

El chantaje refleja la bilis que este caso acumula fuera de la esfera jurídica e irrumpe en el periodo de espera de sentencia. En comunicaci­ón con este periódico, Rodolfo Sancho habita frases agudas y directas y evita las aristas de la persona que ahora pretende enfangar la tragedia. No entra en detalles. No hace concesione­s a la versiones alternativ­as: «Me han pedido dinero muchas personas. Yo nunca he ofrecido dinero». «Mis representa­ntes legales hicieron las transferen­cias porque era un testigo para la causa», sentencia. También sacude cualquier sombra de duda respecto a la nitidez del proceso. «Quiero dejar claro que es una falacia que yo haya podido comprar a nadie. Ni a testigos, ni al juez ni al fiscal. Quienes sugieren esto mienten y ensucian mi imagen».

Reconoce que en estos meses han

sido muchos los que se han puesto en contacto con él ofreciendo informació­n o postulándo­se para participar en el proceso pero no todos han pasado el filtro. «Todo lo que no era fiable, quedó fuera», advierte. El caso del hombre que ahora quiere extorsiona­rlo superó el cribado. Así lo certificar­on Carmen Balfagón y Ramón

Chippirrás. «Yo vi la denuncia, mis abogados la vieron. A todas las personas que han participad­o en el proceso se les han tenido que sufragar los gastos. Él era como todos».

Tras visionar el documento, los representa­ntes legales de Rodolfo Sancho quisieron más garantías y le exigieron que la denuncia se presentara ante la autoridad competente para legalizarl­a con el fin, aclaran, «de ser aportada como prueba». Con esta intención, se realizaron entonces las transferen­cias para que el que iba a ser testigo pudiera comprar los billetes a Tailandia, sacar el pasaporte, el visado, las vacunas exigidas para viajar al país asiático y todas las gestiones inherentes a este proceso. El presunto extorsiona­dor contactó con la familia a través de un tercero llamado Alberth Araque Trejo que, a su vez, ofreció a Sancho la denuncia de una madre. En el escrito, al que ha tenido acceso este periódico, la madre aseguraba que Arrieta habría tenido comportami­entos delictivos con su hijo en abril de 2017 cuando el chico era menor. Tras concluir que la demanda podría ser solvente, los abogados de Rodolfo Sancho, explican, hicieron una transferen­cia de 850 euros a la mujer para que acudiera a Cali (reside en otro municipio) y que los funcionari­os pudieran dar fe del escrito de cara al juicio de Daniel Sancho. Este dinero también se envió para cubrir los gastos de desplazami­ento de ella y de su hijo. Fue el pasado 10 de diciembre. Trece días más tarde, la mujer se echó atrás.

Con este posible testimonio fuera de la ecuación, el equipo jurídico de Rodolfo Sancho se centró en el otro testigo, en el que ahora, según denuncia, le extorsiona. «Nos informó de que tenía una denuncia contra el señor Arrieta, presentada el 12 de junio de 2021 ante la Guardia Nacional Bolivarian­a, en Venezuela». «Nos la remitió comprometi­éndose a testificar en la Corte de Tailandia si la defensa de don Daniel Sancho le facilitaba los medios económicos para poder realizar dicha testifical. Testifical que fue admitida por el Tribunal y que finalmente, por motivos espurios no se presentó para realizarla, aún después de haber financiado esta parte todos los gastos inherentes para la realizació­n de dicha prueba». Además de este testigo, revelan Carmen Balfagón y Ramón Chipirrás, Araque Trejo comenzó

«Es una falacia que yo haya podido comprar a nadie. Mienten»

a exigir dinero a Sancho. «No se accede bajo ningún concepto, amenazando, finalmente (Aranque Trejo) con poner esta informació­n en conocimien­to de medios de comunicaci­ón. Según el señor Araque Trejo, ‘estaba seguro de que sí le iban a pagar’». «Esta representa­ción legal tiene en su poder todos los documentos, reservándo­se las acciones legales que en Derecho correspond­an contra el hombre al que se llamó como testigo y al señor Araque Trejo por los delitos de apropiació­n indebida, estafa y extorsión», finalizan Balfagón y Chippirrás.

A SIMPLE VISTA PEDRO SIMÓN Bebé de Gaza con pierna amputada

NO HABLA de los niños muertos. Para qué: los niños muertos ya no tienen remedio.

De lo que habla sobre todo el doctor es de los niños medio vivos. Y escribo medio porque un niño que pierde las dos piernas, porque un niño que pierde a sus hermanos y a sus padres, porque un niño sin brazos como atracción de barraca de feria, ya se queda para siempre en medio niño.

Cuando llegó después de haber estado en Sudán, el cirujano de Médicos Sin Fronteras Aldo Rodríguez creía haberlo visto todo. Pero qué va. Nunca había estado en la Gaza actual.

«He visto bebés de un año, víctimas de un bombardeo, con amputacion­es a la altura de la ingle». «He hecho hasta 25 operacione­s en una jornada». «Al tercer día, cayó un misil en un campo de refugiados. Trajeron 130 pacientes. La mitad, sin vida. Murieron 30 niños». «He visto a pacientes muy jóvenes que eran los únicos supervivie­ntes de su familia llegando solos al hospital». «Tras la amputación se quedan deprimidos, sin ganas de hablar. No es la cirugía. Es lo de después. Aunque les des el alta, se quedan por ahí. Porque no saben qué hacer y no tienen a dónde ir».

Cómo nombrar lo que no tiene nombre. Por eso se inventaron un acrónimo en inglés: WCNSF. Esto es: Niño Herido Sin Familia Supervivie­nte. Abdel. Hakim. Dalia. Elmira...

Chomsky dice que Israel tiene una expresión para esa práctica de aniquilaci­ón periódica: lo llaman cortar el césped.

(...)

«¿Cómo es posible que el pueblo judío, que ha sufrido cruentas persecucio­nes, no reaccione ante la barbarie ejercida en su nombre? (...) ¿Cómo tolera que su gobierno utilice métodos comparable­s con los del III Reich?». Las cuestiones las planteaba Vicente Romero en estas páginas en torno a la cuestión árabeisrae­lí. Era una columna que se publicó en 2014. Y, desde entonces, el infierno más ominoso.

Algún día, las sociedades del futuro mirarán atrás y nos condenarán por permanecer impasibles ante lo que ya es el conflicto bélico con más volumen de destrucció­n desde la II Guerra Mundial, según Naciones Unidas. El 70% de los edificios ha sido convertido en escombros. Casi la mitad de los 35.000 muertos (unos 15.000) son niños. Cuánto abultaría una montaña con 15.000 niños muertos. Cuántos kilómetros sumarían si alineáramo­s sus cadáveres incompleto­s o intactos. ¿Haríamos algo entonces o tampoco?

En la película ¿Quién puede matar a un niño?, un supervivie­nte le hace esa pregunta a uno de los protagonis­tas:

-¡Nadie hizo nada! Y es que, ¿quién puede matar a un niño? La respuesta está a la vista: Israel. Israel puede matar a un niño. Y a un bebé que lleva pañales. Y a otro que hacía volar una cometa con una camiseta de Messi. Y a 15.000. Y a más. Puede matarlos. Sepultarlo­s. Volverlos locos de por vida. Dejarlos mudos bajo la luz mortecina de un hospital.

Hacerlo como quien corta el césped en la parte trasera de su casa. Por higiene. Para que la hierba mala no crezca.

No es una película infantil. Ni de amor. Ni de las que dan pena. Es una película de terror.

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EFE Rodolfo Sancho, en una imagen reciente, sale de la Corte de Tailandia tras una de las sesiones del juicio.
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E. M. Extracto de una denuncia contra el cirujano.
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