Una carpa de circo exclusiva e íntima en el Price
La icónica compañía francesa Rasposo despliega su propia pista con su última pieza
Cuando a la artista circense Marie Molliens le concedieron en Francia el Premio SACD, otorgado por la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos, la semblanza de reconocimiento la comparó con la mismísima «maga Circe, hija del sol, que dio nombre al circo». En la pista desde los cuatro años, acróbata casi al tiempo que daba sus primeros pasos, pues su debut fue con tan sólo 7 años, e hija, nieta y bisnieta de saltimbanquis, con el teatro callejero en sus venas, esta funambulista da para una mitología propia. No sólo heredó un talento clásico de decenios, sino también la compañía Rasposo, en pie desde 1987 y donde se crio, y aquel apego por la carpa de circo, que la familia adquirió, por primera vez, en el año 2001.
Unas señas de identidad, como astro del circo europeo actual, que la acompañan allá donde gire, incluso, en circos estables como el Teatro Circo Price, que acogerá en su interior esa carpa íntima y exclusiva de la familia Molliens, para el estreno del montaje Oraison. Durante sólo tres días (del 16 al 18 de mayo) y con aforo más reducido de lo habitual. Porque esta mujer, una de las pocas que dirige su propio circo, mantiene la esencia del arte circense de antaño con su modelo itinerante y familiar, pero con el propósito de reivindicar un estilo propio, contemporáneo y lírico, que ilumine y apele a las emociones del público.
«A través de este espectáculo, busco despertar una conciencia para encender nuestras luces intelectuales y poéticas, así como nuestras sensibilidades profundas. Encender nuevas luces, más espirituales, más viscerales, más auténticas, hacia las cuales podemos elevarnos y seguir», explica sobre Oraison, su «oración, una última toma de palabra». Pues esta pieza, compuesta antes de la pandemia y tras el fallecimiento de su padre, es la culminación de su tríptico fundacional Ors, después de Morsure (2013) y La DévORée (2016), todas escritas y dirigidas por ella misma y con su propia interpretación junto al elenco. Una declaración de intenciones que, en conjunto, reflejan esa segunda vida de la icónica compañía Rasposo, desde que, en 2012, Marie Molliens tomase el relevo en la dirección artística, tras 25 años de creaciones de la mano de sus progenitores, Fanny y Joseph Molliens.
Si en la primera parte se arriesgó a romper, entre equilibrios y acrobacias, con los códigos del circo tradicional, en la segunda cuestionó el papel de la mujer circense, con su propia adaptación de Pentesilea, ópera de Heinrich von Kleist, y desplegando su imaginario propio. Ahora, regresa al Price con una de las figuras tutelares del circo, el payaso blanco, que en le
sirve para lanzar una reflexión sobre el estado del mundo, como salvador frente a la decadencia, y entre lanzamiento de cuchillos, escenas apocalípticas, descargas eléctricas y delicados equilibrios sobre el alambre. Aquel que esta artista prefirió en vez del trapecio, después de descubrirlo en el ático de su abuelo. Allí fijó su futuro y sobre él continúa alumbrándolo.