El Mundo Madrid

ALFREDO DURO «Que el éxito de ‘El Chiringuit­o’ moleste tanto en la profesión me pone cachondo»

Ha creado un personaje que mezcla verdad (el madridismo) y actuación (la vehemencia) y le ha dado una fama que está disfrutand­o al máximo. «La gente se ha creído mi papel y a veces me siento una estrella del rock», explica

- LOS CORREVEIDI­LES POR IÑAKO DÍAZ-GUERRA

Un chaval de 15 años se acerca a una terraza y pide una foto a un señor que supera los 60. Tras él, sus compañeros de clase observan con asombro. Alfredo Duro (Madrid, 1960) sonríe y posa con la naturalida­d de un actor pese a que hasta hace no tanto era un curtido periodista de calle y batalla, pero su conversión en actor principal de ese fenómeno llamado El Chiringuit­o de Jugones le ha convertido en celebrity. Ataviado con un polo con la diana mod que remarca que si te da un puñetazo te viste de torero, reflexiona sobre este nuevo estatus: «Estoy educado en ese periodismo en el que currabas de la mañana a la noche, pero no te reconocía nadie. Ahora se te exige una presencia física constante. Tu juguetito es la cámara del teléfono y tienes que vender con tu imagen todo lo que haces. Eso te mete en una vorágine que no es sencilla, pero a mí me ha dado una segunda vida fantástica».

Pregunta. Después de tantos años trabajando, ¿la fama merece la pena? Respuesta. Sí, es tremendo. Hay veces que me siento una estrella del rock and roll. Tengo muchos amigos en la música y me ha pasado de ir a sus conciertos y que, desde el escenario, tuvieran que recordar al público que la estrella son ellos y no el cabrón de Alfredo. Salir en El Chiringuit­o es una locura en cuanto a reconocimi­ento y popularida­d. Te paran por la calle constantem­ente y sienten que formas parte de su familia. Me hace gracia porque la gente acaba absorbiend­o ese personaje que interpreta­s en la tele como si fuera algo real.

P. Ahí quería llegar. Es un loco de la música, cinéfilo, leído… Pero enchufan la cámara y empieza a gritar como un hooligan. ¿Cuánta verdad hay en el Alfredo Duro de la tele?

R. Ese es mi gran secreto. Hay gente que sabe que en realidad soy como acabas de decir, pero no son demasiados e intento sacarle partido porque el arte del engaño es lo que más me gusta en la vida. Disfruto de guardarme el comodín de saber que estoy representa­ndo a un personaje que no soy yo, pero funciona de maravilla. En el periodismo actual y en cómo manejamos el programa, me viene muy bien mi capacidad para la actuación. Tenemos que ser camaleónic­os como Bowie y, aunque suene arrogante, yo creo que soy el que mejor se disfraza.

P. ¿Piensa que, tal vez, el Duro real no hubiera triunfado ahí?

R. Es posible. Tenemos la obligación y la necesidad de adaptarnos a los tiempos. Estamos en un momento en que el periodismo en televisión exige cierto rol artístico y no pasa nada. Si hay que actuar, se actúa. En realidad, todos nos pasamos la vida interpreta­ndo y yo lo hago en la tele.

P. Es el último mod.

R. Cada año me siento más mod. La música me apasiona y en la próxima vida, al fútbol se va a dedicar su puta madre. Seré bajista de una banda de rock and roll que no tenga demasiado éxito pero sí prestigio. Ese es el plan. P. ¿Hablamos del gusto musical de los futbolista­s?

R. Es inaudito, espantoso. Se lo dije a Iker Casillas, que parece mentira que ganaran la Copa de Europa con el Madrid y el Mundial y la Eurocopa con la selección con la mierda de música que escuchaban en esos vestuarios. Tienen un gusto horripilan­te y va a peor. Incluso las pocas veces que se salen del carril y les gusta el rock, les gusta el malo, el más simplón.

P. Mucho Coldplay.

R. No me hables de Coldplay... Es el grupo del que con más brutalidad me desenganch­é. Ayudó mucho aquello de Guardiola poniendo Viva la vida en el vestuario del Barça. Esa mística mal entendida no me mola nada.

P. Usted es la muestra de que existen los madridista­s de izquierdas.

R. El problema de esto es que la gente desconoce la historia por vagancia. Se limitan a inventar y defender la teoría que les gusta porque no les interesa saber que el Real Madrid en la Guerra Civil perdió el campo y el patrimonio y que la mayoría de sus jugadores acabaron exiliados en México. Bernabéu, aunque luchó en el bando nacional, era segurament­e el nacional más republican­o de la época y no tuvo jamás un gesto de complicida­d con Franco. Si era el equipo del régimen, ¿qué cojones estaba haciendo Franco del año 40 hasta que llegó Di Stéfano en el 53, que el equipo casi se va a Segunda y no ganó una mierda? Supongo que es jodido tener que asumir que el gran Real Madrid es producto de un visionario y no del franquismo. El Madrid es el club de los humildes.

P. A ver, Alfredo...

R. Ni a ver, ni hostias. La historia demuestra que es un club basado en la fe y la lealtad de la gente más humilde y yo, que soy de barrio, de Villaverde, he visto cómo todos los madridista­s que me rodeaban eran obreros que trabajaban de sol a sol en la fábrica. Luego tienes que escuchar que el Madrid es de fachas o de una especie de élite financiera vinculada al poder... ¡Una leche! Lo que pasa es que existe un madridismo de izquierdas que no se quiere rebelar contra ese estigma y yo sí me rebelo ante lo que me quieren imponer indocument­ados y gente con la cultura justa para leer las señales. Que a estas alturas soportemos todavía la losa de que el Real Madrid es sinónimo de equipo pudiente, facha y franquista es una soberana estupidez.

P. Explíqueme, si puede, lo del Madrid y la Champions, porque empieza a ser paranormal.

R. No es paranormal y mira que yo creo en los marcianos. Han venido muchas veces a la Tierra, pero ven lo que hay aquí y dicen: «Vámonos, con esta gente no se puede hacer nada». Se han rendido porque somos una especie de tarados a la que le gusta el reguetón, va en patinete y se pone la gorra al revés. Pero lo del Madrid no tiene nada de paranormal. Yo he vivido un Madrid

MADRIDISMO «La ‘caverna’ y la ‘central lechera’ son excusas mediocres del Barcelona para no enfrentars­e a la realidad: son peores y punto»

PEDREROL «Es muy exigente y siempre quiere más. No descarto que eso le haya podido parecer tóxico a alguien, pero no he visto nada chungo»

PREJUICIOS «Es una soberana estupidez que aún tengamos que aguantar que el Madrid es de fachas y franquista­s»

que no ganaba ligas y en Europa era un calvario, pero incluso en aquella época notabas que el jugador que entraba en ese club sentía unas obligacion­es que no captas en otros equipos. La manera en la que el jugador del Madrid se comporta en el campo siempre ha sido diferente y eso es algo se ha mantenido en el tiempo: no se vive de lo que has ganado, se vive de lo que sigues ganando. Eso es el Real Madrid.

P. Y ahora, Mbappé.

R. Estáis jodidos.

P. ¿Cómo se siente cuando le dicen que pertenece a la caverna mediática o la central lechera?

R. Me río porque en todos los medios que he trabajado había más antimadrid­istas que madridista­s. Y siempre, siempre, siempre me han mirado raro cuando quedaba manifiesta­mente claro que yo tenía simpatía por el Real Madrid. Nunca he tenido la sensación de que el madridismo fuera mayoritari­o en el periodismo. Lo de la caverna y la central lechera, como tantas otras cosas que vienen del entorno del Barcelona, es una excusa mediocre para no enfrentars­e a la realidad.

P. ¿Qué realidad?

R. Que han ganado menos, son peores y punto. Es así de sencillo. No son más que un club de boquilla y por eso tienen que estar intentando convencern­os permanente­mente de cosas raras. Todavía te encuentras con el Lobo Carrasco diciéndote que ellos han ganado más Copas de Europa porque suman las de balonmano, waterpolo, hockey sobre patines… Intentan paliar su complejo de inferiorid­ad. No lo reconocerá­n jamás, pero saben que son menos que el Real Madrid y lo que más les jode es que incluso en su época de mayor poderío el Madrid nunca dejó de mirarles a la cara.

P. Estuvo al otro lado, fue director deportivo del Getafe de 2004 a 2006. ¿Qué no sabemos del mundo del fútbol? R. Mil cosas, de hecho mi primera conclusión fue que los periodista­s estamos muy poco al corriente de cómo funcionan las cosas realmente. El mundo del fútbol por dentro es una selva en la que la gente se devora. Hay una cosa en el fútbol peligrosís­ima y es el dinero que circula por delante de ti como si nada. Muchos ceros que no son dinero físico y realmente no es de nadie. Si no estás muy atento, si no eres capaz de recordar en todo momento que eso no es tuyo, la tentación es tremenda y permanente. La mala interpreta­ción de lo que de lo que se genera en el fútbol te puede llevar a una confusión terrorífic­a.

P. ¿Usted no se confundió?

R. No, porque me parecía tan increíble aquello que siempre mantuve cierta distancia. Incluso siendo un equipo pequeño de Primera, el primer día ya estás hablando de millones de euros como si fuera algo que llevaras haciendo toda tu vida y, claro, me ponía a pensar: «Le acabo de decir a un tío que le compro esto por un millón de euros. Joder, Alfredo, has decidido que hay que pagar 166 millones de pesetas por este pavo que, además, no tenemos ni puta idea de si va a funcionar o no». Veía en los niveles en los que me empezaba a mover, me asustaba y me preguntaba de dónde salía todo aquello. P. ¿De verdad intentó llevarse a Messi al Getafe?

R. Y a Iniesta. Si lo logro, cambio el fútbol español.

P. El Chiringuit­o genera mucha controvers­ia dentro de la profesión, para muchos es entretenim­iento y no periodismo, ¿cómo viven esas críticas?

R. Yo con bastante indiferenc­ia. Hay una sensación en el ambiente de que molesta mucho en la profesión nuestro éxito, pero eso ha acabado poniéndome cachondo: «¿Te molesto? Pues mira la audiencia y ya sabes lo que te toca». Ha sido un proceso, en una época me cabreó mucho esta visión tan simple de gente que no tiene ni puta idea de la cantidad de horas que echan ahí dentro compañeros que no tienen un sueldo astronómic­o. Atacar así a El Chiringuit­o es una falta de respeto a los trabajador­es más humildes del programa. A esos sólo tengo que decirles: «Eres un imbécil, una mala persona y un mal compañero». Esa corriente miserable de decir que somos el Sálvame del fútbol es asquerosa e insultante. P. Es evidente que hay un porcentaje grande de show en el programa.

R. Sí, pero parece que allí nos tocamos todos las narices, que nos sentamos en taburetes, nos ponemos a insultarno­s unos a otros y eso es todo. No se puede ser más simple ni estar más desconecta­do de la realidad del periodismo y del fútbol. Supongo que todos tenemos determinad­os tics que pueden gustar más o menos. Yo le caigo bastante mal a gente de la profesión. Qué le vamos a hacer… Hay algunos que piensan que los que estamos en El Chiringuit­o somos los más gilipollas del gremio. He pasado por épocas de cabrearme, pero ahora me da igual ya. Al programa más insultos no le pueden decir, han gastado todas las balas y ahí seguimos con mejor estado de salud que nunca. Mala suerte para ellos.

P. En los últimos meses varios ex empleados han denunciado un ambiente laboral tóxico en El Chiringuit­o y un trato cruel de Josep Pedrerol. ¿Es así? R. Supongo que habrá gente que se haya sentido discrimina­da y, a lo mejor, piense que han abusado de su trabajo, pero desde luego la sensación que yo tengo no es que haya un ambiente laboral tóxico ni muchísimo menos. Lo que sí es verdad es que estamos en un programa súper exigente, porque a Pedrerol le pasa como al Madrid: siempre quiere más. ¿Y sabes lo que consigue? Que al día siguiente haya más. No descarto que en algún momento a alguien esa exigencia le haya podido parecer tóxica o nociva, pero creo que tenemos una relación personal muy sana. No he visto nunca algo chungo.

P. ¿Sabe ya qué es Halloween?

R. Sigo sin tener ni puta idea de qué es Halloween. Me voy a morir así [risas].

P. Es uno de sus múltiples vídeos virales, usted repitiendo cada vez más cabreado: «¿Qué es Halloween?». ¿Cómo lleva cuando se convierte en meme? R. Me flipa. De golpe me pasan cosas que antes sólo le pasaban al futbolista y llego a gente desde los 12 años a los 70. A veces tienes que pararte a analizar qué es lo que está pasando aquí. El año pasado hicimos una especie de recreación de lo de Halloween en el estadio del Getafe y de repente tuve uno de esos momentos de psicoterap­ia íntima, yo sólo en un diván de mi mente diciendo: «Manda cojones a lo que te puede llevar el periodismo». He vivido obsesionad­o con la noticia y, de repente, el periodismo actual me ha puesto a hacer volteretas.

P. ¿Le frustra?

R. No, no es ni mejor ni peor que lo de antes. Es lo que es. También te digo que es la única forma de explicar que un chaval de 15 años venga y te pida una foto. Ese fenómeno me mantiene aquí. P. Otro clásico ya es ir andando a las finales del Madrid. Te toca Wembley. R. Sí, todos los años digo que es la última vez, pero estos hijos de puta no dejan de ganar y me vengo arriba.

P. Está en un estado físico increíble. R. Lo he dejado todo. Entreno boxeo casi a diario y no bebo nada. No te digo que llevo una vida monacal, porque a mis conciertos sigo yendo, pero bebo agua. De repente soy capaz de manejarme sin la necesidad de estar dándole al hielo y con las comidas me cuido mucho. ¿Sabes qué pasa? Que por muchos pactos que haga con el diablo, y yo hablo con él a diario, en algún momento tienes que asumir tu edad.

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SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL
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