Himnos generacionales entre Lorca y diazepam para el Tomavistas
El dúo madrileño se encarga de cerrar el próximo viernes la primera jornada del festival que este año se muda a la Caja Mágica
Adriana y Paula son actrices, también escriben y, bajo el nombre de Pipiolas, han publicado uno de los discos que contará en el futuro a qué sonó 2024: No hay un Dios (Elefant) Un revoltillo en el que caben canciones punk sobre la menstruación, melodías soñadoras, Lorca y nubes de antidepresivos. Pipiolas serán además las encargadas de cerrar este viernes la primera jornada del festival Tomavistas, que este año se traslada a la Caja Mágica y que en su primer día contará también con las actuaciones de Los Planetas (interpretando su primer álbum, Súper 8), los franceses The Blaze, el gallego Baiuca, las madrileñísimas Hinds o los veteranos del indie Dinosaur Jr. La cita, que cuenta con el apoyo de Vibra Mahou, cuenta igualmente con los nombres de Phoenix, Belle and Sebastian, Alizzz y Jesus and Mary Chain en su programa del sábado.
Adriana y Paula han llegado a esto de la música sin ponerse límites. «Al final, el no ser músicos a la vieja usanza nos ha dado mucha libertad creativa», explican. «Cuando no tienes una pretensión o una dirección clara, eso te deja un poco ese margen para decir: ‘No tengo que cumplir ninguna expectativa, porque nadie sabe quién soy. Vas ahí, dibujando poco a poco, y te vuelves más valiente porque te atreves a romper la matemática de la música. Sabemos de música, pero somos más actrices y autoras».
Ante la pregunta inevitable de qué es lo que hacen Pipiolas, repiten a la vez: «Respondemos que es pop. Con un montón de apellidos, evidentemente: pop-rock, pop electrónico… Siempre acabamos tirando al pop, que al final es lo que más nos divierte. Es lo más libertino. Un género que, teniendo aristas, no es nada pretencioso».
Lo cual no quiere decir que sea invariablemente frívolo o inane. Ahí está Romancero propio, uno de los cortes del álbum, con su evidente deje lorquiano. «Es una referencia vital», vuelven a expresarse al unísono sobre el genio de Granada, y explican su apuesta. «Es un guiño hacia el Romancero gitano, donde Lorca habla del extrarradio, de lo que queda fuera de lo social. En este caso, hablamos de lo que queda fuera de lo emocional». En cualquier caso, ni hablar de intereses espurios en su exhumación (metafórica): «Todo lo que tenga su nombre en un título, tiene una posibilidad bastante más grande de vender. Pero se ha llegado a un punto en que todo vale, y creemos que deberíamos dejarlo en paz durante unos diez o 12 años», sentencian. Lo suyo «no es traducir a Lorca, sino simplemente darle las gracias desde el lugar del que nosotras partimos».
No hay un Dios es un disco en el que laten muchas de las inquietudes de los nacidos a finales de los 90. «Está siempre esta cosa de que somos la generación de cristal. Pero la putada es que realmente somos una generación mega consciente a la hora de identificar y tener herramientas para ponerle nombre a lo que pasa: depresión, ansiedad, etcétera. Eso está bien para saber solventarlo o, de alguna manera, ayudarte. Pero claro, estamos mega expuestos e híper conscientes de lo que nos pasa», plantean. «Son épocas de drogas distintas. Seguramente vuestras drogas eran más estimulantes y ahora las nuestras son más de apaciguar, de calmar la cabeza. Vuestras pastillas tenían más colores y ahora las nuestras son más blancas. Somos una generación de fármacos», proclaman.
Así y todo, nada más alejado de Pipiolas que el nihilismo: «Tanto las actrices como los actores en general somos muy petardos y nos encanta sentarnos en nuestra cocina a sentir lo que estamos sintiendo. No lo decimos como algo negativo; al contrario: estás en contacto contigo mismo. Pero también es verdad que siempre la parte artística busca ahondar mucho en lo que pasa para poder sacar algo que sea útil, finalmente. Que sirva».
Es, dicen, «un punto de necesitar conectar con gente que sienta lo que te está pasando a ti. De empatía, por supuesto, pero también de distorsión». Porque «se pone una distancia con lo que te está pasando para poder procesarlo, porque si estás todo el rato ahí metido en medio, no avanzas a ningún lado, ni ni a través de...».