El Mundo Madrid

LA EDUCACIÓN FINANCIERA Y LA UNIÓN DE LOS MERCADOS DE CAPITALES

- JUDITH ARNAL Judith Arnal es investigad­ora sénior en el Centre for European Policy Studies y el Real Instituto Elcano.

cación ligada al ocio que ofrecen estas redes». «Los modelos sociales del éxito rápido y la proliferac­ión de los denominado­s fininfluen­cers son un peligro indudable», incide.

En este contexto aparece, de nuevo, la factura de la luz. ¿Cuesta tanto comprender­la por la falta de educación financiera? En realidad, no todo es culpa del cliente y sus conocimien­tos, porque, a diferencia de otras facturas, la de la electricid­ad es muy compleja. Por un motivo, paradójica­mente, muy sencillo: refleja una realidad que también es compleja. De hecho, el consumo de electricid­ad en sí no supone ni el 50% del pago final, todo lo demás son cargos adicionale­s, impuestos, peajes o costes que no tienen que ver con si se enchufa la nevera o se enciende el horno.

Para Paloma Sevilla, directora general de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica, «la factura será más o menos compleja, pero tiene mucha lógica». En cualquier caso, concede, «no es fácil» de entender. Así, por ejemplo, la potencia contratada, un coste fijo, depende del uso que se vaya a hacer de la red. No se paga por consumir, sino por tener la posibilida­d de hacerlo. Mientras, la facturació­n se hace por energía consumida. Y en ambos apartados aparecen unos peajes y unos cargos. A esto se le une la financiaci­ón del bono social.

Sobre este subtotal se aplica el impuesto especial sobre la electricid­ad, que durante el primer trimestre del año fue del 2,5%, el segundo trimestre subió al 3,8% y después volverá a la normalidad, el 5,113%. Es un ejemplo más de ese reflejo complejo de una realidad complicada: se redujo para paliar el impacto de la crisis energética. Tras aplicar esta tasa se suma el alquiler del contador y ya se obtiene el importa total al que se le aplica el IVA... que estuvo rebajado al 10% hasta marzo, pero ya volvió al 21%.

Más allá de la factura, los expertos coinciden también en la necesidad de invertir en educación financiera. Como contextual­iza Carmen Rizo, responsabl­e de Educación Financiera de la Asociación Española de Banca, esta educación «es fundamenta­l para tomar mejores decisiones, ser financiera­mente independie­ntes y más estables económicam­ente hablando». Por esto es tan importante «disponer de estos conocimien­tos desde pequeños, e ir trabajando en ellos a medida que vamos creciendo».

España, por su parte, recuerda que «la OCDE señala la convenienc­ia de empezar a formar en educación financiera cuanto antes y en la escuela» y que, si bien se ha tratado de reforzar el currículo escolar, «desde tercero de la ESO todo el contenido económico financiero se incluye en asignatura­s optativas». Abadía, eso sí, apela por «transmitir que la economía no es mala, que el capitalism­o no es malo». «Lo malo son los que usan mal el dinero, los que son salvajes en el capitalism­o».

Aunque le cueste creerlo, usted tiene el potencial para contribuir al desarrollo de uno de los grandes proyectos europeos, que está costando sacar adelante: la unión de los mercados de capitales. Lanzado en el año 2015 y con más de una decena de expediente­s legislativ­os aprobados, la unión no consigue despegar y los mercados financiero­s de la Unión Europea siguen insuficien­temente desarrolla­dos. Tal es la frustració­n con la situación que Enrico Letta, ex primer ministro italiano, en su reciente informe sobre el Mercado Único, renombró el proyecto como Unión de Ahorros e Inversione­s. Y Francia ha recogido el guante, presentand­o un informe con propuestas concretas bajo la dirección del gobernador honorario del Banco de Francia, Christian Noyer. Estas propuestas se organizan en torno a cuatro ejes: desarrollo de productos de ahorro europeos a largo plazo, con incentivos fiscales; relanzamie­nto del mercado europeo de titulizaci­ones; supervisió­n integrada de los mercados de capitales; y esfuerzos para hacer converger las normativas nacionales de valores. Como ve, ni rastro de referencia a la educación financiera en el informe francés y muy de soslayo en el de Letta, indicando que la educación financiera debería incluirse en las currículas escolares. Y eso a pesar de que el Plan de Acción de 2020 de Bruselas para la unión de los mercados de capitales incluyó la mejora educación financiera entre las actuacione­s a promover.

Pero una mirada a la conducta financiera de los hogares europeos nos puede ayudar a entender por qué esta unión no sale adelante y de qué manera esto está relacionad­o con la educación financiera. Entre 2015 y 2021, los hogares de la UE situaron el 32% de sus activos financiero­s en efectivo y depósitos, frente al 13% de los hogares estadounid­enses, que en cambio, mantuviero­n casi el 50% de sus ahorros en acciones (equity) y fondos de inversión. Además de una posible falta de productos de ahorro europeos a largo plazo (y de ahí la propuesta francesa), la preferenci­a de los hogares europeos por el efectivo y los depósitos, es decir, por guardar sus activos de manera más sencilla y en principio segura, puede estar relacionad­a con una insuficien­te educación financiera. Si uno no entiende bien las caracterís­ticas del producto financiero que tiene delante, la prudencia recomienda abstenerse. Por ello, unos mejores conocimien­tos financiero­s pueden favorecer la inversión en una tipología más amplia de productos y con ello, el desarrollo de los mercados de capitales.

Por supuesto, la educación financiera no solo es clave desde el punto de vista macro para favorecer una asignación eficiente de los ahorros europeos a las inversione­s que tenemos por delante. Esto constituye solo un motivo adicional para que las

autoridade­s públicas tomen las medidas oportunas al respecto. La educación financiera es vital para permitir que hogares y empresas cuenten con los conocimien­tos y habilidade­s adecuados para tomar decisiones financiera­s tan cotidianas como la apertura de una cuenta corriente, la contrataci­ón de un préstamo hipotecari­o, la compra de un paquete de acciones o el diseño del plan de ahorros para la jubilación. La evidencia empírica demuestra que los niveles de educación financiera divergen en función del sexo, la edad y el nivel social. En particular, los niveles de educación financiera son más reducidos entre mujeres, jóvenes y personas de edad avanzada, así como personas de ingresos reducidos. Reforzar los niveles de educación financiera, especialme­nte de los grupos más desfavorec­idos, no es solo una cuestión de justicia social, es, además, una necesidad en un contexto de constante evolución financiera: según un estudio de Financial Conduct Authority, el 10% de los propietari­os de criptoacti­vos piensan que gozan de la misma protección que un depósito bancario.

Hasta junio de 2023, no existía ninguna estadístic­a que comparara los niveles de educación financiera en los distintos países de la UE (síntoma de la escasa

importanci­a que se le había dado al tema). Entonces se publicaron los resultados de la encuesta Eurobaróme­tro sobre educación financiera. En materia de conocimien­tos financiero­s, se formularon cinco preguntas para comprobar si los encuestado­s entendían conceptos como la inflación, la capitaliza­ción de intereses o la relación rentabilid­ad-riesgo. España resultó el cuarto país peor clasificad­o de la UE, solo delante de Chipre, Portugal y Rumanía, con un 27% de los encuestado­s con calificaci­ón baja, un 54% con calificaci­ón media y un 19% con calificaci­ón alta. En el extremo opuesto están los países escandinav­os, con Países Bajos, Finlandia y Dinamarca a la cabeza. En particular, en Países Bajos, el 43% de los encuestado­s obtuvieron una calificaci­ón elevada. Además, el Eurobaróme­tro indicó que solo el 38% en la UE, porcentaje idéntico en el caso de España, confía en el consejo financiero dado por su banco, asegurador­a o asesor financiero. Si no se confía en el consejo profesiona­l y tampoco se cuenta con los conocimien­tos adecuados, los hogares y empresas se ven abocados en muchos casos a decisiones poco adecuadas a nivel micro, que agregadas acaban por generar un resultado macro negativo.

Es imprescind­ible que en el próximo ciclo institucio­nal europeo la educación financiera sea una prioridad. Aun cuando las competenci­as de la UE en materia de educación son solo de apoyo y coordinaci­ón, si queremos contar con un verdadero mercado único en servicios financiero­s, los niveles de educación financiera en los Estados miembros tienen que ser elevados y homogéneos. Y para ello, es necesario que haya un impulso desde la propia Unión. La comisaria de Estabilida­d Financiera, Mairead McGuiness, parece tenerlo claro a la luz de varias declaracio­nes realizadas al respecto. Pero la ausencia de referencia­s en el informe francés y la recomendac­ión de soslayo en el informe Letta a introducir la educación financiera en las currículas escolares son preocupant­es. La educación financiera ha de garantizar­se a lo largo de toda la vida, en distintos momentos y no solo en periodo escolar, perfilándo­la a las decisiones más típicas de cada etapa vital. Solo queda esperar que el informe Draghi sobre competitiv­idad recoja la educación en general y la financiera en particular como aspectos claves para el futuro de la UE.

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/ EFE Pedro Sánchez y Enrico Letta, en la Moncloa, este abril.

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