LA EDUCACIÓN FINANCIERA Y LA UNIÓN DE LOS MERCADOS DE CAPITALES
cación ligada al ocio que ofrecen estas redes». «Los modelos sociales del éxito rápido y la proliferación de los denominados fininfluencers son un peligro indudable», incide.
En este contexto aparece, de nuevo, la factura de la luz. ¿Cuesta tanto comprenderla por la falta de educación financiera? En realidad, no todo es culpa del cliente y sus conocimientos, porque, a diferencia de otras facturas, la de la electricidad es muy compleja. Por un motivo, paradójicamente, muy sencillo: refleja una realidad que también es compleja. De hecho, el consumo de electricidad en sí no supone ni el 50% del pago final, todo lo demás son cargos adicionales, impuestos, peajes o costes que no tienen que ver con si se enchufa la nevera o se enciende el horno.
Para Paloma Sevilla, directora general de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica, «la factura será más o menos compleja, pero tiene mucha lógica». En cualquier caso, concede, «no es fácil» de entender. Así, por ejemplo, la potencia contratada, un coste fijo, depende del uso que se vaya a hacer de la red. No se paga por consumir, sino por tener la posibilidad de hacerlo. Mientras, la facturación se hace por energía consumida. Y en ambos apartados aparecen unos peajes y unos cargos. A esto se le une la financiación del bono social.
Sobre este subtotal se aplica el impuesto especial sobre la electricidad, que durante el primer trimestre del año fue del 2,5%, el segundo trimestre subió al 3,8% y después volverá a la normalidad, el 5,113%. Es un ejemplo más de ese reflejo complejo de una realidad complicada: se redujo para paliar el impacto de la crisis energética. Tras aplicar esta tasa se suma el alquiler del contador y ya se obtiene el importa total al que se le aplica el IVA... que estuvo rebajado al 10% hasta marzo, pero ya volvió al 21%.
Más allá de la factura, los expertos coinciden también en la necesidad de invertir en educación financiera. Como contextualiza Carmen Rizo, responsable de Educación Financiera de la Asociación Española de Banca, esta educación «es fundamental para tomar mejores decisiones, ser financieramente independientes y más estables económicamente hablando». Por esto es tan importante «disponer de estos conocimientos desde pequeños, e ir trabajando en ellos a medida que vamos creciendo».
España, por su parte, recuerda que «la OCDE señala la conveniencia de empezar a formar en educación financiera cuanto antes y en la escuela» y que, si bien se ha tratado de reforzar el currículo escolar, «desde tercero de la ESO todo el contenido económico financiero se incluye en asignaturas optativas». Abadía, eso sí, apela por «transmitir que la economía no es mala, que el capitalismo no es malo». «Lo malo son los que usan mal el dinero, los que son salvajes en el capitalismo».
Aunque le cueste creerlo, usted tiene el potencial para contribuir al desarrollo de uno de los grandes proyectos europeos, que está costando sacar adelante: la unión de los mercados de capitales. Lanzado en el año 2015 y con más de una decena de expedientes legislativos aprobados, la unión no consigue despegar y los mercados financieros de la Unión Europea siguen insuficientemente desarrollados. Tal es la frustración con la situación que Enrico Letta, ex primer ministro italiano, en su reciente informe sobre el Mercado Único, renombró el proyecto como Unión de Ahorros e Inversiones. Y Francia ha recogido el guante, presentando un informe con propuestas concretas bajo la dirección del gobernador honorario del Banco de Francia, Christian Noyer. Estas propuestas se organizan en torno a cuatro ejes: desarrollo de productos de ahorro europeos a largo plazo, con incentivos fiscales; relanzamiento del mercado europeo de titulizaciones; supervisión integrada de los mercados de capitales; y esfuerzos para hacer converger las normativas nacionales de valores. Como ve, ni rastro de referencia a la educación financiera en el informe francés y muy de soslayo en el de Letta, indicando que la educación financiera debería incluirse en las currículas escolares. Y eso a pesar de que el Plan de Acción de 2020 de Bruselas para la unión de los mercados de capitales incluyó la mejora educación financiera entre las actuaciones a promover.
Pero una mirada a la conducta financiera de los hogares europeos nos puede ayudar a entender por qué esta unión no sale adelante y de qué manera esto está relacionado con la educación financiera. Entre 2015 y 2021, los hogares de la UE situaron el 32% de sus activos financieros en efectivo y depósitos, frente al 13% de los hogares estadounidenses, que en cambio, mantuvieron casi el 50% de sus ahorros en acciones (equity) y fondos de inversión. Además de una posible falta de productos de ahorro europeos a largo plazo (y de ahí la propuesta francesa), la preferencia de los hogares europeos por el efectivo y los depósitos, es decir, por guardar sus activos de manera más sencilla y en principio segura, puede estar relacionada con una insuficiente educación financiera. Si uno no entiende bien las características del producto financiero que tiene delante, la prudencia recomienda abstenerse. Por ello, unos mejores conocimientos financieros pueden favorecer la inversión en una tipología más amplia de productos y con ello, el desarrollo de los mercados de capitales.
Por supuesto, la educación financiera no solo es clave desde el punto de vista macro para favorecer una asignación eficiente de los ahorros europeos a las inversiones que tenemos por delante. Esto constituye solo un motivo adicional para que las
autoridades públicas tomen las medidas oportunas al respecto. La educación financiera es vital para permitir que hogares y empresas cuenten con los conocimientos y habilidades adecuados para tomar decisiones financieras tan cotidianas como la apertura de una cuenta corriente, la contratación de un préstamo hipotecario, la compra de un paquete de acciones o el diseño del plan de ahorros para la jubilación. La evidencia empírica demuestra que los niveles de educación financiera divergen en función del sexo, la edad y el nivel social. En particular, los niveles de educación financiera son más reducidos entre mujeres, jóvenes y personas de edad avanzada, así como personas de ingresos reducidos. Reforzar los niveles de educación financiera, especialmente de los grupos más desfavorecidos, no es solo una cuestión de justicia social, es, además, una necesidad en un contexto de constante evolución financiera: según un estudio de Financial Conduct Authority, el 10% de los propietarios de criptoactivos piensan que gozan de la misma protección que un depósito bancario.
Hasta junio de 2023, no existía ninguna estadística que comparara los niveles de educación financiera en los distintos países de la UE (síntoma de la escasa
importancia que se le había dado al tema). Entonces se publicaron los resultados de la encuesta Eurobarómetro sobre educación financiera. En materia de conocimientos financieros, se formularon cinco preguntas para comprobar si los encuestados entendían conceptos como la inflación, la capitalización de intereses o la relación rentabilidad-riesgo. España resultó el cuarto país peor clasificado de la UE, solo delante de Chipre, Portugal y Rumanía, con un 27% de los encuestados con calificación baja, un 54% con calificación media y un 19% con calificación alta. En el extremo opuesto están los países escandinavos, con Países Bajos, Finlandia y Dinamarca a la cabeza. En particular, en Países Bajos, el 43% de los encuestados obtuvieron una calificación elevada. Además, el Eurobarómetro indicó que solo el 38% en la UE, porcentaje idéntico en el caso de España, confía en el consejo financiero dado por su banco, aseguradora o asesor financiero. Si no se confía en el consejo profesional y tampoco se cuenta con los conocimientos adecuados, los hogares y empresas se ven abocados en muchos casos a decisiones poco adecuadas a nivel micro, que agregadas acaban por generar un resultado macro negativo.
Es imprescindible que en el próximo ciclo institucional europeo la educación financiera sea una prioridad. Aun cuando las competencias de la UE en materia de educación son solo de apoyo y coordinación, si queremos contar con un verdadero mercado único en servicios financieros, los niveles de educación financiera en los Estados miembros tienen que ser elevados y homogéneos. Y para ello, es necesario que haya un impulso desde la propia Unión. La comisaria de Estabilidad Financiera, Mairead McGuiness, parece tenerlo claro a la luz de varias declaraciones realizadas al respecto. Pero la ausencia de referencias en el informe francés y la recomendación de soslayo en el informe Letta a introducir la educación financiera en las currículas escolares son preocupantes. La educación financiera ha de garantizarse a lo largo de toda la vida, en distintos momentos y no solo en periodo escolar, perfilándola a las decisiones más típicas de cada etapa vital. Solo queda esperar que el informe Draghi sobre competitividad recoja la educación en general y la financiera en particular como aspectos claves para el futuro de la UE.