Desde el rompeolas de todos los radicalismos
SI ESTA vez ha sido fruto del diseño o de la oportunidad es sólo un detalle técnico. Por pura deformación, y también para aportarle algo de mística a su oficio, los politólogos suelen creer que todo forma parte de un plan y los periodistas tienden a ponderar la intervención del azar. Lo que es inapelable es la puntualidad con la que se presenta en vísperas de cada campaña la colusión entre el PSOE y Vox que, por mecánica y fonética, los despistados podrían confundir con una colisión.
Por eso, pero por mucho más, el espectáculo que acogió los insultos de Javier Milei a Pedro Sánchez tiene todo el interés. El presidente argentino no soltó su afrenta en una reunión con empresarios, sino en un festival de radicalismo que, ante todo, pretendía proclamar que la gente como Feijóo pertenece al mundo de ayer.
Si ya es difícil reunir en un pabellón tantos intereses contrapuestos, es una proeza que el público los aplauda a todos con similar énfasis. Ya lo sugiere su nombre: una Internacional de nacionalistas es una conjura para despejar el campo de batalla en el que todos ellos se puedan enfrentar entre sí en un futuro. Definición perfecta de la Europa de los nacionalismos.
Bajo el mismo techo se dieron cita los enemigos polacos del Kremlin y los húngaros aliados de Rusia. No creo que los autoproclamados defensores del campo español ignoren lo que prescribe para los agricultores españoles el proteccionismo de Le Pen. La redistribución de la riqueza de Gallardo le parecerá una receta bolchevique a Javier Milei. Por otro lado, los libertarios como él, de la tradición de Rothbard, mantienen una larga discusión sobre las restricciones a la inmigración que Meloni parece tener resuelta. Y qué hay de ese sindicato nacional de Vox, vanguardia del corporativismo.
No parece que el cartel de Vistalegre tenga una propuesta de futuro para los ciudadanos europeos. ¿Qué los une a todos? Sólo un enemigo, en absoluto un programa. Y esto es lo que mejor permite apreciar cuál es la diferencia entre un reaccionario y un conservador –qué decir ya de un liberal– que al cronista David Mejía le vino a la cabeza cuando se asomó al rompeolas de todos los radicalismos.
En lo que se refiere a la política doméstica, se puede considerar que la cita ha sido un éxito de los convocantes, porque ha conseguido activar los engranajes de la poderosa máquina de retroalimentación electoral del PSOE y Vox. Los socialistas, por tanto, también pueden darla por amortizada. Tal y como se aprecia.