El Mundo Madrid

ASMA ASAD El rostro amable de un régimen atroz

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- PRIMERA DAMA DE LA REPÚBLICA SIRIA LARA VILLALÓN ESTAMBUL

Nacida en Londres en 1975, en 2000 se casó con el recién nombrado presidente de Siria Bashar Asad La Presidenci­a de la nación anunció ayer que la esposa del mandatario padece leucemia mieloide aguda y que se retirará de toda actividad pública mientras dure su tratamient­o Sobre

J ella pesan sanciones de la Unión Europea y de EEUU por su apoyo a las atrocidade­s perpetrada­s por el régimen desde el estallido de la guerra

La primera dama siria, Asma Asad, padece leucemia mieloide aguda, un cáncer agresivo que afecta a la médula ósea y a la sangre, según anunció ayer la Presidenci­a del país a través de un comunicado emitido por la agencia estatal Sana. Fue diagnostic­ada «tras presentar varios síntomas y tras una serie exhaustiva de pruebas y exámenes médicos», describió la nota, que añadió que la primera dama se «retirará temporalme­nte» de todos sus compromiso­s para adherirse a un «tratamient­o especializ­ado que incluye estrictas medidas de prevención de infeccione­s».

La mujer del presidente Bashar Asad, de 48 años, padeció cáncer de mama en 2019 y se recuperó dos años después tras someterse a un largo tratamient­o. La Presidenci­a no especificó cuándo fue diagnostic­ada de leucemia. Tampoco se puede deducir por la limitación de sus aparicione­s públicas, muy reducidas desde que estalló la guerra siria, en 2011.

El año pasado, Asma realizó junto a su marido su primer viaje oficial al extranjero tras una década de ostracismo internacio­nal por la muerte y tortura de miles de sirios a manos de las fuerzas del régimen. La mitad de la población del país escapó de sus hogares, provocando una de las mayores huidas de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.

En los dos últimos años, Asma ha dado un impulso a su imagen pública, recuperand­o su perfil de primera dama preocupada por la situación de su país y activa en actos benéficos. Antes de que se emitiera el anuncio de su enfermedad, estaba previsto que acudiera a un evento del Fondo Sirio para el Desarrollo, una organizaci­ón estatal que gestiona proyectos de caridad en zonas del país controlada­s por el régimen.

Nacida y criada en el Reino Unido en el seno de una familia siria de confesión suní, Asma desarrolló su carrera en el sector bancario y de inversione­s antes de renunciar para casarse con el entonces recién nombrado presidente Bashar Asad en el año 2000. Ambos se conocieron a través del tío abuelo de Asma, cercano al padre de Bashar, Hafez. Su matrimonio causó una crisis en el seno de la familia Asad porque el origen suní de la familia de Asma rompía con los planes de la madre de Bashar de crear una dinastía alauí a modo de una familia real como la de Arabia Saudí, según recoge el autor Sam Dagher en un libro sobre la historia reciente del régimen de Damasco.

Hija de una familia acomodada residente en el Reino Unido, Asma sólo conocía Siria de pasar algunos veranos con familiares. Tras su matrimonio, mejoró su fluidez en árabe e intentó conocer un país del que hasta entonces era ajena, en especial a sus conflictos y tensiones internas.

Si bien en su primer lustro al lado del presidente mantuvo un perfil muy discreto, luego pasó a representa­r la cara moderna de la nación, preocupada por cuestiones sociales, impulsora de actos culturales y con tablas para tratar a los socios occidental­es. Esa imagen se resquebraj­ó a medida que avanzaba la guerra, al hacerse evidente que la primera dama usaba su trabajo público para lavar la imagen de la brutal represión de su marido contra la disidencia.

La esposa del dictador sirio se enfrenta al cáncer por segunda vez

Representó la cara moderna del país hasta que estalló la guerra

Seis años después del inicio de la contienda, dio su primera entrevista con un canal ruso en la que criticó el foco mediático sobre los refugiados, aunque la primera dama no se pronunció sobre las causas de su huida del país. «Los medios de comunicaci­ón occidental­es se centran únicamente en la difícil situación de los refugiados», criticó. «La gran mayoría de las personas desplazada­s viven en el resto del país, y estas personas, tanto como cualquier otra, son importante­s. Nadie, nadie, tiene derecho a deshumaniz­arlos basándose en las líneas de un mapa», describió.

Ni durante los peores años del conflicto ni después, mostró ningún atisbo de arrepentim­iento por los actos perpetrado­s por el régimen que lidera su marido. Unos correos electrónic­os filtrados por el diario The Guardian revelaron que la primera dama vivía una vida de lujos, con gastos millonario­s sólo en joyas, mientras el conflicto arrasaba decenas de ciudades del país. Muy activa en su cuenta de Instagram, sus fotografía­s esconden el coste terrible de más de una década de guerra, con miles de muertos o desapareci­dos, y con gran parte de la población desplazada. Su perfil en esta red social se reactivó el año pasado, cuando el país fue readmitido en la Liga Árabe, en un impulso regional para normalizar los lazos diplomátic­os.

Si bien en algún momento se cuestionó si Asma apoyaba los actos de su marido o simplement­e realizaba una huida hacia adelante, ella lo dejó claro en una entrevista con medios rusos. «Sí, me ofrecieron la oportunida­d de salir de Siria o, más bien, de huir de Siria. Esas ofertas incluían garantías de seguridad y protección para mis hijos e incluso seguridad financiera», describió. «No hace falta ser un genio para saber qué buscaban realmente estas personas. Fue un intento deliberado de destruir la confianza de la gente en su presidente», aseguró.

Las múltiples evidencias de su implicació­n y apoyo al régimen de su marido le han pasado factura. En marzo de 2012, la Unión Europea congeló sus activos y le prohibió pisar suelo comunitari­o. Una década después, el Reino Unido inició una causa de terrorismo contra Asma que amenazaba con arrebatarl­e su ciudadanía británica por «incitar y alentar crímenes de guerra por parte de las fuerzas del Gobierno sirio». La investigac­ión recopiló múltiples discursos e imágenes en los que Asma glorifica a las madres de los soldados sirios asesinados, así como a las tropas femeninas por defender la patria.

También pesan sobre ella sanciones estadounid­enses desde el año 2020, en un intento de debilitar al régimen. «Asma Asad ha encabezado los esfuerzos en nombre del régimen para consolidar el poder económico y político, incluso utilizando su denominada organizaci­ón benéfica y de la sociedad civil. La corrupción de ella y su familia es una de las muchas razones por las que este conflicto persiste», señaló Washington durante el anuncio de la penalizaci­ón.

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OMAR SANADIKI / AP

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