El Mundo Madrid

Ballet como arma de guerra

L Olga Kifyak, bailarina principal de la Ópera y Ballet de Kiev, representa obras de autores ucranianos como respuesta a la agresión rusa L Ya ha perdido a su padre y a su hermano durante la invasión

- ALBERTO ROJAS KIEV

Olga Kifyak-fon-Kraimer, bailarina principal del Ballet de Kiev, se desmaquill­a frente al espejo donde reposan las fotos de su padre y su hermano muertos. Aunque está sentada, de una manera natural para ella, adopta una de las posturas más antinatura­les y dolorosas que existen: el full pointe, o sea, el cuerpo sobre los dedos de los pies, su manera de estar en el mundo. En las distancias cortas impone su cuerpo de deportista de élite, fibrada como una corredora de medio fondo, grácil como una tiradora de esgrima y sutil como gimnasta olímpica. La guerra no ha borrado el brillo de sus enormes ojos negros ni la fuerza para seguir actuando, en Ucrania o en Japón.

La representa­ción de Veladas en un caserío de Dikanka, del ucraniano Nicolai Gogol, ha sido un éxito. Recibe el tradiciona­l ramo de rosas rojas de sus fans y una compañera nos lleva a su camerino. «Somos también soldados y esto también es una lucha. Representa­r una obra de ballet en la Ucrania actual es una victoria», dice Olga, que acaba de cumplir los 40 años, una edad a la que muchas ya se hubieran jubilado de un arte tan exigente. Desde que comenzó la guerra, muchas cosas han cambiado: «Nosotros no representa­mos ya las obras de los autores rusos. Preferimos piezas clásicas de autores ucranianos. Nuestro Ministerio de Cultura no nos recomienda representa­rlas y yo tampoco quiero hacerlo. Cuando nos invadieron, el teatro Bolshoi de Moscú representó obras de autores rusos para financiar al ejército ruso. Por eso aquí en Ucrania se acabó El lago de los cisnes».

Proponemos a Olga un viaje en el tiempo. Partimos del 24 de febrero de 2022. Horas antes de comenzar la invasión. ¿Se lo esperaba? «Estaba de gira en Estados Unidos. Nunca imaginé que Rusia nos atacaría.

Por la diferencia horaria, por la mañana vi que tenía cientos de llamadas y mensajes en mi teléfono. La guerra había comenzado, pero no sabía muy bien lo que eso significab­a y no podía entender nada de lo que estaba pasando».

Lo que estaba pasando es que su vida se estaba dando la vuelta en pocas horas, igual que la de millones de sus conciudada­nos: «Cuando comenzó la invasión mis padres estaban en Kiev. Mi padre estaba muy nervioso, no sabía dónde ir en esos primeros momentos de confusión. Mi hermano pudo comprarle billetes de tren para llegar a su casa familiar, en la región de Chernigiv, pero mi padre ya estaba muy afectado. Días después de llegar sintió que iba a morir y se despidió de mi madre. Su corazón se paró poco después. Mi madre me llamó para contármelo y yo perdí todas las sensacione­s físicas. Dejé de comer y el mundo dejó de existir para mí. Sé que mi padre murió por la guerra, aunque fuera de manera indirecta».

El drama familiar sólo había empezado para ella: «Mi hermano, que se enroló en el ejército como voluntario, participó en la liberación de Kiev y fue de los primeros soldados en entrar en Bucha tras su liberación. En mayo yo volví de Estados Unidos y le visité. Él nos comunicó que lo mandaban a combatir a la ciudad de Bajmut. Aquella fue la última vez que lo vi. Murió dos meses después. Tardaron cinco días en trasladar aquí su cadáver. Su cuerpo debió quedar tan desfigurad­o que no nos dejaron ni verle. Mi madre gritaba de dolor pidiendo que abrieran el ataúd en el entierro. Acababa de perder a su marido y luego a su hijo. Sus compañeros se negaron a hacerlo».

– Usted ha viajado por todo el mundo, ha actuado muchas veces en Moscú y ha compartido muchas horas de actuación con colegas rusos dentro de su propia compañía. ¿Mantiene el contacto con ellos a pesar de la invasión?

– No he vuelto a comunicarm­e con ninguno de ellos. A veces, he publicado en Facebook fotos o noticias. Recuerdo que colgué la noticia de la destrucció­n del puente de Crimea. Minutos después, esos supuestos amigos rusos, mis ex colegas, me estaban llamando de todo. Jamás imaginé esa reacción.

– Su profesión de bailarina usa la expresión corporal. ¿Esa expresión se ha visto condiciona­da por el drama de la guerra?

– No, porque yo me abstraigo de la realidad y vivo en mi personaje. Aparco la guerra y me sumerjo en la obra con emoción.

Olga Kifyak-fonKraimer ha ganado todos los premios de danza y ballet que pueden ganarse, ha girado por el mundo con las mejores compañías y ha actuado para dirigentes mundiales como Barack Obama. Sin embargo, siente que es este momento el más decisivo de su vida, porque ahora tiene que defender todo aquello que creyó seguro y consolidad­o, como la libertad y la propia cultura que la compone. «Putin quiere acabar con nuestro idioma y con nuestras tradicione­s. Para él todo pertenece a Rusia y Rusia lo inventó todo, pero la realidad es que el ballet como arte comenzó en Lviv, no en Rusia, porque Moscú aún no existía. Nuestra cultura y nuestra historia es larga y profunda».

Hay un ir y venir de bailarines, fans y periodista­s locales en los pasillos de esta joya arquitectó­nica, una de las catedrales mundiales del ballet. El imponente edificio de la

«Somos soldados. Representa­r una obra en Ucrania es una victoria»

«Estaba en EEUU de gira. Nunca imaginé que nos atacaría Rusia»

«Cuando murió mi padre, dejé de comer y el mundo dejó de existir»

ópera de Kiev no fue bombardead­o por los nazis. A ellos les gustaban tanto las obras de Wagner que preservaro­n el espacio y los alrededore­s de los bombardeos para, una vez tomada la ciudad, representa­r allí esas piezas que tanto motivaban al propio Adolf Hitler. Los ocupantes alemanes representa­ron, en honor del führer, la obra Lohengrin. Pensando que estaría dentro el líder del Tercer Reich durante su representa­ción, los soviéticos sí bombardear­on el edificio aquel día. Pero ni Hitler estaba allí (visitó otras ciudades ucranianas

como Járkiv o Mariupol) ni la bomba soviética explotó. Así que el teatro, levantado durante la era zarista, se conserva tal cual y la madera sobre la que caminas ya estaba allí cuando los nazis conquistar­on Europa a paso de ganso.

En la actualidad actúan sólo un tercio de los bailarines que solían hacerlo antes de la guerra. La mayoría salieron del país en los primeros días de la invasión y alguno de ellos ha muerto desde entonces. Es el caso del Oleksander Shapoval, también bailarín solista como Olga, que falleció

en un combate en septiembre de 2012 en la región de Donetsk. Su funeral, con la bandera de Ucrania sobre el ataúd, se celebró en el escenario de la ópera de Kiev.

Pero hasta el público se sobrepone a la guerra con un estoicismo desarmante. Si hay alerta antiaérea, los espectador­es deben bajar todos al gran refugio del sótano. Allí solo caben 500 personas, que es en realidad lo que limita el número de entradas a la venta. Son 500 entradas que se agotan cada día, en cada representa­ción. «Cada obra que representa­mos es una victoria para nosotros en la lucha contra Rusia», afirma orgullosa Kifyak-fon-Kraimer.

– ¿Algún día podrá perdonar a los rusos?

– Nunca los perdonaré. Es un pueblo sin alma. Han matado las flores de nuestra nación, a los mejores. Un pueblo con alma jamás podría provocar este dolor a un hermano.

«Mi hermano se enroló, fue a Bajmut y murió a los dos meses»

«El ballet como arte comenzó en Lviv; Moscú aún no existía»

El público no ha dejado de acudir a la ópera de Kiev pese a la guerra

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 ?? ?? La bailarina Olga Kifyak, en su camerino junto a las fotos de sus padres y su hermano muerto en combate.
La bailarina Olga Kifyak, en su camerino junto a las fotos de sus padres y su hermano muerto en combate.
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ALBERTO ROJAS
 ?? ALBERTO ROJAS ?? Los pies y las zapatillas de ballet de la bailarina ucraniana Olga Kifyak, tras interpreta­r ‘Veladas en un caserío de Dikanka’, ya en su camerino de la ópera de Kiev.
ALBERTO ROJAS Los pies y las zapatillas de ballet de la bailarina ucraniana Olga Kifyak, tras interpreta­r ‘Veladas en un caserío de Dikanka’, ya en su camerino de la ópera de Kiev.
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ALBERTO ROJAS Ensayo de Kifyak con el resto de la compañía en el escenario de la Ópera de Kiev.

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