El Mundo Madrid

Ferrari tiene algo contra Verstappen

Leclerc vence en casa y Sainz salva el podio / El líder del Mundial, sexto

- MIGUEL A. HERGUEDAS MÓNACO

No hubo ayer una triste variación entre el orden de salida y el de meta entre los 10 primeros clasificad­os del GP de Mónaco. La tarde primaveral en la Costa Azul, de una fantasía inenarrabl­e, bien merecía más, aunque eso nada importe a Charles Leclerc, que al fin ganó en casa, por delante de Oscar Piastri y Carlos Sainz. Dos veces doblaron los líderes a Fernando Alonso, undécimo bajo la bandera a cuadros. Y no hubo opción de disfrutar siquiera con Max Verstappen, que ve recortada su ventaja en el Mundial a 31 puntos.

A última hora del sábado, Sainz quiso estirar las piernas con un paseo en bicicleta. Mientras regresaba al paddock en dos ruedas, algunos tifosi le desearon suerte, porque el 1-2 de Ferrari no se antojaba tan lejano. La premisa era ayudar a Leclerc, pero Carlos quiso lanzarse de inicio a por Piastri. Acechó en Santa Devota, con la mala suerte de que el roce con la rueda del McLaren agujerearí­a su neumático delantero izquierdo. Una salida catastrófi­ca allá donde se mirase. En el sector de Beau Rivage, Kevin Magnussen metió el morro, por donde no debía, a Sergio Pérez. Venía cediendo terreno el mexicano y lo pagó carísimo, pero aún pudo sentirse afortunado porque el impacto contra las barreras dejó su Red Bull reducido a chatarra.

A la entrada del túnel, el pique entre Pierre Gasly y Esteban Ocon hizo reventar la efímera paz de Alpine. Igual que el danés de Haas, el ex socio de Alonso se emperró buscando un espacio que sólo un lunático podía imaginar. Su vuelo, aun a velocidad reducida, aterroriza­ría a niños y mayores. Los trabajos en las inmediacio­nes de Massenet se prolongaro­n durante tres cuartos de hora. Tiempo suficiente para que McLaren reparase los daños en el suelo y uno de los pontones de Piastri. Y para que Sainz empujase, a trompicone­s, su SF24 hasta el garaje. «Dime que arrancaré otra vez desde la tercera posición», imploró a Riccardo Adami, su ingeniero de pista. Por supuesto, recordaba el precedente del GP de Australia 2023, con aquel incidente ante su amigo Alonso.

Si hubo alguna buena noticia para el espectácul­o debió adjudicars­e a los comisarios, que ordenaron una resalida en parado. En el lado negativo, el inevitable cambio de ruedas, durante la bandera roja, de los supervivie­ntes. Todos salvo el Williams de

Logan Sargeant. Con 77 vueltas por delante se reducía a cero cualquier posibilida­d de emoción durante los pit-stops. «Decidle a Charles que haga más rápido la vuelta de formación», reclamó Sainz, un piloto disciplina­do, pero no tonto. Todo marchaba de cine para Leclerc. Bastaba con superar la primera curva para que la victoria quedase a la mano. La

septuagési­ma edición del GP de Mónaco resultaría tan tediosa como de costumbre.

Desde el líder a Valtteri Bottas, farolillo rojo, los 15 pilotos en pista gestionaba­n las gomas, formando la tradiciona­l fila india. Una sola vez amagó Piastri ante Leclerc, en el viraje de Portier. Restaban 59 giros y el único interés se centraba en las conversaci­ones de radio. Sainz reclamaba informació­n sobre los neumáticos de su compañero. También en la penalizaci­ón a Ocon, con dos puntos menos en el carnet y 10 segundos. Como ya había abandonado, ese tiempo se transforma­rá en cinco posiciones en la parrilla de Montreal.

Alonso había aprovechad­o un despiste de Daniel Ricciardo para tomar la decimosegu­nda plaza, a la estela

Alonso, tras intentar ayudar a Stroll, terminó siendo doblado dos veces

de Lance Stroll. Cuando se cumplía el ecuador de la prueba, el asturiano ya cedía 13 segundos, generando espacio para una parada gratis de su compañero. Por tanto, pronto sería engullido por la cabeza. El otrora momento crítico de los doblajes fue un simple trámite para Leclerc, beneficiad­o por la pasividad de Piastri.

Stroll aún dispuso de tiempo para otro pinchazo, echando abajo el trabajo colectivo. Quede constancia de que, tras más de dos horas, se registró un adelantami­ento de Valtteri Bottas a Sargeant. Con todas las de la ley y en el viraje de Mirabeau. El telón a la cita con más charme del calendario llevó la rúbrica de Kylian Mbappé con el banderazo final. A seis días de la final de Champions, quien no se consuela es porque no quiere.

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NICOLAS TUCAT / AFP Sainz baña de champán a Leclerc, ayer, con la familia Real de Mónaco, al fondo.

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