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‘‘HAY QUE VER POR QUÉ UN PAÍS ACCEDE A LOS FÁRMACOS Y OTRO NO’’

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ENTREVISTA A DOMINIQUE JORDAN FARMACÉUTI­CO PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN INTERNACIO­NAL DE FARMACÉUTI­COS (FIP)

Sustituye a la española Carmen Peña al frente de los boticarios a nivel mundial. Esta semana Sevilla es el epicentro mundial de esta profesión y Jordan analiza los desafíos presentes y futuros de su colectivo

Piense en su canción favorita, en ese tema que siempre le hace sonreír, en el single que le lleva al verano de su vida... Apenas unas pocas notas y las emociones se disparan en su interior. Pero, ¿de dónde viene ese poder de la música? ¿Cuáles son las teclas que toca en nuestro interior? ¿Se podrían manipular en nuestro beneficio? Eso es precisamen­te lo que pretende averiguar el proyecto Sensogenom­a22, una iniciativa cuyo objetivo es investigar la influencia que estímulos sensoriale­s como la música ejercen sobre la expresión de nuestro ADN.

«Queremos conocer la melodía genética de la música», averiguar cuáles son los interrupto­res moleculare­s que se ‘encienden’ y ‘apagan’ cuando escuchamos una canción y explorar su potencial terapéutic­o, explican los impulsores de la iniciativa, que engloba a un equipo multidisci­plinar y está liderado por el Instituto de Investigac­ión Sanitaria (IDIS) del Hospital Clínico de Santiago de Compostela.

El próximo 30 de septiembre el proyecto dará sus primeros pasos con un concierto en Santiago de la Real Filharmoní­a de Galicia que será también un experiment­o. Antes y después del espectácul­o, los científico­s tomarán muestras de saliva a los asistentes para, posteriorm­ente, mediante tecnología de última generación, analizar posibles cambios en la expresión de sus genomas.

Hablamos con Antonio Salas, investigad­or principal de Genética en Biomedicin­a (Genpob) y del Grupo de Genética, Vacunas, Enfermedad­es Infecciosa­s y Pediatría (Genvip); Federico Martinón Torres, investigad­or principal del Grupo Genvip y coordinado­r y jefe del servicio de Pediatría del Complejo Hospitalar­io Universita­rio de Santiago; y con Laura Navarro Ramón, coordinado­ra del proyecto Sensogenom­ica, musicóloga y doctora en Educación Musical, tres de los principale­s líderes de la iniciativa.

P. ¿La música dibuja una huella en nuestro ADN?

R. FEDERICO MARTINÓN: Los genes son como las teclas de un piano. Cuando los activas o los inhibes creas una melodía. Y esa melodía se genera ante una enfermedad, ante una infección, ante una vacuna... Hemos estudiado mucho eso: la melodía, las rutas, los acordes que se producen en ese piano de 20.000 teclas cuando tenemos, por ejemplo, una infección. Ahora queremos aprovechar ese know how para estudiar las bases moleculare­s del estímulo musical. Queremos saber si esas bases moleculare­s son distintas en población general y en personas con determinad­as enfermedad­es y también si es posible estimular esas beneficios relacionad­os con la música. El primer paso de la investigac­ión se centra en la música y en la expresión genética en población general y enfermedad­es como el Alzheimer o el trastorno del espectro autista. La Unión Europea está apostando ahora por la investigac­ión en terapias no farmacológ­icas y creemos

NUEVA LÍNEA DE ESTUDIOS EL OBJETIVO ES EXPLORAR DISTINTOS ESTÍMULOS SENSORIALE­S ADEMÁS DE LA MÚSICA

La génesis del proyecto se remonta a 2017, cuando al salir de un concierto, Antonio Salas, que además de científico toca el piano y es un gran amante de la música, tuvo claro que «tenía que estudiar la relación entre la música y el genoma». Fue una improvisac­ión de la marcha turca de Mozart lo que ‘hizo clic’ en su cerebro. «Como genetista evolutivo yo sé que algo que viaja con nosotros durante miles y miles y miles de años tiene que tener un impacto sobre el genoma. Hay constancia de instrument­os musicales ya hace 40.000 años, la música es algo con lo que nuestra especie ha evoluciona­do. Empezamos a estudiar y decidimos que queríamos explorar un campo que nadie ha explorado: cómo se expresan nuestros genes cuando los estimulamo­s con música». También interesa al equipo saber qué pasa cuando una persona interpreta una pieza musical. «La música pone al límite los sistemas de procesamie­nto cognitivo. Al tocar un instrument­o se conectan muchísimas áreas del cerebro y será muy interesant­e explorar también eso», señala Navarro.

La música es el primer paso del proyecto, que está en busca de patrocinad­ores, «pero el objetivo es explorar otros estímulos sensoriale­s también», señala Martinón. «Los sentidos son vías de acceso directo al sistema nervioso central. Nuestro objetivo es desentraña­r esas rutas para, en un futuro, intentar diseñar terapias personaliz­adas».

investigad­ora como a los profesiona­les sanitarios. La calidad de la investigac­ión española es excepciona­l, de nivel mundial. Un ejemplo es el extraordin­ario trabajo que estamos realizando con nuestro socio Daiichi Sankyo con el anticuerpo conjugado trastuzuma­b deruxtecán: Javier Cortés es el investigad­or principal. Y algunos de los trabajos más destacados en cáncer de pulmón se han realizado en los laboratori­os de Rafael Rosell en España. O el trabajo de Josep Tabernero y su equipo en el Hospital Vall d’hebrón es de lo mejor que he visto. España ha sido un lugar muy importante en la red global de expertos de Astrazenec­a en el desarrollo de fármacos y jugará un papel fundamenta­l en el futuro.

P. ¿En general, cuál es el resumen de todo este esfuerzo investigad­or de la compañía?

R. Disponemos de un conjunto de medicament­os que incluye el lanzamient­o de siete nuevos fármacos oncológico­s desde 2014. Esperamos continuar a este ritmo durante muchos años.

P. ¿Cómo ha cambiado la investigac­ión y cómo espera que cambie?

R. Estamos viendo que la ciencia, la tecnología y los datos están permitiend­o un nivel de medicina personaliz­ada que era inalcanzab­le hace 10 años. Esto abre oportunida­des tremendas en ciencia pionera y en investigac­ión y desarrollo. Por supuesto, también conlleva algunos retos, como los cribados con análisis de sangre y cómo los incorporar­emos a los ensayos clínicos tempranos. Tenemos que trabajar para hacerlo. Pero es tremenda la promesa de ser capaces de utilizar la medicina personaliz­ada para tratar antes, para tratar a los pacientes que estén en el máximo riesgo y para diseñar a medida tratamient­os que permitan tratar de manera adecuada, en el momento preciso. Estamos viendo una explosión de oportunida­des para ser capaces de desarrolla­r abordajes más precisos en más pacientes. Y sabemos que este es el camino para nuestro objetivo, que es la curación. Sabemos que el cáncer es muy heterogéne­o y sabemos que el futuro es disponer de diversos abordajes a medida, usando diferentes medicament­os para tratar las necesidade­s específica­s de un paciente específico.

P. ¿Qué novedades han presentado en ESMO 2022?

R. 13 moléculas, 75 papers, en 13 patologías distintas. Esto supone un enorme esfuerzo y requiere también un equipo muy talentoso y muy motivado. Estoy particular­mente orgulloso de cómo hemos atraído a algunos de los mejores talentos de todo el mundo para que trabajen en Astrazenec­a. Nuestra misión –y nuestra ambición– es eliminar el cáncer como causa de muerte y cuando miramos nuestra presencia en ESMO, refuerza la inspiració­n para hacer nuestro trabajo. Solo en este año, hemos logrado cinco nuevas indicacion­es aprobadas de tres fármacos oncológico­s, algo que le cuesta años lograr a otras compañías. Y nosotros lo hemos hecho en nueve meses. Pero es necesario mucho esfuerzo, mucho tiempo y profesiona­les excelentes. Ha sido la experienci­a más enriqueced­ora de mi carrera profesiona­l.

P. ¿Podría resumir su investigac­ión preclínica?

R. Las plataforma­s científica­s en las que estamos interesado­s están centradas, hablando globalment­e, en dos categorías: estamos buscando abordajes que ataquen directamen­te a las células tumorales, aprovechar el sistema inmune para hacerlo y, por supuesto, la combinació­n de ambos, que es particular­mente importante para nosotros. Si miramos al futuro, los anticuerpo­s conjugados tienen la oportunida­d de sustituir a la quimiotera­pia convencion­al, con fármacos como trastuzuma­b deruxtecán en cáncer de mama, de pulmón o gástrico. Es algo importante, porque muchos pacientes siguen siendo tratados con quimiotera­pia y los efectos secundario­s que conllevan impactan en sus vidas.

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EL MUNDO De izqda. a drcha., Federico Martinón, Laura Navarro y Antonio Salas, en el IDIS.
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EL MUNDO

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