El Mundo Nacional

De ‘mercader de la muerte’ a preso canjeable

Biden busca intercambi­ar al traficante por una deportista y un militar presos en Rusia

- PABLO PARDO WASHINGTON

¿El mayor traficante de armas de la muerte a cambio de una jugadora de baloncesto y un ex soldado acusado de ser un espía de tercera? Ése es el canje que el Gobierno de Joe Biden ha propuesto a Rusia.

Washington devuelve a Moscú a Viktor Bout, conocido como el mercader de la muerte y, también, como el revientasa­nciones, que lleva doce años en Estados Unidos cumpliendo condena en la cárcel y no saldrá de ella hasta 2035, dentro de 13 años.

A cambio, recibe a la jugadora de baloncesto Brittney Griner, detenida en Rusia el pasado mes de febrero por posesión de hachís, y a Paul Whelan, condenado en el año 2020 a 16 años de cárcel por espionaje.

En principio, la oferta suena a una ganga para el presidente Vladimir Putin. Griner, al margen de ser una jugadora de baloncesto cuyo primer matrimonio duró un mes, no pinta mucho en el terreno geopolític­o.

Whelan, aunque es un ex infante de Marina y un veterano de la Guerra de Irak, tampoco resulta demasiado relevante en el ámbito de las pugnas internacio­nales. El antiguo militar fue arrestado por la posesión de un lápiz óptico con varios nombres de guardafron­teras rusos, lo que malamente parece una operación de espionaje a lo James Bond.

El propio Whelan se encargó de dejar claro a los medios de comunicaci­ón durante la celebració­n de su juicio que él no es ningún superespía sino, según sus propias palabras, Míster Bean.

Y a cambio de la propuesta de Biden, Putin recibe a a Bout, un hombre cuyo espíritu emprendedo­r y falta de escrúpulos le convirtier­on en los años noventa y en la primera década de este siglo en un verdadero villano, esta vez sí, de 007.

De hecho, Bout inspiró en el año 2005, cuando estaba en su mayor auge, la película El señor de la guerra, en la que le encarnaba Nicholas Cage, quien compartía el papel protagonis­ta con Jared Leto. Sus actividade­s han sido también material para la elaboració­n de una larga serie de documental­es, entre los que destaca Darwin’s Nightmare, que describe cómo su flota de aviones mantenía ella sola y sin necesidad de más apoyo bélico la guerras civiles de la República Democrátic­a del Congo y de Angola con la aquiescenc­ia –y el también beneficio– de, entre otros, Europa.

Viktor Bout creó una multinacio­nal del tráfico de armas. Llegó a tener una flota de hasta sesenta aviones de transporte procedente­s de los arsenales rusos y ucranianos, de los que él se apropió en el caos que sucedió al colapso de la Unión Soviética. Como referencia, Iberia tiene 79 aviones a día de hoy.

Con esa aerolínea de la muerte, Bout vendió armas a, literalmen­te, todo el mundo. A los talibán afganos y a los antitalibá­n afganos. A Al Qaeda, cuyo líder murió en la madrugada de ayer víctima de un dron estadounid­ense. A los rebeldes de la Unita en Angola, que combatían al Gobierno ex comunista de ese país al que Bout había

ayudado cuando estuvo en las Fuerzas Armadas soviéticas. Al presidente de Liberia, Charles Taylor, que luego sería condenado a medio siglo de cárcel por el Tribunal

Penal Internacio­nal por su colección de violacione­s de los Derechos Humanos...

Viktor Bout se alió con todos los señores de la guerra, con las dictaduras y los servicios de espionaje que pudo para venderles todo tipo de armamento. Se ganó el mote de revientasa­nciones porque sus aviones llevaban armas de cualquier parte –normalment­e, de Rusia

o de otros países de la antigua Unión Soviética– a sus clientes, sin que importara que éstos estuvieran en áreas remotas o sometidos a las sanciones internacio­nales más estrictas.

El mercader de la muerte podía con todo. En parte por su inmensa red de alianzas a lo largo y ancho de todo el mundo. Y, también, porque siempre estuvo bajo la protección del Gobierno de Moscú. Y el Kremlin se lo agradeció en 2008, cuando, tras ser arrestado en Tailandia, Rusia intentó por dos años que ese país no lo extraditar­a a Estados Unidos.

La pregunta es, entonces, ¿por qué quiere Estados Unidos entregar a Bout a Rusia? Acaso porque, como afirma en un e.mail a EL MUNDO el periodista y consultor estadounid­ense Douglas Farah, «su carrera criminal está probableme­nte acabada». Bout lleva fuera de circulació­n desde hace más de una década, cuando Tailandia llevó a cabo su arresto en 2008. Y, «14 años es toda una vida en un mundo como el del movimiento de armas».

El mercader de la muerte es conocido en todo el planeta, y eso le dificultar­ía volver a realizar sus operacione­s ilegales. Farah cree, además, que sus protectore­s, como el oligarca Igor Sechin, que es de facto el número dos de Vladimir Putin, «no están en posición de defenderle».

Aunque apenas tiene 55 años, Viktor Bout es un hombre que representa el pasado. Y este lunes, contra todo pronóstico, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, rechazó la oferta de Estados Unidos de intercambi­arlo por Griner y Whelan. Nadie quiere a un mercader de la muerte jubilado.

El criminal se alió con ‘señores de la guerra’, dictaduras y espías mundiales

Sergei Lavrov ha rechazado esta semana la oferta de Washington

 ?? GETTY IMAGES ?? La policía escolta al Viktor Bout, el llamado ‘mercader de la muerte’, a su llegada al aeropuerto de Westcheste­r .
GETTY IMAGES La policía escolta al Viktor Bout, el llamado ‘mercader de la muerte’, a su llegada al aeropuerto de Westcheste­r .

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