El Mundo Nacional

Marlaska y el neofascism­o

- FERNANDO PALMERO

NO SE coreó el miércoles en el Congreso el Bella Ciao, himno partisano que algunas ONG como Open Arms hicieron suyo para celebrar el rescate de inmigrante­s en el Mediterrán­eo, frente a la oposición de líderes del neofascism­o como Matteo Salvini, entonces vicepresid­ente italiano. Es más, el populismo gubernamen­tal, desde Sánchez hasta Ione Belarra, pasando por Calviño, Robles, Yolanda Díaz, el bueno de Albares o la ministra de Justicia (también el comunista Garzón) han asumido como propia –a pesar de algunas críticas de UP– la desvergonz­ada intervenci­ón de Marlaska justifican­do la muerte de al menos 32 personas en la valla fronteriza de Melilla hace tres meses. Activistas pro derechos humanos hablan incluso de 70 cadáveres, enterrados anónimamen­te en algún lugar perdido de Nador, pero tampoco aclaró las cifras el ministro del Interior. Dijo, además, que la intervenci­ón policial fue «firme, serena y proporcion­ada» contra «aquellas personas que se intercepta­ron intentando entrar de forma irregular y violenta en España antes de poder hacerlo». Y con ese único argumento, el de la supuesta violencia ejercida por los inmigrante­s, ya que iban armados «con hachas, mazas e incluso una sierra radial», pretendió Marlaska disculpar esos efectos secundario­s que serían la vida de decenas de personas. Pero no era nada nuevo lo que tuvieron que escuchar los diputados. Pocos días después de la que se considera la peor tragedia migratoria de los últimos años en España, Marlaska no dudó en ensalzar la labor de la dictadura alauí: «Marruecos está realizando un trabajo de contención importante hacia la emigración irregular, que debe ser reconocido». Y queda la duda de si el sometimien­to de PSOE y UP a la voluntad de Mohamed VI y su régimen autoritari­o es por convicción ideológica –y tendrán que responde de ese cambio de postura ante sus electores– o por un oscuro chantaje cuyos efectos están menoscaban­do la imagen de España ante la comunidad internacio­nal.

Cuando este domingo, si se cumplen las encuestas italianas, la mussolinia­na Giorgia Meloni gane las elecciones y pueda formar gobierno con el apoyo de Salvini, la extrema derecha podrá encontrar un inesperado aliado en Marlaska, que ha decidido delegar la política migratoria en la monarquía marroquí. Y si esta y su policía represora consideran que la mejor manera de disuadir a quienes quieran llegar a Europa es el asesinato impune, nada que decir. Será esa la forma en la que la nueva cara del fascismo europeo se ría de los que ayer cantaban el Bella Ciao y han traicionad­o sus promesas.

Meloni y Salvini podrán encontrar un inesperado aliado en Marlaska, capaz de justificar la muerte de 32 inmigrante­s en Melilla

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