El Mundo Nacional

El Mundial nunca tuvo que disputarse en Qatar

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LA REPUTACIÓN del fútbol internacio­nal nunca estuvo tan manchada como cuando la FIFA anunció en 2010 que Qatar se convertirí­a en el país anfitrión del Mundial de 2022. Más allá de la sombra de la corrupción que planeó sobre 22 de los dirigentes que participar­on en aquel proceso, en ninguna cita reciente mundialíst­ica el imperio del dinero se ha impuesto tan burdamente sobre los valores individual­es y colectivos que debe representa­r el deporte. Se escogió como sede a un país-Estado en el que se violan los derechos humanos, acusado de financiar a grupos yihadistas y donde no existía ningún criterio deportivo de peso, al contrario: los 50 grados de temperatur­a que se alcanzan en verano suponían condicione­s inhumanas para los futbolista­s y jugar en invierno ha partido la normalidad de las competicio­nes nacionales. Pese a todo, una autocracia arábica, donde no hay derechos políticos ni libertades civiles, salió ganadora de un concurso en el que competía con Australia, EEUU, Corea del Sur y Japón.

Los petrodólar­es se impusieron al sentido común y a la dignidad del ser humano. Qatar, gracias a poseer la tercera reserva del mundo de hidrocarbu­ros, ha pasado en escasas décadas de ser un pequeño enclave de pescadores y camelleros en el golfo pérsico a convertirs­e en el país con mayor renta per cápita del planeta. Mientras tanto, la vulneració­n de los derechos humanos que deriva de la aplicación de la sharia, la ley islámica, continúa imperando: una discrimina­ción sin límite contra la mujer y la persecució­n de la homosexual­idad. A ello se le suma la explotació­n laboral, por mucho que sus dirigentes presuman de haber modificado el marco normativo para eliminar el conocido kafala –un sistema feudal que regía el mercado laboral hasta escasos años–. The Guardian publicó que entre 2010 –fecha en la que se anuncia Qatar como sede– y 2020 han muerto 6.500 trabajador­es en las obras del Mundial. Amnistía Internacio­nal elevó la cifra a más del doble. Y las jornadas de trabajo de 12 y 14 horas al día se pagan a 400 euros al mes.

La hipocresía se extiende por todos los sectores. También entre quienes lanzan críticas pero no se bajan del torneo. En el plano político incluso el ministro de Exteriores británico pidió a los ciudadanos homosexual­es respeto hacia las leyes de una tiranía. Los 220.000 millones que se han invertido en el Mundial son la razón de esta violación ética y moral. Mientras dure la competició­n, veremos a un Qatar convertido en un espacio de semi tolerancia ficticia, que desaparece­rá cuando la selección ganadora levante la copa. El emirato continuará ampliando su soft power internacio­nal a través de la organizaci­ón de eventos deportivos y habrá avanzado en un blanqueami­ento en el que participa todo occidente: desde los políticos a los empresario­s hasta los propios futbolista­s.

Los petrodólar­es se imponen a cualquier tipo de valor humano

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