Otra campaña ruinosa de la naranja por los costes
La «anomalía climática» ha provocado una caída de la producción y un alza de los precios, pero la inflación deja al cítrico sin rentabilidad
La naranja afrontaba hace justo ahora un año la que seguramente sea recordada como una de las peores campañas de la historia. Con los lineales de los supermercados inundados de naranja sudafricana, la tradicional valenciana inició la temporada sin apenas hueco, sin margen para competir y con el precio en consecuencia por los suelos. El agricultor, el último eslabón de la cadena, llegó a recibir en el peor de los casos 9 céntimos por cada kilo de naranjas, es decir, una cifra irrisoria que no daba ni para cubrir los costes de producción. Sin embargo, y a pesar de que los precios se han duplicado en un año, el producto emblema del campo valenciano tiene difícil remontar.
Según la Lonja de Cítricos de Valencia, lo que percibe a día de hoy el productor puede oscilar entre los 20 y los 27 céntimos/kilo en el caso de la variedad Navelina, una de las más populares. Pero el problema, como resume el presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), Cristóbal Aguado, es que los costes de producción se han incrementado de media un 40% en el último año, con lo que «difícilmente los agricultores podrán sacar algún beneficio». De nuevo, la inflación golpea al campo, donde se han encarecido desde la energía eléctrica hasta los combustibles, los fertilizantes o los productos fitosanitarios.
El escenario es el siguiente: si producir un kilo de naranjas cuesta ya como mínimo 30 céntimos según los cálculos del sector, la realidad es que todo lo que no sea para el productor vender por encima de esa cifra es estar haciéndolo a pérdidas. Una práctica, por cierto, prohibida supuestamente con la Ley de la Cadena Alimentaria, que en esto vuelve a ser otro brindis al sol.
Dicho con otras palabras, la naranja valenciana sigue sin ser rentable en «la primera región productora de España», como recuerda Aguado. La Comunidad Valenciana cultiva el 2% de los cítricos del mundo y concentra el 14% de la exportación global. No obstante, esto no ha impedido que haya tenido que luchar hasta hace apenas unos meses para lograr que la Comisión Europea aprobase el tratamiento en frío de los cítricos importados para evitar la proliferación de plagas.
A la subida de los costes de producción se suma el clima como el segundo factor que lastra la nueva campaña citrícola. La paradoja es que la baja producción había empujado los precios al alza en esta campaña. A menos oferta, precios más elevados. Y ello porque la pasada primavera fue «horrible climáticamente», según fuentes del sector. El frío y las fuertes lluvias hicieron acto de presencia en unos meses en los que no eran tan habituales.
Hasta el punto de que ya se había advertido contra la previsión de una cosecha citrícola que apuntaba a un descenso del 10% respecto a la campaña anterior, que no fue precisamente abundante. Las estimaciones del sector hablaban de un recorte del 14% en naranjas y de un 8% en mandarinas en la Comunidad Valenciana. A la «anomalía climática», según AVA, hay que añadir el abandono precisamente de las explotaciones por la continuada falta de rentabilidad.
En este sentido, también el Ministerio de Agricultura apuntó a la campaña de cítricos más corta de la última década, con un descenso del 15,6% sobre la campaña pasada y del 12,8% respecto a la media de los últimos cinco años. En cifras, 1,1 millones de toneladas menos en el mercado.
«La baja producción hace que los precios vayan afianzándose, porque
El productor percibe hasta 27 céntimos por kilo, cuando los costes son de 30
este año también hay menos competencia del Hemisferio Sur, pero la situación es de preocupación si no hay más ayudas directas del Gobierno», subraya Aguado, para quien «los precios siguen siendo insuficientes para pagar los costes». La queja de los agricultores ha encendido incluso las alarmas en la Administración valenciana que, tras el desastre de la anterior campaña y la pérdida de terreno respecto a la naranja de otros territorios, ha tenido que impulsar nada menos que la marca Naranja valenciana.
Registrada por el Consejo Regulador IGT Cítricos Protegidos, la marca identifica el sello de calidad de los cítricos cultivados en la Comunidad Valenciana. El objetivo de la Generalitat no es otro que reforzar —en toda Europa, pero también en España— la identificación de la naranja con el campo valenciano. En la práctica, que en los puntos de venta el consumidor pueda distinguir los cítricos valencianos con esta etiqueta de origen, con la idea de animar así a su consumo en plena temporada de un producto que ya no compensa para muchos agricultores.