El Mundo Nacional

Sedición, malversaci­ón, violación, coalición

- F. JIMÉNEZ LOSANTOS

NI UN día ha tardado Sánchez en respaldar a Irene Montero tras lo que en cualquier país de la UE se considerar­ía un desastre que acarrearía dimisiones o destitucio­nes. Que la ley del sí es sí, estúpida ya en su título, se haya convertido, tal y como anunciaron las asociacion­es judiciales y los partidos de oposición, en una herramient­a que favorece a los violadores que dice combatir, que lo haga de forma tan rápida, y que el desastre sólo haya provocado una catarata de insultos a los jueces por parte de la responsabl­e del bodrio y su escriba Rosell, jurista y filósofa sólo por comparació­n con la cuchipandi de Irene, demuestra que la facción podemita del Gobierno de coalición no tiene arreglo. Y Sánchez, tampoco.

Está claro que su política hasta las elecciones de mayo va a ser de tierra quemada entre Gobierno y oposición. Si alguien, porque siempre hay alguien dispuesto a creer lo que le resulta más cómodo, creía que Sánchez iba a ser sensible a algo que no fuera su propio proyecto, por ejemplo, al PSOE, se dará cuenta de su error. No creo que lo haga el

Si alguien creía que Sánchez iba a ser sensible a algo que no fuera su propio proyecto se dará cuenta de su error

PP, que seguirá ofreciendo pactos de

Estado y diálogo entre los dos partidos, como si ambos estuvieran dentro del mismo régimen, y no uno en el del 78, el español, y el otro en el de Bildu,

Junqueras, Podemos y la Agenda 2030.

En la derecha sociológic­a suele oírse: «Esto es una cortina de humo para no hablar de lo otro, que es mucho más grave, y picamos». En este caso, para la mentalidad castizo pesimista, la ley del sí es sí estaría ocultando la derogación del delito de sedición y del de malversaci­ón, que son mucho más graves y buscan garantizar en el futuro que el Estado, en manos de otro Gobierno, carezca de medios legales para frenar el nuevo golpe de Estado en Cataluña y el uso fraudulent­o de dinero público. Porque, según la novísima Doctrina Griñán, si robas para el partido y no para ti, no delinques. Como si, al robar, no te beneficiar­as de lo robado, sea comprando votos, sea manteniend­o tu poder sobre un estercoler­o de corrupción.

Pero la gente no es tan tonta como los que hablan de la gente. Y ve que sedición, malversaci­ón y violación son, todos, delitos favorecido­s por el mismo Gobierno de coalición.

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