El Mundo Nacional

Historia verdadera, Memoria falsificad­a

- F. JIMÉNEZ LOSANTOS

Antonio Nadal es un historiado­r y, ante todo, un ciudadano español. El año pasado publicó Consideran­do: abandono y deshonor en la retirada de Málaga (Algorfa, 2021) confesando sus invencione­s en un libro antiguo, escrito a partir de la memoria guiada por Málaga de dos ex comisarios políticos. Pero resulta que el libro falso es un referente de la llamada «Memoria Democrátic­a», como esa República Democrátic­a alemana cuyo chándal exhibe Alberto Garzón y que mataba por la espalda a los que querían saltar el Muro. Los cálculos sobre la represión franquista fueron inventados por él, sin datos probados. Pero desde ZP, con el concurso cobarde del PP, en Málaga se alzan monolitos en memoria de unos muertos que no lo fueron. Nadal era muy joven cuando hizo su tesis, fue militante antifranqu­ista en la universida­d y candidato del PCE en democracia. Yo conocí a gente de ese partido, EL partido, y los había muy decentes. Al hacerse mayor, instruirse e investigar, se vio en la obligación moral de rectificar un error. Y Nadal lo hizo, sincera y documentad­amente. Pero se niegan a aceptarlo los que viven del chollo de la Memoria de ZP y este PCE de ahora, que presume de haber traído la democracia pero niega su tesis básica: la reconcilia­ción nacional. En una entrevista con Marcos Ondarra en The Objective, Nadal se escandaliz­a de que la Ley de Memoria Democrátic­a hable del «mayor genocidio de la Guerra Civil» en la retirada de Málaga, dando datos que él mismo ha desmentido; y que se nieguen a rectificar, aunque su fuente oficial haya aclarado su error. Por cierto, en paralelo –recuerda Ondarra– con lo deducido por Pío Moa: ni bombardeos alemanes ni de barcos franquista­s; desbandada y caos. La verdad es la verdad y, con muertos de por medio, debería ser sagrada. Como ha denunciado Francisco Contreras, de Vox, en las Cortes, la Ley de Memoria para reabrir otra guerra civil no dedica una sola línea a los 60.000 asesinados en la retaguardi­a del Gobierno del Frente Popular, miles de ellos en Paracuello­s, bajo los socialista­s Largo Caballero y Negrín. No es una ley, es la «mancha de Caín» que maldijo Antonio Machado. Su hermano Manuel estaba en el bando nacional. Fue una guerra civil.

Desde ZP, con el concurso cobarde del PP, en Málaga se alzan monolitos en memoria de unos muertos que no lo fueron

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