Sin consenso de lo que es el consenso
EMILIA LANDALUCE
SE HABLA mucho de los canapés en la recepción por el acto del día de la Constitución. Mi abuela siempre aconsejaba a mis padres que me enseñaran a beber en casa para que no me quedara embarazada en el primer coup de canapé (sofá en francés) que, a la manera de coup d’ etat (golpe de Estado), es como se dice revolcón.
En las encuestas del día de la Carta Magna se demuestra que hay poco consenso. Nuestro periódico dice que el 16,8% cree que no hay que tocarla y que el 45,3% piensa que solo debe adecuarse a los nuevos tiempos. El 49,7% opina que el Estado debe recuperar competencias. Los que creen en los unicornios se pueden dar con un canto en los dientes al ver los sondeos de El País: el 41,8% de los votantes socialistas quiere reeditar el Gobierno actual (frente al 11,2% al que le gustaría una gran coalición con el PP, que suponemos es el porcentaje al que apela el centrismo de Feijóo).
La Razón dice que el 57,8% teme que se repita la alianza de Sánchez y los indepes. Aunque, contradictoriamente, sostiene que el 33,3% de los votantes socialistas opina que la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno deteriora la convivencia en España. Curioso es el dato del apoyo al bipartidismo (PP y PSOE), que se cifra en el 41,8% frente al 39,5% del multipartidismo. Respecto a la descentralización, el 45,8% sostiene que está satisfecho con el actual modelo autonómico y el 71,8% está en contra del Estado plurinacional.
Decía ayer Rafael Arias Salgado, ponente de la Constitución y al que le tocó defender el Artículo 2, que «la idea de memoria democrática remite la legitimidad democrática a la República y no a la Transición». Craso error si comparamos los 40 años que siguieron a 1931 y 1978. Y le preguntaron por el Rey Juan Carlos. «Recibió de Franco poderes casi omnímodos y los usó para propiciar un Estado democrático».
En el 78 fue posible la Constitución por ese famoso consenso que lo que debía significar es que todo el mundo estaba de acuerdo en que no creían en él. Ahora la reforma de la Carta Magna me hace pensar en mi chiste favorito. Una amiga le dice a la otra: «No comprendo por qué tú, comiendo lo que comes, estás más flaca que yo». La otra responde que será la constitución. «¿Y en qué artículo de la Constitución dice eso?». Así que mejor no tocarla.