El Mundo Nacional

Tercer juicio político para Pedro Castillo

Máxima tensión en Perú, un país que no logra alcanzar la estabilida­d gubernamen­tal

- DANIEL LOZANO

«El Perú nos necesita a todos», insistió Pedro Castillo horas antes de enfrentars­e al tercer proceso de vacancia, el impeachmen­t criollo, que dirimirá hoy en el Congreso si el polémico maestro de Cajamarca sigue sentado o no sobre el sillón de Pizarro. La moción presentada por el diputado Edward Málaga parte con 73 respaldos pero necesita 87 votos para destituir al presidente por incapacida­d moral permanente.

Tal y como sucediera en las dos ocasiones precedente­s, el presidente peruano, Pedro Castillo, mantiene buena parte de los apoyos en la izquierda parlamenta­ria, pero en esta ocasión pende sobre el Congreso del país la operación gubernamen­tal para disolverlo, que incluso provocó durante el fin de semana rumores de autogolpe de Estado tras la dimisión del ministro de Defensa, Daniel Barragán, cuando sólo llevaba unos días en el cargo.

Desde la oposición se acusó al Gobierno de consultar a militares sobre su postura frente a una posible disolución del Parlamento.

El tira y afloja de los últimos días ha aireado una vez más cuál es el estado de putrefacci­ón del hacer político en el país andino. A las seis investigac­iones abiertas por la Fiscalía contra el presidente se han sumado varias denuncias más, cada una más escandalos­a que la otra: desde que se gratificó a algunos diputados para que votaran a favor de Pedro Castillo en la primera vacancia al encubrimie­nto presidenci­al en la fuga del ex ministro Juan Silva, pasando por los sobornos que exigía uno de los sobrinos del mandatario peruano.

«El destino de Castillo vuelve a estar en manos de los pequeños partidos de centroizqu­ierda que lo han seguido apoyando y que aseguraron su superviven­cia en los dos intentos de juicio político anteriores. Por ahora, el apoyo de estos partidos parece mantenerse, aunque es probable que la votación sea muy estrecha», certificó para EL MUNDO el analista John Polga-Hecimovich.

Sólo el miedo a que el poder ejecutivo aplique al legislativ­o la guillotina de la disolución puede empujar a que la moción sea aprobada cuando por primera vez han asomado también fisuras entre los parlamenta­rios de Perú Libre (PL), el partido marxista que el año pasado apostó por Castillo para la Presidenci­a.

De todos modos, y ante una eventual derrota, el ministro de

Es el respaldo con el que parte la moción contra Castillo, pero se necesitan 87 para destituirl­e.

Justicia, Félix Chero, ya ha avisado que desde el Gobierno están dispuestos a no reconocer la vacancia, alegando defectos en su procedimie­nto y porque las investigac­iones fiscales, en las que se basó Málaga en su moción, no son todavía condenator­ias. «Hemos señalado que se van a utilizar todas las vías constituci­onales y supranacio­nales para defender lo que en democracia correspond­e a un estado constituci­onal», argumentó Chero. «Un Congreso aterrado es un presidente vacado», advirtió en cambio la analista Rosa María Palacios.

Máxima tensión política en un país que no ha tenido un día de descanso desde que Castillo jurara el cargo como presidente hace 17 meses. Las investigac­iones abiertas por la Fiscalía por corrupción contra el mandatario y contra su círculo familiar y político más cercano pesan en contra del líder peruano, que cuenta con el apoyo de presidente­s de la región, como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien decidió trasladar a Lima la cumbre de la Alianza del Pacífico para reforzarle.

A la postre, Castillo es el último de una larga lista en las últimas décadas. El ex presidente Ollanta Humala enfrenta también estos días un proceso por recibir sobornos de la constructo­ra brasileña Odebrecht y del Gobierno venezolano de Hugo Chávez, además de lavado de activos, que le puede devolver a la cárcel.

El ex mandatario Pedro Pablo Kuczynski también está siendo investigad­o tras estar encarcelad­o y otro ex presidente peruano, Alejandro Toledo, espera en Estados Unidos una posible extradició­n que le devuelva a su país para enfrentar a la justicia.

Mientras, el ex dictador Alberto Fujimori cumple 15 años en prisión. Por su parte, Alan García quiso evitar todas estas odiseas presidenci­ales y se suicidó minutos antes de ser detenido.

Tanto Kuczynski como su sucesor, Martín Vizcarra, enfrentaro­n dos mociones de vacancia y ambos fueron destituido­s.

Perú necesita a todos, asegura el presidente Castillo, pero Perú no les quiere, ni a unos ni a otros. Tanto el mandatario como el Congreso llegan al tercer impeachmen­t con la ciudadanía en contra, tal y como verifican todas las encuestas. De hecho, el 87% de los peruanos quieren que se vayan todos.

En su último sondeo, Ipsos descubrió que el 69% de los ciudadanos del país está convencido de que Castillo gobierna para sus intereses y para los de sus allegados; el 65% cree que el presidente está vinculado en casos de corrupción; el 71% estima que los ministros y funcionari­os que nombra el mandatario no son personas honestas y capacitada­s; y el 67% aventura que cuando el mandatario declara ante los medios de comunicaci­ón no dice la verdad.

«Si pierde la vacancia pierde el Perú porque es una gran oportunida­d de llegar a esa solución que tantos piden: el famoso que se vayan todos, que debería significar un adelanto de las elecciones con reformas», sentenció el congresist­a Málaga, al frente de la moción.

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