El Mundo Nacional

Como en Rusia, pero sin Lopetegui

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omo en Rusia, pero sin necesidad de hacer un Lopetegui. De esa forma cierra España este Mundial y todo indica que la era Luis Enrique. El asturiano tomó un equipo después de un desastre que se repite, aunque sin los detalles escabrosos de entonces y con un tiempo de entreguerr­as ilusionant­e. Llegados al momento de la verdad, al Mundial, más de lo mismo, más posesión que un rival cuya fe puede con el juego, porque el juego sin el gol es la nada.

La tanda de penaltis reveló que esta España joven y chispeante con el viento de cola, como ante Costa Rica, no está preparada emocionalm­ente para lo que significa este torneo. En el Mundial se pasa por prórrogas, por penaltis y hay que saber adaptarse a las situacione­s adversas. Si no, vuelves a casa. El conjunto de Luis Enrique pasó hasta tres en la pasada Eurocopa, por lo que parecía haber adquirido los anticuerpo­s necesarios. Pero cuando Sarabia lanzó a la madera y el colegiado señaló el final de la prórroga, la derrota estaba ya en el rostro de todos, incluido su entrenador. Los lanzamient­os de Carlos Soler y Busquets lo constataro­n. Si los lanzadores los decidieron los jugadores o no, ya es lo de menos. Los tiró el miedo.

Sarabia representó el malditismo, con dos palos, uno al final de la prórroga y otro en el primer penalti de la tanda. Fue un cambio para ese momento y en ese momento erró. En su lugar, salió del campo Nico Williams, el único capaz de crear espacios. Restaban todavía unos minutos que era necesario apurar porque los penaltis eran ya una victoria moral para Marruecos. La decisión del técnico no consiguió el fruto perseguido.

El resto de los hombres que retiró del terreno de juego eran, asimismo, los que mejor

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