El Mundo Nacional

Ballet como arma de guerra

Olga Kifyak, bailarina principal de la Ópera y Ballet de Kiev, representa obras de autores ucranianos como respuesta a la agresión rusa Ya ha perdido a su padre y a su hermano durante la invasión

- ALBERTO ROJAS

Olga Kifyak-fon-Kraimer, bailarina principal del Ballet de Kiev, se desmaquill­a frente al espejo donde reposan las fotos de su padre y su hermano muertos. Aunque está sentada, de una manera natural para ella, adopta una de las posturas más antinatura­les y dolorosas que existen: el full pointe, o sea, el cuerpo sobre los dedos de los pies, su manera de estar en el mundo. En las distancias cortas impone su cuerpo de deportista de élite, fibrada como una corredora de medio fondo, grácil como una tiradora de esgrima y sutil como gimnasta olímpica. La guerra no ha borrado el brillo de sus enormes ojos negros ni la fuerza para seguir actuando, en Ucrania o en Japón.

La representa­ción de Veladas en un caserío de Dikanka,

Por la diferencia horaria, por la mañana vi que tenía cientos de llamadas y mensajes en mi teléfono. La guerra había comenzado, pero no sabía muy bien lo que eso significab­a y no podía entender nada de lo que estaba pasando».

Lo que estaba pasando es que su vida se estaba dando la vuelta en pocas horas, igual que la de millones de sus conciudada­nos: «Cuando comenzó la invasión mis padres estaban en Kiev. Mi padre estaba muy nervioso, no sabía dónde ir en esos primeros momentos de confusión. Mi hermano pudo comprarle billetes de tren para llegar a su casa familiar, en la región de Chernigiv, pero mi padre ya estaba muy afectado. Días después de llegar sintió que iba a morir y se despidió de mi madre. Su corazón se paró poco después. Mi madre me llamó para contármelo y yo perdí todas las sensacione­s físicas. Dejé de comer y el mundo dejó de existir para mí. Sé que mi padre murió por la guerra, aunque fuera de manera indirecta».

El drama familiar sólo había empezado para ella: «Mi hermano, que se enroló en el ejército como voluntario, participó en la liberación de Kiev y fue de los primeros soldados en entrar en Bucha tras su liberación. En mayo yo volví de Estados Unidos y le visité. Él nos comunicó que lo mandaban a combatir a la ciudad de Bajmut. Aquella fue la última vez que lo vi. Murió dos meses después. Tardaron cinco días en trasladar aquí su cadáver. Su cuerpo debió quedar tan desfigurad­o que no nos dejaron ni verle. Mi madre gritaba de dolor pidiendo que abrieran el ataúd en el entierro. Acababa de perder a su marido y luego a su hijo. Sus compañeros se negaron a hacerlo».

– Usted ha viajado por todo el mundo, ha actuado muchas veces en Moscú y ha compartido muchas horas de actuación con colegas rusos dentro de su propia compañía. ¿Mantiene el contacto con ellos a pesar de la invasión?

– No he vuelto a comunicarm­e con ninguno de ellos. A veces, he publicado en Facebook fotos o noticias. Recuerdo que colgué la noticia de la destrucció­n del puente de Crimea. Minutos después, esos supuestos amigos rusos, mis ex colegas, me estaban llamando de todo. Jamás imaginé esa reacción.

– Su profesión de bailarina usa la expresión corporal. ¿Esa expresión se ha visto condiciona­da por el drama de la guerra?

– No, porque yo me abstraigo de la realidad y vivo en mi personaje. Aparco la guerra y me sumerjo en la obra con emoción.

Olga Kifyak-fonKraimer ha ganado todos los premios de danza y ballet que pueden ganarse, ha girado por el mundo con las mejores compañías y ha actuado para dirigentes mundiales como Barack Obama. Sin embargo, siente que es este momento el más decisivo de su vida, porque ahora tiene que defender todo aquello que creyó seguro y consolidad­o, como la libertad y la propia cultura que la compone. «Putin quiere acabar con nuestro idioma y con nuestras tradicione­s. Para él todo pertenece a Rusia y Rusia lo inventó todo, pero la realidad es que el ballet como arte comenzó en Lviv, no en Rusia, porque Moscú aún no existía. Nuestra cultura y nuestra historia es larga y profunda».

Hay un ir y venir de bailarines, fans y periodista­s locales en los pasillos de esta joya arquitectó­nica, una de las catedrales mundiales del ballet. El imponente edificio de la

«Somos soldados. Representa­r una obra en Ucrania es una victoria»

«Estaba en EEUU de gira. Nunca imaginé que nos atacaría Rusia»

«Cuando murió mi padre, dejé de comer y el mundo dejó de existir»

 ?? ALBERTO ROJAS ?? La bailarina Olga Kifyak, en su camerino junto a las fotos de sus padres y su hermano muerto en combate.
ALBERTO ROJAS La bailarina Olga Kifyak, en su camerino junto a las fotos de sus padres y su hermano muerto en combate.
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain