El Mundo Primera Edición - Weekend
El PSC rechazó a ministros en campaña para no restar a Illa
Sánchez llama a «votar en masa» para evitar que Puigdemont cace al socialista
Salvador Illa se encomendó al efecto Sánchez para impulsar su campaña y tratar de distanciarse de los candidatos independentistas. Tras temblar por la ausencia del presidente del Gobierno en el arranque de la carrera electoral, el aspirante del PSC abrazó la disyuntiva planteada por el secretario general del PSOE: «votos o fango», pero intentó que la nacionalización del 12-M no le absorbiera: omitió premeditadamente la amnistía –que no comparten buena parte de sus votantes–, se volcó en resaltar el desbarajuste gestor del separatismo durante la última década y rechazó la presencia de ministros en estos días. Ni siquiera los de perfil más político. Sólo ha estado presente Jordi Hereu, el único ministro catalán. Sus peticiones se han dirigido al presidente del Gobierno y a José Luis Rodríguez Zapatero, esquivando la presencia de otros miembros del gabinete que sí participaron en la campaña de los comicios vascos o los gallegos, como Pilar Alegría, Félix Bolaños o María Jesús Montero.
«Las sensaciones son buenas»; «tenemos expectativas buenas», son los mensajes que estos días trasladan socialistas y ministros. Pero ha habido matices. Si hasta hace unos días la percepción y la convicción era que las formaciones independentistas no sumaban, ahora esa posibilidad sí parece factible: «Están cerca de sumar», admiten fuentes socialistas. «Va a estar todo muy ajustado», exponen personas al tanto de la estrategia y los números. «Las mayorías van a ir de muy pocos diputados»; «El 12-M va a estar en un pelo».
En la última semana se ha percibido cierto estancamiento del PSC y una subida de Junts, que habría dejado atrás a ERC. Parece que Carles Puigdemont crece hasta situarse como segundo en liza, recortando terreno
a los socialistas. Con todo, en La Moncloa y Ferraz están convencidos de un resultado «histórico» y que se situarán en el entorno de los 40 diputados. Pero ese calificativo se graduará dependiendo, asumen, de si suman o no los independentistas.
Las mayorías serán claves. Que Junts, ERC y la CUP no sumen ya es visto en el Gobierno como un «éxito», porque les permitiría mantener su retórica de la «convivencia» y, sobre todo, porque ese escenario haría más difícil apartar a Illa de la ecuación de la «gobernabilidad». El socialista tiene decidido ir a la investidura y por eso el suelo que quieren los socialistas y por el que trabajan es el de 40 diputados. Si los superan creen que sería más difícil sumar a los independentistas y más difícil que se bloquee un gobierno liderado por los socialistas.
Pero en las últimas semanas, el
partido de la movilización parece que lo está ganando Puigdemont, al que la demoscopia conocida situaba en subida. «Puigdemont se la juega a cara o cruz», saben en el Gobierno. De ahí que los mensajes de estos últimos días de los socialistas sean llamar a no quedarse en casa. Porque el miedo a que se haya dado por hecha una victoria que desmovilice a los suyos está instalado.
En el Gobierno asumen que el 13 de mayo «estaremos en un nuevo terreno de juego» que puede afectar a la gobernabilidad de España. Pero no sólo. Los socialistas creen que lo que decidan las urnas puede tener impacto en el gobierno de la Generalitat, en el de España y en el Ayuntamiento de Barcelona, donde el socialista Jaume Collboni ya perdió a finales de marzo una cuestión de confianza vinculada a la aprobación de los Presupuestos municipales y ha tanteado a ERC
para reforzar su ejecutivo.
Para apuntalar la victoria de Illa, evitando que el empuje final de Puigdemont le sirva para dar caza al PSC, Sánchez reclamó ayer desde el mitin final celebrado en Barcelona «votar en masa», con el objetivo de lograr una «victoria amplia» que permita al candidato socialista «ganar el 12-M y gobernar el 13 de mayo».
La apelación del presidente del Gobierno tiene que ver con ese objetivo de distanciarse lo máximo posible de Junts para que Illa reclame, legítimamente, su derecho a presidir la Generalitat y los separatistas no sumen una mayoría de bloqueo como la que ya impidió al socialista ser ungido en 2021 a pesar de imponerse en las elecciones, o como la que privó a Inés Arrimadas de tomar el mando de Cataluña tras su histórico triunfo en 2017 encabezando la candidatura de ese Cs que ahora se extingue.